Respiro

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Aquellos segundos resultaron ser eternos para MyungSoo que ante la sorpresa de la cercanía se quedó inmóvil, conteniendo la respiración.

—¡Deja tus tonterías!

La fuerte voz del pastelero lo regresó a su realidad, al igual que el dolor que sintió en su brazo al ser jalado fuertemente por aquel hombre.

—Te he visto salir con demasiadas chicas como para saber que no eres de esos, además mira la cara de este pobre chico.—El repostero comenzó a reír mientras daba palmadas en la espalda del menor para tratar de hacerlo reaccionar.—Por la cara que tiene es obvio que los hombres no le van.

Tras una pequeña plática entre SungYeol y aquel hombre que finalmente los trataba con amabilidad, el alivio llegó a él cuando por fin los detalles del pastel habían quedado listos, algo cursi de ver y demasiado exagerado de tamaño, pero cada pequeño detalle que la novia había pedido había quedado perfectamente ordenado.

La hora que estuvieron en el local fue mucho más agradable de lo que hubiera creído, claro, omitiendo el hecho de que WooHyun no lo había soltado ni un sólo segundo y parecía que en cualquier momento se lo llevaría lejos con tal de verlo alejado de SungYeol.

Cuando finalmente salieron de la pastelería, SungYeol se despidió de ambos para regresar a la casa de los Nam, donde aparentemente lo esperaban MiJoo y aquella chica que había conocido en la mañana y cuyo nombre ya no lograba recordar.

—¿Qué fue lo que ocurrió ahí adentro?

La voz de WooHyun se escuchó más grave de lo normal, que aunado a sus brazos cruzados sobre su pecho y su ceño fruncido dejaban de manera más que evidente su molestia.

—Encargamos un pastel.

MyungSoo se limitó a sonreír después de su corta respuesta, entrando al auto y cerrando los ojos para fingir que intentaba dormir, solo para disimular la risa que estaba conteniendo. Su mejor amigo siempre había sido celoso de todo aquel que sintiera pudiera robarle su lugar, ese especial que lo colocaba como parte de su familia, como confidente y aquel que mejor lo conocía en todo el mundo.







El aire frío que se comenzó a sentir dentro del auto logró hacerlo estornudar, haciendo que finalmente MyungSoo tuviera su consciencia de vuelta. A pesar de que fingir estar dormido solo había sido su plan para evitar a su amigo enojado, notó que se había convertido en realidad cuando observó el cielo nocturno que lo esperaba fuera del auto. 

Después de moverse con dificultad y estirarse para despertar por completo, salió del coche sintiendo el cálido clima de la playa que contrastaba con el frío de antes.

—Así que finalmente dejaste de hacerte el dormido para responder mi pregunta.

WooHyun intentó mantener un semblante similar al último que le había visto aquella mañana, sin embargo, una ligera sonrisa se asomaba sobre sus labios. El menor lo abrazó, recargando la barbilla sobre su hombro para cerrar los ojos, aún adormilado aunque extrañamente, de un buen humor que no recordaba haber sentido en varios días.

—Me lo encontré en tu casa, le conté del problema y dijo que podría ayudarme, y funcionó bien.

Los segundos en los que estuvo abrazado a Nam le hicieron sentir paz, olvidándose al menos por ese momento de todas las responsabilidades que aún tenían pendientes y que por haber estado dormido se habían acumulado.

—Lo siento.

Fueron aquellas palabras casi susurradas en su oído las que le hicieron alejarse y observar al mayor con cierta sorpresa, duda y ansias al no entender bien el silencio que vino después de ellas.

—Todo sería más fácil para ti si fuera otra persona, alguien responsable que te ayude.—WooHyun soltó un suspiro y comenzó a caminar sobre la arena para acercarse al mar, seguro que curioso de sus palabras, MyungSoo lo seguiría de cerca.—Si fuera mejor no te daría problemas y no estarías tan cansado como ahora.—Sin importarle ensuciar su ropa se tumbó sobre la arena, dejando que su mirada se perdiera en el cielo nocturno que comenzaba a ser iluminado por algunas estrellas. —Por eso quiero ayudarte más...excepto hoy, porque de verdad necesitábamos un descanso de todo.

MyungSoo lo siguió e imitó su acción sentándose sobre la arena, aprovechando que su amigo estuviera acostado para distraídamente comenzar a ponerle arena encima para imitar aquella manera en que algunos turistas gustaban de enterrarse debajo de ella.

—Es pesado pero me gustan los retos...y sabes que puedo con todo.

El sonido de las olas fue lo único que logró escuchar después de su propia voz, porque Nam no respondió. Su hiperactiva y ruidosa personalidad se había apagado de repente, opacados por lo que parecía ser culpa, una que Kim detestaba si era esa la razón por la cual su mejor amigo dejaba de sonreír.

Él deseaba siempre verlo sonreír.

Preocupado por lo extraña que le resultaba su actitud, tomó el rostro ajeno con ambas manos para captar su atención, logrando sobresaltar a WooHyun cuando notó su mirada sobre la suya, decidida y segura y sin huir como en ocasiones llegaba a hacer.

—Podemos hacerlo bien, si, nos falta organizarnos mejor pero todavía queda mucho tiempo para que ese día llegue, y mientras tanto, lo único que podemos hacer es esforzarnos. Puede que me falte experiencia, puede que tú te distraigas fácil con cualquier cosa pero sé que entre ambos podremos hacer todo y...aunque seas un problema en ocasiones, me gusta hacer esto contigo, porque de verdad te extrañé.

Fue tras sus últimas palabras que dejó de mirarlo, por lo extraño que se sentía decir sus sentimientos en voz alta. MyungSoo desde muy pequeño se había acostumbrado a su propio silencio, a guardarse sus días buenos y malos para sí mismo, soltándolos solo cuando explotaba o los sentía necesarios.

Aunque Nam fue incapaz de moverse debido a la gran cantidad de arena que el menor le había tirado encima en el cuerpo, sonrió al ver como de manera torpe Kim hacía el intento de abrazarlo sin ensuciarse demasiado.

Después de haber sido desenterrado y haber regresado a su personalidad brillante de siempre, WooHyun había logrado que MyungSoo se olvidara de su miedo al mar para que lo acompañara a la orilla. Sin importar si la fría agua los hacía enfermar, o si el fuerte agarre del menor llegaba a hacer que su mano doliera, Nam disfrutó esa noche en que se olvidó de la culpa y de su compromiso, de todo aquello que en secreto le preocupaba, solo para centrarse en aquellas palabras que su amigo le había dedicado.

Porque para ambos era aún desconocido cuanto se habían necesitado mutuamente y solo serían conscientes de eso cuando todo lo que pensaban haber dejado atrás, regresara a ellos.

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