―En la semana iba a ir pero después terminé por olvidarme ―habló encogiéndose de hombros de manera apenada.

―No puedes olvidarte de los regalos que tenías que retirar ―emitió con algo de molestia por lo que ella había hecho.

―Olvídate de los regalos, me regalaste la cena, fue más que suficiente ―intentó conformarlo.

―¿Es por el dinero? ―preguntó él, creyendo que era aquello―. No debes pensar en eso porque son regalos que tienes que elegir sin importarte los precios.

―No quiero que gastes en mí, suficiente con lo que me pagas por mes y me das techo y comida también.

―¿Por qué eres así, Génesis? ―dijo de forma interrogativa algo fastidioso y frunciendo el ceño―. Te regalé los vouchers porque quise.

―Supongo que lo sé pero de verdad Tiziano, no tienes que hacerlo.

―¿No quieres un regalo de mi parte? ―le preguntó extrañado.

―Ya tuve tu regalo, la cena y que me hayas defendido de aquel hombre, esas cosas para mí fueron regalos de tu parte hacia mí.

―Me habías dicho en su momento que no necesitabas que te defendiera.

―Bueno, en ese momento pensé y terminé diciéndote eso pero después de días lo pensé y hiciste lo correcto, a veces aunque la mujer le diga algo a un hombre para que se vaya, no es suficiente y necesitan de alguien más, como otro hombre, para que les digan que se vayan y que las dejen tranquilas. Tú hiciste eso y te lo vuelvo a agradecer.

―Sabes bien que lo hice porque no me gusta que molesten de esa manera a una mujer ―contestó con certeza.

―Lo hiciste por lo que lo hiciste, fue bastante caballero de tu parte esa reacción de defenderme. Así que ya tuve mi regalo de cumpleaños.

Tiziano sabía muy bien que no iba a poder hacerla cambiar de opinión, así que le asintió con la cabeza.

―No fue nada, lo quise hacer porque me salió de manera sincera.

El hombre sabía bien también que en algún momento no tan lejano, iba a comprarle a su gusto los dos regalos de las dos tiendas que no había ido ella a elegírselos con el voucher que él le había dado como regalos de cumpleaños atrasado. Solo esperaba que haciendo eso, Génesis no se terminara disgustando más con él.

Un par de días después, la joven salió por la tarde a hacer unas compras mientras Tiziano se quedaba con el niño.

―Iré a revelar unas fotos que me envió Alejo por correo electrónico. ¿Quieres algo que compre? ―le preguntó mientras se ponía un saco.

―No, ve tranquila.

―De acuerdo, nos vemos en un rato.

Cuando la muchacha ya tenía sus varios minutos fuera de la casa, Tiziano aprovechó en subir al cuarto de Génesis junto con el bebé, para revisar las prendas de ella. Sabía que estaba invadiendo demasiado su intimidad, pero era la única manera de poder dar con la talla si quería ser él quien le eligiera las prendas de ambos regalos. No podía preguntarle a ella ni mucho menos a Alejo, porque éste último estaría pensando cualquier cosa rara.

Apenas tuvo la talla de la prenda y el número del calzado, decidió que aquel día iba a comprar las cosas junto con su hijo. Antes de salir, le dejó una nota por si llegaba antes que ellos, aunque esperaba que no y por tal motivo esperaba hacer todo rápido.

Génesis tuvo que esperar más de la cuenta para el revelado y cuando el chico que la atendió le dijo los minutos que posiblemente iba a tardar, decidió esperar en una cafetería cerca del estudio de fotografía.

De Margaritas y Un Amor italiano ©Where stories live. Discover now