―No hay ninguna, simplemente me cansé que Stefano tenga una niñera ―le emitió sincero y quitándole a la muchacha las lágrimas de las mejillas también.

Génesis estaba creída que algo había hecho mal y él no quería comentárselo y eso era peor porque la joven siempre había pensado que estaba haciendo las cosas bien y de un momento a otro y sin previo aviso, él llegaba y rompía ambos contratos. Aunque por otra parte la había dejado muy desconcertada las cosas que le decía y hacía.

―¿Qué hago ahora? ―le preguntó con dudas y sintiéndose algo desprotegida por la situación en la que se encontraba―. Alejo no está en su casa y sus padres tampoco, pero podrías pedirle a tu piloto y azafata si pueden hacer un viaje a Buenos Aires como una excepción, no me importa si tengo que pagar los gastos yo ―le dijo más recompuesta.

―Alejo y sus padres están en Brasil, ya lo sé eso también, Génesis ―le respondió y ella lo miró con atención por saber esa noticia también―. Y el piloto y la azafata tienen dos semanas libres para poder pasar las fiestas con sus familias.

―Me lo estás haciendo a propósito todo esto, ¿verdad? ―le manifestó con pesar y sin querer llorar delante de él nuevamente.

Tiziano rió ante su comentario.

―¿Acaso no te das una idea del porqué rompí los contratos? ―formuló y ella le negó con la cabeza―, siendo tan directa en tus palabras y teniendo la lengua afilada, deberías de intuir porqué hice lo que hice recién ―le respondió.

Se acercó a ella para posar sus manos en las mejillas de la joven y le dio un beso en la mejilla, el otro cayó en sus labios.

―No... no Tiziano. ¿Por qué lo haces sabiendo que luego te irás con otra? ―le interrogó molesta y separándolo de ella―, no me tomes por estúpida, italianito ―expresó con sarcasmo.

Améndola sonrió tanto ante aquellas palabras de enojo de ella que terminó por reírse a carcajadas, la joven le dio vuelta la cara de un sopapo. Aunque él podría haberse enojado y mucho, no lo hizo, volvió a besarla y ésta vez ella le correspondió el beso. Se aferró a su cuello y Tiziano acrecentó más el beso que le estaba dando. Terminaron por quedarse abrazados, él acariciaba su espalda y una de sus manos terminó posada sobre la nuca de la joven, Génesis recargó su mejilla en uno de los hombros de él y se deleitó con el perfume masculino que desprendía aquel hombre. No pudo evitar volver a llorar.

―Ya pasó todo, ragazza (chica) ―le expresó mirándola a los ojos―. No tienes que llorar más, no me iré con ninguna otra, te quiero a ti y por eso rompí los papeles, desde hacía mucho quería romper el contrato, pero no encontraba el momento adecuado ―respondió besándole la frente.

―Alejo me comentó hace un mes atrás más o menos, que aceptaba que tuviera algo contigo, creo que ahora comprendo todo, las veces que me preguntaba si tú habías intentado hacerme algo, era por eso quizá.

―Me prohibió acercarme a ti y no fue porque no quise, fue por tu primo que me amenazó.

―A veces se pone en modo sobreprotector con quien quizás no tiene que serlo tanto.

―Esa llamada que te dio en el hotel fue por eso, ¿verdad?

―Sí, fue ahí cuando me dijo que tenía el camino libre para acercarme más a ti, pero no me dijo nada con respecto a lo que tú sentías por mí.

―Me parece que se preocupó más de lo debido y se dio cuenta que te quería de verdad. Te quiero en verdad, Génesis. Eres hermosa con Stefano y conmigo, eres tú sin nada que ocultar o nada que quieras aparentar.

Tiziano la sujetó de ambas manos y ella ante la vergüenza apoyó la frente contra uno de los hombros de él. El hombre le beso el costado del cuello y la curvatura que iba hacia el hombro desnudo. No había nada sexual en aquel beso y sin embargo Génesis se había sentido como si habrían compartido algo más íntimo.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now