Petición

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Esa noche, en que la nieve caía sobre nosotros helando nuestros cuerpos...no pasé frío, porque la calidez de tu mano inundó mi cuerpo, llegando hasta mi corazón.
Esa noche, decidí que siempre deseaba sostenerte para no volver a verte llorar.
Pero justo ahora...
¿Por qué deseo llorar mientras sostengo tu mano?

—¿Seguro que no me puedo quedar?

—Tú ni siquiera deberías estar aquí.

MyungSoo fruncía el ceño mientras observaba como WooHyun se entretenía jugando con sus manos, perdiendo el tiempo e intentando distraerlo para que no lo corriera, o al menos, no tan pronto.

Siete de la mañana, era la hora exacta en que el mayor había llegado a su casa, con el pretexto de compensar los años perdidos estando juntos todo el día. Sin embargo si algo no había cambiado y posiblemente nunca cambiaría, era el terriblemente pesado sueño que el menor poseía.

Las nueve habían llegado con el rubio sirviendo el desayuno a la familia Kim, subiendo las escaleras después para ir al cuarto donde a penas dos minutos después, vio su vida pasar frente a sus ojos. Al intentar acostarse junto a su mejor amigo en la cama para levantarlo, ya fuera por instinto o por el pésimo carácter de MyungSoo al despertar, Nam había quedado a centímetros de recibir una patada en la cara.

Y es así como debido a la culpa de haber casi golpeado al mayor, que había tenido que aceptar que lo llevara al restaurante, repitiéndose a sí mismo que no debía existir ningún problema en que estuviera al tanto de la reunión que tendría con su prometida.

—Ya casi es hora, debes de irte.

—¿Me dirás de qué hablaron?

—Si no es algo que me pida no decirte, supongo que sí.

Se encogió de hombros, ignorando los ojos suplicantes del mayor que por más que pasaran los años, seguía haciendo a pesar de saber que nunca funcionaría.

Se despidió dejando que lo abrazaran por cortos segundos, antes de salir del auto y cruzar la calle para dirigirse a la puerta del restaurante. Tener que avisar su nombre y usar el de su amiga como boleto de entrada nunca dejaría de ser extraño para MyungSoo, que se sentía incómodo ante la mirada fija del guardia antes de darle el paso.

Cuatro años atrás había estado en ese mismo lugar, justo después de haber salido del servicio militar y antes de viajar a Japón a causa de sus estudios. Al haber sido rentado exclusivamente para la fiesta de MiJoo, el ambiente había sido festivo, agradable y cómodo, completamente diferente a la frialdad que sentía en ese momento.

El espacio era grande, con enormes ventanales que dejaban que la luz del sol se filtrara entre las delgadas cortinas blancas que iban acorde al ambiente elegante, con los pilares altos que le hacían recordar las estructuras de la antigua Grecia, algo que se reforzaba por los cuadros y algunas pequeñas esculturas que eran exhibidas como decoración. El lugar era algo digno de disfrutar con la vista, algo que hizo a pesar de recibir algunas miradas curiosas sobre él por parte de los demás comensales que a diferencia suya, estaban bastantes acostumbrados a aquel estilo de vida.

Treinta minutos después de la hora acordada la idea de irse se volvió tentadora, debido al aburrimiento y cansancio del pesado ambiente, donde la gente parecía hablar en susurros discretos y pocos eran los que sonreían por escasos momentos. Su idea y su plan de huida se interrumpieron cuando una mano se posó sobre su hombro, haciéndolo girar ligeramente la cabeza para quedarse sorprendido al ver de quién se trataba.

El recuerdo de aquella niña que hizo berrinche porque WooHyun le dedicaba más atención a él que a ella llegó de repente, porque de esa niña parecía quedar solo la misma amplia sonrisa que comenzó a dedicarle cuando se ganó su confianza.

El vestido negro destacaba las curvas de su cuerpo, mientras que el maquillaje ligero y el cabello suelto en ondas que caían sobre sus hombros le daban aún esa aura de inocencia y elegancia que no fue pasada desapercibida por otros hombres dentro del restaurante.

—Me alegra verte de nuevo MyungSoo.

Asintiendo distraídamente no logró responder su saludo, porque eso confirmaba que todos parecían haber cambiado mientras que él...seguía siendo simplemente él.

—Lamento haber llegado tarde pero mi madre no me quería dejar ir, está muy emocionada con los preparativos.

—No hay problema...por cierto, felicidades.—El verla feliz fue lo único que logró que su sonrisa no fuese fingida al decir aquellas palabras.—Aunque ¿no es demasiado pronto entregar invitaciones cuando falta más de un año?

—Ambos tenemos familia en el extranjero, es por eso que debemos avisar con antelación para que planeen su viaje.

—Cierto, lo había olvidado...

Tras decir aquello, solo siguió silencio de su parte. Si algo tenían en común su mejor amigo y MiJoo era que ambos hablaban demasiado, y bastaba con asentir a sus palabras para que siguieran hablando sin parar sobre temas de los cuales se desviaban con facilidad.

Mientras él comía con calma, disfrutando la deliciosa y cara comida que la menor le había invitado, logró enterarse de varias cosas, siendo la más importante (al menos para él) el hecho de que WooHyun había postergado la boda lo suficiente para esperar a que él terminara la universidad y estuviera de regreso en Seúl, algo lindo y doloroso al mismo tiempo.

—Es por eso que necesito tu ayuda.

—...¿Qué?

En algún momento de la conversación MyungSoo se había perdido en sus propios pensamientos, concentrado en imaginar algunas de las historias que su amiga le había relatado.

—Mi madre y mi hermana organizaron sus bodas, dijeron que fue una experiencia tan inolvidable que desean lo mismo para mi. Yo no quería pero tengo que hacerlo, ellas me están ayudando pero...—Pareció dudar entre decir lo que pensaba o guardarlo para sí misma, pero tras un pesado suspiro habló. —WooHyun no está haciendo su parte y nuestras familias no aceptarán que contratemos a alguien para encargarse de todo...él solo te hará caso a ti, por favor, necesitamos tu ayuda.

—Pero yo...

—Sé que parte de tus estudios tienen relación con la organización de eventos, así que confío en que lo harás bien y puede ayudarte a obtener renombre para futuros trabajos. Por favor...

Ni siquiera la idea de ganar dinero o renombre en su campo de trabajo hubieran sido suficiente para lograr que dijera que si, porque era consciente que aquella sería la mayor estupidez que podría hacer.

Pero a pesar de lo doloroso que aquello resultaría para su torpe corazón que se aferraba a un imposible, terminó asintiendo, mientras en su mente no podía dejar de repetirse lo idiota por condenarse a sí mismo.

Always coming back Donde viven las historias. Descúbrelo ahora