Capítulo 12

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¡Es usted Inés Barquero! ―Me dijo un hombre fuerte que había delante de una gran puerta.

Sí ―le respondí.

Había decidido de ir a conocer el lugar donde mi padre biológico residía. Y era uno de esos días en el cual iba a conocer a mis medios hermanos. Me sentía rara y Estefan me había apoyado antes de ir a conocer a esa familia.

Señor Barquero, aquí está la señorita Barquero... de acuerdo.

El hombre fuerte que había en la puerta, me miró y después se acercó a mí y me dijo:

Pase señorita Barquero. El señor Alejandro le espera.

El hombre abrió la puerta y pude sentir la negatividad de la casa en la que mi padre biológico vivía. Había algo que no me gustaba para nada y necesitaba saber qué es lo que diablos estaba dándome esa negatividad que ese lugar desprendía.

Caminé por un hermoso camino de grava en color marrón arena y me fui percatando de que la casa era completamente enorme y tenía el tejado de color negro, una Columba que hacia una L en color rojo y las paredes blancas. Algo que jamás había visto en una decoración donde vivían algunos ricachones.

Entre una milésima de segundo después en el porche y toqué el timbre.

En breve, alguien abrió la puerta de la casa y vi que era una sirvienta. Y me abrió esa gran puerta de color negro ceniza con algunos cristales a ambos lados. Era como la puerta de la casa de Palencia de Isa.

La sirvienta me condujo hacia un largo pasillo y me percaté de unos pequeños detalles de la decoración que no le di mucha importancia. Salvo a algunos doseles que colgaban de la salida al jardín en color amarillo.

Cuando salimos al jardín, me percaté de que era completamente grande y hermoso. Pero lo que más me gustó fue ver las flores cala y lirios adornándolos. No pensé que mi el hombre que me dio la vida, pudiese permitirse un jardín de esa dimensión y tan hermoso. Más de lo que aparentaba en una de las fotografías que mi madre me dio hace tan solo tres días. Una fotografía que se hicieron juntos hace más de veinte años.

Vi a ese hombre tomando un café en pleno jardín. Debía de suponer que un domingo mi padre biológico no iría a trabajar y disfrutaba del jardín de alguna manera que nadie pudiese estorbarle.

Ante él, me puse un poco nerviosa. Era una de esas veces en las cuales no sabía qué hacer y tenía que saber actuar de alguna forma de la cual no se me notase demasiado.

Bienvenida a tu casa, hija ―me dijo―. Siéntate por favor.

¡Puede decirme porque estoy aquí!

Creo que lo sabes. Tú también eres dueña de mi casa, como mis hijos.

Ya.

Me senté y entonces no supe que decir.

¿Quieres algo de tomar?

No. Gracias.

Hicimos una breve pausa:

Te he hecho venir porque quería saber que tan dispuesta estas para poder aprender a ser una señorita de sociedad.

No creo que sepa ser una señorita de sociedad cuando no he crecido en el ambiente. Pero lo intentaré. Aunque no me guste esta forma de vida.

Eso me demuestra que no te interesa nada de lo que poseo.

¿Qué sabes de arte?

Para ti es mi Pasión (Química Entre Nosotros II)Where stories live. Discover now