Capítulo 33: Fuego y lágrimas.

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Seguía sobre Castiel, con mis piernas una a cada lado de su cuerpo, sentada en su entrepierna mientras sus piernas estaban un poco abiertas y su cuerpo reclinado en el sofá, mis manos se mantenían una en su cabello por detrás y la otra en su mejilla mientras las suyas estaban firmemente puestas en mis caderas aunque de vez en cuando subían y acariciaban mi cintura.

Desde mi propuesta, no habíamos vuelto a hablar, yo estaba demasiado nerviosa y apenada como para hacerlo y él simplemente disfrutaba de mis labios sin oponerse.

Nos estábamos besando cada vez más sin control, estábamos desenfrenados, no habíamos vuelto a besarnos de esa forma desde la noche del concierto, pero, a decir verdad, lo estaba disfrutando demasiado.

Es ilógico que para evitar hablar de cosas... indecentes, lo estuviera besando de una forma tan descontrolada y llena de deseo.

Quizás la práctica me ponga un poco menos nerviosa que la teoría.

Mi corazón como siempre latía desesperadamente, mi respiración era irregular y el calor se apoderaba de mi cuerpo a causa de mis incómodos jeans y por supuesto, a causa del demonio bajo mi cuerpo.

Llevábamos apenas unos minutos así pero poco a poco el calor entre nosotros iba en aumento, me separé de su boca unos segundos y nos miramos fijamente, su pupila estaba dilatada y más oscura de lo normal, sus ojos llenos de deseo me hacían temblar por dentro, el contacto visual no nos llevaría a nada seguro.

Quité mi mano de su mejilla y me acerqué a su cuello, empecé a besar su mejilla con más suavidad buscando calmar a la bestia que estaba despertando en él, bajé mi trayectoria hasta su cuello y cuando mis labios suavemente hicieron contacto con su piel, él echó la cabeza más hacia atrás y se acomodó en el sofá bajando un poco mi cuerpo de encima de él, en ese momento, sentí un nuevo bulto debajo de mí y mi corazón latió fuerte.

—Tus labios están calientes.—Me dijo en voz baja, su voz estaba rasposa y eso me provocó un ligero escalofrío.

No respondí con palabras, pero, volví a besarle, esta vez más atrás y de forma más húmeda, inconscientemente abrí un poco la boca y mi tibia lengua hizo contacto con su piel mientras mis dientes mordían muy suavemente esa parte de su piel.

Sentí su pecho inflarse y después soltar el aire por la boca, el bulto que presionaba mi entrepierna cada vez era más difícil de ignorar, sé que mis actos tendrán consecuencias y que quizás no debería jugar con fuego de esta forma, pero, no quiero dejar de provocar esas reacciones en él y tampoco quiero dejar de sentirlo debajo de mí.

Como debí suponerlo, en mi más mínimo descuido Castiel volvió a acomodarse en el sofá, tomando una postura derecha, mi cuerpo se movió junto con él y su bulto volvió a presionarme causando en mí, una sensación que ya reconocía.

Mi pelirrojo se aprovechó de mi desconcierto para apartar mi cabello de mi cuello y besarme ahora a mí, metió sus manos dentro de mi blusa y su tacto en mis zonas sensibles me hizo temblar, se separó de mí y me sonrió.

Y maldita sea esa sonrisa, cada vez que lo veo sonreír de esa manera, sé que llegué a mi perdición.

Castiel tomó los bordes de mi blusa y la subió, levanté los brazos y él en cuestión de segundos se deshizo de ella tirándola a un lado, mi pequeño brasier era todo lo que me cubría ahora y él tampoco conforme con eso, en menos de lo que pude darme cuenta, también lo había tirado en el suelo.

Tragué saliva, mi corazón estaba latiendome como si estuviera saltándome en el pecho, Castiel disfrutaba de la piel de mi espalda desnuda acariciandola con sus manos hasta que tomaron un rumbo diferente y terminaron en mis pechos.

La Suerte De Tenerte | CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora