Presión

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Un segundo podía ser eterno, o tan fugaz que fuese capaz de pasar desapercibido.

El tiempo corría sin ser capaz de detenerse, y por más que tuviera ese deseo egoísta dentro de su corazón, para Nam WooHyun no había escapatoria y sin notarlo, un mes había transcurrido desde aquella madrugada en que aceptó la ayuda de su mejor amigo.

El esforzarse por hacer algo que realmente no deseaba no era de su agrado, pero una pequeña parte de su corazón había creído que hacer todo aquello en compañía de MyungSoo sería un tranquilizante a sus nervios y a aquellas ganas de huir del país para evitar su boda, sin embargo, todo había tomado un rumbo completamente diferente al de sus fantasías.

—Nam WooHyun, ¿se puede saber cuánto tiempo piensas esconderte en mi casa?—Un SungKyu despeinado y aún en pijama salió de la habitación para encontrarse a su amigo en la sala de su casa, al igual que había ocurrido diario durante la última semana. Su ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre el pecho deberían haber bastado para hacer notar que aquella situación había llegado a su límite, sin embargo, el rubio evitaba mirarlo para centrarse únicamente en observar la puerta como si en cualquier momento algo fuera a ocurrir.

—Gyu...tú no sabes cómo es...él da miedo.

—¿Tengo que recordarte que viví dieciocho años seguidos con él? Claro que sé como es, por eso mismo no quiero que se enoje conmigo al pensar que te ayudo a esconderte de él.

SungKyu se acercó a su amigo para intentar que se levantara del sillón y se fuera de su casa, algo difícil cuando el rubio se aferraba con fuerza y casi suplicaba por al menos un momento de descanso.

MyungSoo era realmente difícil, tal y como los rumores decían.

En su adolescencia hubo un tiempo en el que sus ocupaciones eran menores, en que el tiempo que tenía para disfrutar de sí mismo bastaba para pasar sus tardes en compañía de la familia Kim, esa misma que se mostraba mucho más cálida y amorosa que la propia.

Al estar en diferentes grados y escuelas de diferentes niveles, nunca le fue posible conocer a MyungSoo en aquel ámbito escolar, haciendo que aquellos rumores del "dictador Kim" resultaran graciosos para él, que seguía viendo a su mejor amigo como aquel niño tierno que conoció una vez en navidad.

Muchos años después, finalmente podía ver la cruel realidad. Listas de pendientes que parecían no terminarse nunca, un determinado tiempo para cada actividad, regaños cada vez que intentaba distraerlo para hacer algo menos aburrido; MyungSoo era realmente apasionado con su trabajo y eso mismo, lo hacía aterrador cuando algo no resultaba como deseaba.

—¡Nam WooHyun! ¡Sal de ahí ahora mismo! Y a la próxima que quieras huir no dejes tu auto estacionado en tu escondite.

La voz del menor de los Kim resonó con fuerza del otro lado de la puerta, haciendo que aquellos que aún forcejeaban sobre el sillón dieran un salto por el susto. Sus mentes en blanco y aquella mirada expectante por un nuevo regaño fueron justo los elementos que no los dejaron escapar a tiempo, cuando EunJi, aún somnolienta y distraída, abrió la puerta para dejar entrar a su cuñado.

Ambos podrían haber esperado más gritos, algún golpe o algo peor de parte del menor, que para sorpresa de ambos, se limitó a observarlos con una mirada que fue difícil de descifrar.

—Tenemos que irnos, SungYeol logró convencer al dueño de la pastelería de darnos de nuevo una cita, a pesar de lo del otro día...

—No quiero regresar ahí, podemos buscar otro lugar mucho mejor.

—MiJoo lo quiere de ese lugar.—Antes de que Nam pudiera replicar nuevamente, fue interrumpido.—Namu, por favor.—MyungSoo no esperó más y despidiéndose de su hermano y su cuñada con un leve gesto de mano, salió de la casa sin decir nada más.

Un silencio incómodo dejó detrás de si, haciendo que ambos se limitaran a observarse por unos segundos en los que ninguno logró explicar aquel extraño comportamiento aunque si se conocían tan bien como suponían, lo único claro es que había ocurrido algo. Dejando sus hipótesis de lado, se levantaron para dirigirse a la puerta que ni siquiera había sido cerrada por el menor.

—No hagan nada que los lastime demasiado.

Las últimas palabras dichas por SungKyu antes de cerrar la puerta quedaron resonando en la mente de WooHyun por un largo tiempo, haciendo difícil hablar con MyungSoo que lo esperaba dentro del auto, con la mirada pérdida en la ventana, pensativo sobre cosas que sabía no le diría por más que insistiera.

—Estuve en tu casa.—Soltó el menor de repente a mitad del camino, sorprendiendo al rubio por aquella iniciativa de romper el silencio.—Fui a buscarte, pero terminé hablando con tu madre. Me comentó que MiJoo tiene cosas que hacer y por eso nosotros nos encargaremos de más tareas, pero no debes preocuparte, pidió ayuda a alguien más.

—¿Por eso estás...así?

Tras un pesado suspiro que le hizo saber que había algo más detrás de lo que había dicho, el menor asintió antes de volver a perderse en observar el camino.

Nam tenía tantas preguntas que deseaba hacer, tantas cosas que deseaba decir para intentar que apareciera al menos una ligera sonrisa sobre los labios ajenos, sin embargo, como pocas veces ocurría, todas las palabras quedaron atoradas en su boca y prisioneras de su corazón, que le decía que no era el momento.

Porque al parecer, nunca parecía ser el momento.

—Si algo te molesta, debes decirlo.—Fue lo único que logró decir al estacionar el auto, a la par que acercaba su mano para acariciar el oscuro cabello de su mejor amigo, o eso pretendía, antes de ser interrumpido por aquella voz y sus palabras que lo dejaron completamente helado.

—¡Por fin llegas, amor! Nos están esperando.

La imagen de SungYeol sonriendo ampliamente mientras sacaba a MyungSoo del auto para arrastrarlo al interior de la pastelería fue algo que lo hizo quedar en shock por largos segundos que sintió como una eternidad, una que duró hasta que reaccionó para seguirlos y pedir una explicación de lo que ocurría.

Un pastelero que veía con desagrado a los dos muchachos que estaban tomados de la mano,  un SungYeol que sonreía ampliamente mientras MyungSoo trataba de reprimir las ganas de golpear al más alto por aquel agarre de manos al que era obligado, y WooHyun que simplemente, no entendía nada.

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