🌼 Epílogo 🍦

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―Duerme unas horas, amore mio (mi amor) ―le dijo acariciando su mejilla con una sonrisa y tapándola con la manta que la azafata les había entregado.

―Lo siento por despertarte, estoy ansiosa ―le comentó sintiendo la suave caricia que él le hacía a su mejilla.

―Duerme ―le respondió acercándola más a él para que ella recargara su cabeza contra la almohada que le habían dado.

―¿Cuánto falta? ―preguntó por curiosidad.

―Mucho, cariño... por eso, duerme un poco.

―Bueno... trataré de dormir algo ―le dijo con una sonrisa.

Él se acercó para besarla y la abrazó por la espalda, mientras se la acariciaba. Pronto volvió a quedarse dormido y ella trató de hacer lo mismo.

Muchas horas después, Tiziano levantó en brazos a Génesis para entrar al bungalow del resort que había reservado para la luna de miel en La Polinesia Francesa. La joven quedó encantada con el interior y él pronto la depositó en la cama.

―Es temprano para el desayuno ―le dijo separándose un poco de ella mientras se miraban a los ojos―, ¿qué te parece si vamos a nadar un poco en el océano? ―le formuló con una sonrisa.

―De acuerdo, me parece bien ―le respondió regalándole otra sonrisa.

Se levantaron de la cama y cada uno dentro de su maleta buscó su traje de baño. Mientras ella entraba al baño, él se desvestía y ponía el speedo. Cuando ella salió con la bikini, lo miró atentamente.

―¿Es el mismo speedo del fin de semana en el hotel de Roma?

―Así es ―le contestó con una pícara sonrisa―. Tu bikini es nueva.

―Sí, ¿te gusta? ―le preguntó dando una vuelta frente a él.

―Me encanta, pero más me gustaría sacártela.

―Si eres un buen hombrecito, puede que a la noche te deje ver algo más ―le dijo con sarcasmo y entre risas.

Tiziano la tomó de la mano y luego de besarla, salieron a la terraza abierta del bungalow para bajar las escaleras que daban al mar. Nadaron de la mano y los dos se sumergieron más en lo profundo del océano, ella lo tomó de la nuca para besarlo como aquella vez cuando fueron a bucear. Ahora todo era diferente y estaba más que feliz de compartir la vida con él como su esposa. Cuando subieron a la superficie, continuaron besándose abrazados, ella aferrada a su cuello mientras que él la sostenía de la nuca y espalda.

El desayuno lo degustaron en la terraza y mientras tomaban sol sobre una red con cojines que por debajo estaba el agua del mar, se echaron una siesta hasta el horario del almuerzo. En aquel momento decidieron ponerse algo de ropa cómoda y veraniega e ir a comer algo en el restaurante del resort.

Al caer el sol, vieron el atardecer sentados en la red y abrazados, escuchando el oleaje del océano y disfrutando de los colores que les ofrecía aquel maravilloso paisaje, con tintes turquesas profundos, naranjas, amarillos y magentas, para darle paso luego a un precioso color lavanda y así terminar por caer el anochecer.

―Es abrumador... no puedo describir lo que acabo de ver ―le expresó ella con sinceridad―, te ves perfecto sin barba, no lo esperaba, me quedé subyugada al verte en la iglesia ―le confesó mirándolo a los ojos―, te veías divino ―declaró con la voz entrecortada de nervios y ansiedad.

Tiziano tenía a Génesis entre sus piernas y la joven le dio un beso en la mejilla para pasar luego su brazo y acariciar con sus uñas el cuero cabelludo de él y bajar hacia la nuca.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now