7. Sorpresas

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Cepeda

- ¿Seguro que está todo preparado? Manu, de verdad que me va a costar mucho hacer esto y quiero que todo salga perfecto. – dije, mientras los nervios se instalaban en la boca de mi estómago.

- Que sí, pesado. Que después de vuestra canción, se apagaran todas las luces, cogerás tu guitarra y yo te acompañaré en el piano. Aitana estará allí contigo, escuchándote. – dijo Manu, mientras sonreía.

Le debía mucho. Había sido como un padre para mí dentro de la academia y fuera de ella, lo seguía siendo.

Y me estaba ayudando a ejecutar un plan algo complicado. Imperfecto, diría yo. Porque no sabía que reacción iba a tener Aitana, la protagonista de todo esto.

Hoy era el día del concierto benéfico. Y para mí era mucho más importante que para cualquiera de mis compañeros.

Iba a regalarle a Aitana un trocito de mi corazón. El regalo más personal y especial que había hecho en mi vida. Era mucho más que algo material. Era magia. Y lo iba a hacer delante de miles y miles de personas.

Aún quedaban horas para el concierto y ya sentía que me faltaba el aire debido a los nervios que sentía. Mis uñas estaban siendo partícipes, muy a mi pesar.

Después de la "fiesta" que hicimos en mi piso, que acabo con todos durmiendo en los sofás e incluso en la alfombra, decidí que tenía que hacer algo para ella.

Para la persona que llevaba una semana haciéndome feliz. Despertándose a mi lado todas las mañanas. Iluminando cada hora, cada minuto. Y hoy, iba a ser yo quién intentará iluminarla a ella.


Aitana

Otro mensaje. ¿Podía considerarse acoso recibir una media de diez mensajes por día? Empezaba a pensar que sí.

"Cariño, tienes que contestarme. Quiero verte y hablar esto. Ya sabes que te quiero con locura y que lo que dije era mentira, cosita. No me hagas coger un vuelo destino a Madrid porque sabes que, si hace falta, lo cojo."

Lo había recibido a las cinco de la mañana. Y me estaba empezando a preocupar. ¿No podía respetar mi decisión? Si lo estaba ignorando, es porque no quería saber absolutamente nada de él.

Y me daba miedo que Vicente se presentará aquí y rompiera mi burbuja. Esa en la que estaba tan feliz y cómoda. No quería que todo se jodiese. Y menos por Vicente.

No le había dicho nada a Luis de estos mensajes y por eso, cuando lo vi caminar hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja, guardé mi móvil en mi bolsillo rápidamente.

- ¿Te vienes a tomar algo? Petición de Amaia y Alfred. – dijo, tras darme un beso en la frente.

- ¿Te importa si te digo que no? No me encuentro muy bien. – dije.

Y no era mentira. No podía mentirle. Por lo menos, no podía mentirle en referencia a mí. A como me sentía.

Y estaba muy agobiada. Tenía un mal presentimiento y no quería que se cumpliera. Tenía miedo. Y mi único refugio era él; Luis.

- ¿Qué te pasa? – su tono de voz cambió a uno de alarma, de pura preocupación.

- No sé, estoy un poco rara. Como agobiada. – dije, sincerándome lo máximo posible.

Sin decir nada, Luis desapareció dejándome allí sola. Volvió a los pocos segundos, respirando entrecortadamente debido a la carrera.

- Vámonos. – dijo él, cogiendo mi mano y tirando de ella.

- ¿Qué dices? Tenemos que ensayar. – dije, soltándome de su agarre.

- Tenemos permiso para irnos unas horas. – dijo Luis. – Y quiero llevarte a un sitio.

Yo quiero más || AitedaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz