Media hora después, los primeros en llegar a la casa fueron los abuelos de Stefano y sus tíos con los dos hijos.

Giulietta, la madre de Tiziano y su hermana, quedaron encantadas por los arreglos que la joven había hecho y se los agradeció. Cuando las dos mujeres empezaron a acomodar las comidas, el abuelo y el tío quedaron con el más pequeño y sus primos le jugaban también.

―¿Piensas quedarte así? ―le preguntó Brunella.

―No tengo casi ni tiempo para ducharme y vestirme.

―Te lo harás igual el tiempo. Nosotras nos encargaremos de todo lo demás, tú ve a arreglarte.

―Bueno, si no tienen inconveniente está bien. Faltarían las copas y la comida.

―Ve, no te preocupes.

Unos minutos después de que ella bajara a la cocina de nuevo, tocaron el timbre.

―Ragazza, mi sembra che Tiziano e un stupido per no vederti, con il tutto rispetto ti lo dicco (Chica, me parece que Tiziano es un estúpido por no mirarte, con todo el respeto te lo digo) ―le dijo el marido de Brunella.

Génesis se rió ante las palabras del hombre.

―Grazie, pero solo sono la bambinaia di Stefano. (Gracias, pero solo soy la niñera de Stefano.)

―¿Parla da vero italiano? (¿Hablas de verdad italiano?)

―Il mio cugino mi ha imparato. (Mi primo me ha enseñado.)

―Sei brava ragazza. (Eres buena chica.)

―Grazie Alessandro. (Gracias Alessandro.)

Génesis fue la encargada de abrir la puerta, encontrándose de frente con Alejo. Ambos se abrazaron y saltaron de alegría al volver a verse. Hacía más de dos meses que no se veían.

Cuando Alejo saludó a los demás, se quedó un rato a solas con su prima.

―Estás divina, Génesis. ¿Cómo te trata el bruto de mi amigo?

―Gracias y todo está bien. A veces tenemos diferencias ―le dijo sin mentiras.

―Tu lengua no se calla ―afirmó.

―Claro que no.

―¿Intentó algo más contigo? ―inquirió molesto.

―¿De qué me hablas? ―le preguntó frunciendo el ceño―, si es lo que estás pensando, no. Realmente es un caballero ―le contestó entre mentiras.

Alejo, se sintió aliviado por lo que le había dicho su prima, era lo que quería escuchar. A las ocho y media de la noche, de a poco los invitados fueron llegando y Génesis fue presentada como la niñera de Stefano.

Fue su mejor amigo quien vio por la ventana que Tiziano había llegado y todos los presentes se habían acomodado para recibirlo, uno de ellos apagó la luz principal. Cuando se escuchó la llave en la cerradura y él prendió la luz, se quedó petrificado al ver tanta gente.

―¡Sorpresa! ―gritaron todos.

Pero el rostro de Génesis quedó de piedra cuando vio a Tiziano llegar de la mano con una mujer, jamás se lo habría esperado. Quedó decepcionada y casi se le aguaron los ojos de no ser por Stefano quien gritó y estiraba los brazos hacia su padre. Brunella y Alejo la miraron también.

Cuando fue el turno de la muchacha en saludarlo, primero le entregó a su hijo y su padre le dio un gran beso en la mejilla, mientras que Stefano movía las piernas y le sonreía a su padre.

―Felicidades Tiziano ―le contestó dándole un beso en la mejilla.

―Gracias ―emitió mirándola a los ojos y percatándose de que estaban rojos pero intentó no darle importancia.

A medida que las horas pasaban más rara e incómoda se sentía Génesis y por eso había preferido alejarse de la gente y tratar de hacer dormir a Stefano. El bebé estaba fastidioso y lloriqueaba con constancia. Lo más factible para que se durmiera iba a ser subir al cuarto y hacerlo dormir con tranquilidad y sin murmullos.

Apenas Génesis pasó por la gente, para subir las escaleras, la vio Tiziano y esperó un poco para luego subir también. Él se levantó del sillón y la mujer que estaba a su lado lo retuvo de la muñeca.

―¿Dónde vas? ―cuestionó con molestia.

―Iré a ver a mi hijo ―le expresó con seriedad.

―No te tardes ―le emitió con sequedad.

A Améndola le resonaron una y otra vez las palabras que le dijo la mujer, le habían molestado demasiado y no era para menos, no podía no estar un buen rato con su hijo después de no haberlo visto en todo el día.

―¿Puedo pasar? ―preguntó con dudas.

―Sí ―le habló ella.

Tiziano volvió a mirarla con atención, no era lo que llevaba puesto para su cumpleaños, era ella simplemente, casi a cara lavada y su belleza natural que le hacían pensar cosas imposibles. Génesis era increíble y muy bonita, con su cabello rubio natural matizado, con tonalidades oscuras y algunas más doradas, su piel rosada y sus ojos de un hermoso color verde casi transparentes, su boca carnosa y su nariz delicada, dejaba a más de una querer algo de lo que ella tenía.

―¿Se pudo dormir? ―preguntó queriendo saber y acercándose.

―En eso está, está fastidioso, me parece que está cortando las encías.

―¿Ya? ―le inquirió sorprendido.

―Es normal que ya empiecen a salirle los primeros dientitos. Cuando lo llevé al pediatra me dijo que era posible que pronto cortara las encías.

―No me lo dijiste.

―Te lo comenté en su momento, será que estabas tan enfrascado en quién sabe qué que no me escuchaste.

―Puede que tengas razón, lo haré dormir ―le dijo extendiendo sus brazos para que Génesis se lo diera.

Casi media hora pasaron los dos haciendo dormir a Stefano, quien por el fastidio que tenía con sus encías, no podía dormirse. Apenas bajaron los dos, la novia de turno de Tiziano, lo encaró para preguntarle el porqué había tardado tanto.

Génesis revoleó los ojos y se fue de allí, no iba a escuchar cómo la tipa le discutía a Tiziano, él la tomó del brazo y la sacó al jardín.

Cuatro horas después, los invitados se habían ido y solo habían quedado Tiziano, la mujer con la que había llegado y Génesis.

―Nosotros nos iremos a dormir ―le dijo él.

La muchacha ni siquiera le contestó, dejó que subieran al cuarto y ella cuando terminó de guardar principalmente la comida, lavó las cosas, las secó y las guardó y limpió y acomodó todo, para que al día siguiente no tuviera que hacer nada. Apagó las luces y subió a su dormitorio. Lo peor había sido pasar por el cuarto de él y escuchar el nombre de Tiziano a gritos por ella. Casi se descompone cuando a los gritos le siguieron jadeos por ambas partes.

Cuando se metió en la cama, le costó mucho quedarse dormida, fueron más por los gemidos que había en la habitación contigua que el sueño que ella tenía en verdad. Apenas la cosa se calmó, la joven terminó por quedarse dormida.

 Apenas la cosa se calmó, la joven terminó por quedarse dormida

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De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now