Capítulo 5

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Por la tarde en la sala de juntas, comencé a preparar todo para aquella reunión.

Comencé de pronto a pensar en aquel casi reto que casi me pone Ignacio. Eso me hizo recordar algo que paso hace mucho tiempo. Algo que me ayudó bastante durante mí largo tiempo en Florencia. Algo que me hizo evadir los verdaderos problemas...

― No sabía que bailabas tan bien ―escuché.

Me di la vuelta mientras que paraba de bailar y vi a Darío ante mí, en aquella habitación que me había encontrado hace días.

― No sabía bailar. Hasta hace un par de semanas.

― Pensé que jamás encontrarías esta habitación.

― Pues lo hice.

Fue hacia la toalla que había cogido y después me sequé la cara.

― ¿Qué haces tan temprano en casa?

― Venía a traerte una buena noticia. Al menos que no quieras seguir aquí sin hacer nada.

― ¿A qué te refieres?

― A que he movido un par de hilos y tienes trabajo.

― Vale. En ese caso, no lo acepto. Debo de saber valerme por mí misma. No quiero que siempre este encima de mis decisiones.

― Ya lo sé. Pero te ordeno que mañana vayas a ese trabajo que te he conseguido.

― No.

― Si mañana me presento a esa empresa y no estás allí, por la noche recibirás un castigo lo suficientemente caro que te hará saber quién soy realmente.

Y no le dije nada. Estaba claro que no iba a hacerme caso de lo que me dijese.

De pronto, la canción de Modern Talking, llamada Atlantis is Calling; me trago demasiados recuerdos junto con mi padre. Pues ese grupo, era su favorito.

― Ven ―dijo mi marido.

Fui hasta a él y en breve comenzamos a bailar aquella canción que me inspiraba a bailar.

― Acostúmbrate a las órdenes. Porque si no recibirás tu castigo cuando yo lo desee...

Dejé de pensar en aquel día, porque Ignacio había entrado con el autor en la sala de juntas en esos instantes.

Comencé a pensar en que debería de cancelar mis planes de aquella noche y pasarla tranquilamente en el departamento. Pero en cuanto recordé la discusión con Darío, decidí continuar hacia adelante.

Di por comenzada aquella reunión con el autor cuando me senté. Y supe que no tardaría nada en volverme loca con las decisiones que tomase el autor en cuanto a su libro se refería.

Cuando entré en mi despacho una hora más tarde, decidí hacer una llamada.

Isa tenía que saber que iba a regresar pronto a España y que lo haría cuando estuviera lista para hacerlo.

Cuando ella me cogió su teléfono móvil, ella me dijo mientras que yo respiraba hondo:

― Hola preciosa. ¿Cómo van las cosas por allí?

― Bien.

― ¿A qué debo tu visita?

― Te llamaba para hablar contigo sobre... Es...paña.

― ¿Qué ocurre con España?

― Voy a regresar. No sé cuándo, pero lo haré. Quiero que viajes cuando puedas para que...

― Lo haré. Te lo prometo. Pero después del juicio debes de venir tú para Argentina.

― Te lo prometo.

― Tengo algo que contarte.

― ¿Qué cosa?

― Estefan me ha llamado y...

― No quiero saber nada de Estefan. Bastante tengo que lo veré en los próximos días.

― ¡Escucha cielo! Esto es importante lo que tienes que saber.

― Te escucho.

― Me ha llamado para saber si yo sabía que tú estabas viva. Le he dicho que sí y me ha reclamado.

― Eso es natural. Nadie se espera encontrar una denuncia de su ex novia loca a la que creía muerta.

― De eso quería hablarte.

― Te escucho.

― Durante los últimos años, él se ha unido más a tu familia. Descubrió algo sobre tu hermano que tenía que ver con el centro psiquiátrico en el cual te metieron hace tantos años.

― ¿Qué cosa?

― Tu familia era la benefactora de dicho centro y cuando tu padre murió, él comenzó a cobrar ese dinero con los favores que pedía. Por eso él era una excepción cuando te visitaba. El doctor Carvajal no podía negarse a dárselos a ello.

― Eso es una mentira más de él.

― Yo sí que le creo, Inés. Te vi tan mal cuando fui a visitarte la primera vez que pensé que estabas enferma de verdad. Pero cuando me enviaste aquellas señales, supe que no lo estaba.

― Pues yo no. Estefan ha sido la maldición que siempre ha rondado mi vida. Fue gracias a lo que paso, que me di cuenta.

― Lo dices porque estas resentida y enamorada de ti marido. ¿Esta él contigo?

― No. No lo está.

― Vale.

― Debo de colgarte. Tengo que continuar trabajando y también relajarme. Mi hijo no puede estar tan alterado como ahora.

― ¡Hijo! ¿Estás embarazada?

― Sí.

― Felicidades. Llamaré más tarde a tu marido para felicitarlo.

― No creo que sea buena idea.

― ¿Por qué?

― Porque aún no ha asimilado la idea.

― Vale.

― Te dejo guapa. Voy a trabajar un poco.

― Vale. Adiós Inés.

― Adiós Isa.

Colgando el teléfono móvil, pude quedarme un poco tranquila al saber que mi padre también era beneficiario del centro psiquiátrico en el cual, mi hermanastro me metió hace años. Pero, aun así, no le creía. Pues sabía que seguiría mintiéndome para que volviese a su lado o para que dejase a mi marido.

Cuando salimos por la noche de copas, me sentía libre de nuevo como aquel día extraño, después de tantos años. Fuimos a una discoteca que no conocía de la ciudad, llamada Space Club.

Me llamó bastante la decoración que tenía y pensé en que me había perdido bastantes fiestas por culpa de estar casada con alguien tan posesivo del control.

Ignacio pidió las primeras copas y noté que tenía un poco de alcohol. Pero no le di la importancia.

Cuando íbamos la sexta ronda, ya estaba un poco borracha y Francesca se marchó. Dejándonos a solas a Ignacio a mí.

Comenzamos a bailar más tarde. Cosa que el alcohol hizo eso.

Cuando sonaba en el club la canción de Love de la cantante rumana Inna, me di cuenta que nada había pasado. Pero me dije que sí, cuando mi marido estuvo ante mí. Supe que estaba en serios problemas.

De pronto vomité lo que había bebido sobre la ropa de mi marido y comencé a sentirme verdaderamente como una pluma. Hasta que mis ojos se cerraron por completo al caer sobre los brazos de mi marido. Entonces decidí dormir en breve, para que se me bajase la borrachera.

Para ti es mi Pasión (Química Entre Nosotros II)Where stories live. Discover now