6. Ya no

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Cepeda

Me pregunté si todo había sido un sueño cuando la vi allí. Dormida en mi cama, con el pelo suelto desperdigado por la almohada y mi camiseta levemente levantada, dejando a la vista sus piernas.

Lo que tenía claro es que, si era un sueño, no quería despertar. Podía quedarme a vivir en esa mentira toda la vida.

Con cuidado de no despertarla, cogí mi teléfono, que descansaba en la mesilla de noche. Tenía un montón de mensajes de Roi.

"Tío, ¿dónde estás? Tenemos ensayos en menos de 10 minutos y no se te ve aparecer por aquí. Ah, y a Aitana tampoco. Supongo que no es casualidad, pillín."

En un principio, sonreí. Pero después me di cuenta de que eran más de las once de la mañana y ya debíamos de estar en los ensayos de la gira.

Aun con toda la prisa que debíamos darnos si no queríamos morir en manos de Manu y Noemí, desperté a Aitana con toda la tranquilidad del mundo.

Abrió uno de sus ojos tras darle medio centenar de besos en su frente y sus mejillas. Los volvió a cerrar para más tarde, sobresaltada, abrirlos como platos.

- ¿Esto es real?

No pude evitar soltar un par de carcajadas. Yo compartía esa sensación después de tanto tiempo luchando en contra de nuestros sentimientos.

- Pues parece que sí. Si quieres, te lo demuestro, a ver si es real. – dije, pícaro.

Ella sonrió y sus ojos se llenaron de luz. Tenían un brillo característico. Como cuando quieres que el mundo se pare siempre en un momento. Ojalá pudiera pararlo ahora mismo.

- Mejor lo compruebo yo solita. – dijo ella, sin dejar de mirarme a los ojos.

Se incorporó y en un solo movimiento, se sentó encima de mí. Echando su pelo hacia un lado, me acarició la barba con sus delicadas manos. Y ese fue el único momento de ternura.

Su cabeza se giró levemente y acercó su boca a la mía muy despacio, provocándome. Sabía lo que estaba haciendo. Lo sabía perfectamente y yo me iba a volver loco en cualquier momento.

Por fin, me besó. Y lo que comenzó como un beso suave, acabo en mis manos en su culo, un sin fin de caricias y muchas ganas. Ganas de querernos.


Aitana

Tuvimos que parar. Y tuvimos que desayunar demasiado rápido para mi gusto. Ni siquiera tuvimos tiempo de darnos una ducha.

Llegamos a los ensayos una hora tarde. Y aun así, entramos con una sonrisa plasmada en la cara más grande que el estadio donde cantaríamos.

Tras la bronca de Noemí y Manu, atenuada por el hecho de que aparecer los dos juntos lo decía todo, nos dirigimos al escenario, donde Ana se encontraba cantando junto a Miriam.

Hoy íbamos a ensayar las canciones del concierto benéfico ya que era el más próximo y había que pulir las actuaciones.

Cuando entramos y nuestros compañeros nos vieron, empezaron a aplaudir. Sentí como mis mejillas ardían y se tornaban rosadas. Qué vergüenza.

- A ver lo que estáis pensando, eh. Que sois demonios vestidos de angelitos. – dijo Cepeda, riendo como un niño pequeño.

Roi se abalanzó sobre él, estrechando sus cuerpos en el abrazo más sincero que había visto en mi vida. Y se quedaron así un buen rato. Ambos emocionados.

Yo contuve mis ganas de llorar. Y más las tuve que contener cuando Ana y Miriam bajaron del escenario, y junto a Amaia y Alfred, me estrujaron en un abrazo conjunto donde yo sólo sabía que estaban las personas más importantes de mi vida.

Yo quiero más || AitedaWhere stories live. Discover now