Reencuentro

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La gente siempre dice que una verdadera amistad perdura a través del tiempo, sin importar la distancia que exista entre ambos, pero ¿qué tan real es eso?

Tenía miedo de descubrirlo.

A pesar de que el avión finalmente había llegado a su destino, él no tuvo la iniciativa de moverse de su lugar, y permaneció observando la ventanilla por largos minutos hasta ser el último pasajero en quedar, teniendo que ser una de las encargadas la que le pidiera amablemente que bajara.

Sus movimientos eran lentos y casi mecánicos, porque aunque sus manos arreglaban sus cosas en la mochila que llevaba consigo, su mente divagaba en distintos escenarios sobre lo que podría ocurrir ante el inevitable reencuentro.

Sus manos sudaban mientras bajaba las escaleras del avión y a cada paso, su corazón se aceleraba, sintiendo ansias una vez que se vio rodeado de gente; pasajeros nuevos y antiguos, familiares y amigos que iban en busca de alguien, mucha gente pero entre todos, entre las voces que se mezclaban hasta el punto de volverse imposibles de entender, logró escucharlo a él.

—¡Myunggie!

La sorpresa había sido tan grande que no tuvo tiempo de reaccionar ante su presencia, no al menos para esquivar al muchacho que corrió velozmente hacia él, atrapándolo en un abrazo que por la distracción del momento hizo a ambos caer.

En cualquier otro momento habría sentido vergüenza por las miradas que estaban sobre ellos, o se habría quejado del dolor de espalda que seguramente sentiría después, sin embargo todo eso quedaba en un lugar oculto en su mente, porque solo había algo realmente importante que su cerebro intentaba procesar.

—Debo verme realmente atractivo de rubio como para haberte dejado sin habla.

La risa y el tono coqueto de WooHyun al hablar lo sacó de su ensoñación, y de un empujón se lo quitó de encima para poder aceptar la mano que le era ofrecida para ayudarle a levantarse.

—Prometió que se portaría bien si lo traía conmigo, ahora sé que no debí hacerlo.—SungKyu abrazó a su hermano con fuerza, ya que si bien era él con quién más comunicación había mantenido el menor, no era lo mismo un mensaje a poder estar cerca el uno del otro.—Te extrañé, bienvenido Myung.

Y tras separarse después de largos segundos y con un WooHyun comenzando a hablar de todos los planes que tenía para que hicieran ese día, los tres se encargaron de buscar el equipaje para finalmente salir del aeropuerto, dirigiéndose al automóvil para subir las maletas y a sí mismos, aunque aquello segundo fue impedido.

—Lo siento Myung, pero tendrás que entretenerte con WooHyun por un rato mientras nuestros padres terminan de arreglar la casa para tu fiesta sorpresa.

Restándole importancia al hecho de que aquello ya no sería una sorpresa, observó como SungKyu se iba en el auto, dejándolos solos en un silencio que aunque a él le resultaba incómodo y lo hacia ponerse nervioso y alerta, sabía que a su acompañante le daba igual.

—Vayamos a donde siempre.

El mayor no esperó una respuesta, y tomando su mano comenzó a caminar en silencio, algo extraño e impropio de Nam, que solía hablar en todo momento y lugar.








El sol se filtraba entre las ramas de los árboles, las hojas se mecían con el viento que refrescaba el lugar, haciendo de aquel día un cálido pero tranquilo inicio de verano.

Los columpios de ambos se mecían con ligereza, haciéndolo sonreír por la calma y felicidad que siempre le daría estar ahí.

—Te extrañé...dos años del servicio y después tus estudios en Japón...sé que hablamos en ocasiones sin embargo, no es igual, de verdad me hiciste falta.

MyungSoo permaneció en silencio, mordiéndose el labio inferior por la culpa que le generaba el tono melancólico en la voz de su mejor amigo. Porque lo sabía, había sido egoísta al dejarlo de lado por tanto tiempo, esperando que se conformara con simples mensajes en los que no decía nada de importancia.

—Lo siento...—Habló finalmente en un susurro, con la mirada hacia el suelo haciéndolo ver como un niño que había sido regañado, algo que hizo a WooHyun reír y acercar su diestra al cabello del pelinegro, despeinándolo mientras le dedicaba una sonrisa para tranquilizarlo.

—Lo único importante es que ahora estás aquí, podremos estar juntos de nuevo.—Retiró su mano con prisa para buscar dentro de unas bolsas que llevaba, de manera torpe y desesperada, sonriendo al encontrar la caja que buscaba.—Es un pequeño regalo, para compensar todos los cumpleaños que no estuvimos juntos.

MyungSoo sonrió al recibir el regalo aunque fue inevitable que una expresión de duda se reflejara en su rostro, tratando de ocultar su molestia debido a la envoltura rosa que tenía el obsequio.

—MiJoo estaba en mi casa cuando estaba envolviendo el regalo...dijo que no podía permitir que te diera algo así de feo así que ella terminó haciéndolo como quiso.—Se explicó el mayor, apenado al saber que ese color era uno de los que menos le gustaba a su amigo.

Restando importancia, se apresuró a abrir la caja dejándose llevar por la curiosidad, porque si algo podía tener seguro es que WooHyun siempre le daba los mejores obsequios, todo gracias a que conocía sus gustos mejor que cualquier otra persona.

Y nuevamente no se había equivocado, pues dentro de la caja se podía ver a través del plástico transparente una figura de Nico Robin, una que por más que había buscado no logró conseguir en el pasado. Su sonrisa se amplió hasta el punto de hacer aparecer aquel hoyuelo que al mayor tanto le gustaba ver, y se hubiera lanzado a abrazarlo de no haber notado algo tirado en el suelo, algo que levantó y observó por varios segundos.

—¿Es otro regalo?

—No, yo no lo puse, supongo MiJoo te quiso dejar una nota dándote la bienvenida.

Y MyungSoo negó, perdido en leer una y otra vez la portada de aquel papel. Con el fondo blanco, letras cursivas grabadas en un color dorado y adornos del mismo color, se centró en los nombres que resaltaban más que el resto de las palabras.

—Es la invitación para tu boda.

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