Quiso estar un rato con su sobrino.

―Vienes con nosotros, ¿verdad? ―le preguntó mirándola a la cara.

―Sí. Me dijo Tiziano que planearon cenar afuera.

―Así es.

―¿Es desubicado si te pregunto qué te pondrás? ―le inquirió con algo de dudas.

―Para nada, Génesis ―le respondió con una risita―, hace mucho calor así que me pondré algo ligero, un vestido irá bien, con unas lindas sandalias. Deberías ponerte algo así también.

―De acuerdo, veré qué usaré. Gracias ―le expresó y volvió a cuestionarle algo más―. ¿Quieres vestir a tu sobrino mientras me doy una ducha?

―Me encantaría ―le respondió con gran entusiasmo y una sonrisa.

―Perfecto, iré a ducharme, su ropa está sobre la cama y los pañales y demás cosas que tú sabes también, están en el bolso sobre la cómoda.

―Está bien, dúchate tranquila.

Génesis se bañó con tranquilidad e intentando relajarse también. Aquel día había sido entre incómodo y divertido, por lo menos se llevaba bien con la hermana y la madre de Tiziano y siendo así no se sentía tan fuera de lugar. Apenas se terminó de secar el cuerpo y ponerse una toalla en la cabeza, salió con una bata de tela.

―¿Te molesta si me pongo la ropa interior frente a ti pero sin quitarme la bata? ―le inquirió queriendo saber su respuesta.

―Ay por favor, Génesis, qué pregunta es esa, somos mujeres, no vería nada raro ―le contestó sin darle importancia.

―Te lo pregunto porque no a todas les cae bien que alguien de su mismo sexo se vista frente a ellas.

―Pues yo no tengo ningún problema. Aunque hace cuatro meses que estás con nosotros, es como si fuera de años.

―¿Eso crees? ―le cuestionó sorprendida y mirándola con mucha atención.

―Sí, eso creo en verdad, mi sobrino y mi hermano están muy bien contigo, para serte sincera, al ser yo quien cuidaba del bebé, no me daban los tiempos en el día para hacer todo lo que debía de hacer. Llegaste tú y todo se normalizó, Tiziano parece que cambió bastante y Stefano está bien también.

Si su hermana supiera que todos los fines de semana salía con mujeres diferentes y a beber también, no diría todo aquello ―caviló Génesis.

―Bueno, supongo que es verdad. En ese caso, te lo agradezco, aunque tu hermano ya es grande para saber que hace y que no, sabe cuidarse bien.

―Lo sé pero no sé, siento que está cambiado. Necesitaba de alguien como tú ―le expresó con sinceridad y una genuina sonrisa.

―¿De alguien como yo? ―preguntó incrédula―, solo me dedico a cuidar del bebé y tratar de mantener su casa ordenada.

―No es obligación tuya y sin embargo lo haces. Por eso digo que necesitaba que alguien le organizara la casa y sobre todo cuidara del niño. En fin... cambiando de tema ―acotó y se sentó en la cama con Stefano en su regazo―, ¿muéstrame qué te pondrás?

―Mientras me duchaba, pensé en este vestido ―le comentó sacando del perchero un vestido color turquesa con unas líneas en naranja.

―Muy decente, ¿no tienes algo más escotado? ―le sugirió.

―¿Algo más escotado? ―declaró con asombro―. No voy a hacer pinta en el restaurante.

―Claro que no, pero hace calor y las noches casi siempre son cálidas.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now