Capítulo 28: Una canción.

2.4K 225 76
                                    

Castiel.

—Hasta entonces.—La rubia me sonrió y me di la vuelta para alejarme sin responder nada.

Estoy ligeramente, casi nada nervioso... ¡Okay, a la mierda! Estoy completamente nervioso, no he podido dejar de pensar en esta noche, en lo que quiero hacer por y para ella. Esperaba poder traerla conmigo, sería especial desde ese momento pero su rechazo me llegó de manera inesperada "Llegaré con un amigo." Al diablo, y justamente hoy se le ocurre irse con otra persona.

Respiro profundo mientras termino de quitarle las cadenas a mi motocicleta. Soy Castiel, es imposible que sienta tantas cosas por una sola y tonta rubia, desde hace mucho tiempo no me permitía querer a nadie que no fuera mi guitarra, sí, esa bella y reluciente guitarra roja, pero la rubita llegó y se metió en mi piel en el más mínimo descuido, ¡Me siento tan imbécil! Estos estúpidos sentimientos me ponen de mal humor y sin querer empiezo a actuar como un completo idiota con ella, tal vez si ella recuperara su odio por mí sería más fácil olvidarla, porque su maldita y linda sonrisa me impide hacer más que quedarme viéndola como un completo imbécil.

No lo puedo creer, le doy la mano y ella llega y toma hasta mi corazón, me comporto agradable con ella un día, veo su sonrisa y al siguiente y sin darme cuenta ya estoy perdido en sus ojos, su risa, su rubio y hermoso cabello... claro, jamás podría decírselo, lo mío es llamarla oxigenada.

Doy un suspiro pesado a la vez que me subo a mi motocicleta para volver a mi casa y tal vez pasear a Demonio.

Conduzco rápido, como acostumbro a hacerlo, sintiendo el aire darme en el rostro apartando mi cabello y haciendo que mi chaqueta pese más. Me gusta cuando ella viene conmigo, me abraza y su calidez me transmite paz y hasta de cierta forma seguridad, aunque sea una pequeña a mi lado. Desde antes de llegar reconozco la silueta de alguien frente a mi casa y mi estómago da un vuelco.

—¿Qué mierda haces aquí?—Le pregunto después de haberme estacionado frente a ella.

—Gatito.—Sonríe y se acerca a mí para rodearme con sus brazos y dejarme un corto beso en la mejilla.—Rachell me dio tu dirección y pensé en venir a pasar un buen rato con mi novio.

—Debrah.—Puse mi mano en su hombro y la empujé suave para que se alejara de mí.—No somos novios y no quiero tener nada que ver contigo, lárgate, por favor.

—¿¡Por qué!?—Me grita molesta, aparto la mirada mientras me paso una mano por la cabeza, no tengo la más mínima gana de discutir y menos con ella.

Me bajo de mi motocicleta y ella de nuevo se lanza a mis brazos, abrazándome e intentando besar mis labios, esto es realmente incómodo y no me agrada para nada. Respiro profundo y vuelvo a apartarla de mí, esta vez empujándola a la vez que camino con ella hasta que su espalda toca la puerta de mi casa, ella me mira con los ojos más abiertos pero no parece molestarse, al contrario. Mantengo mis manos en sus hombros y ella levanta su cabeza para mirarme, yo la veo fijamente con el entrecejo muy poco fruncido.

—Debrah, aléjate de mí.—Le digo sin apartar mi mirada de ella, sus ojos grandes y castaños no dejan de observarme y eso me provoca una extraña sensación de nostalgia.

—¿Por qué?—Me susurra a la vez que lleva su mano a mi rostro y aparta mi cabello, no puedo dejar de mirarla y sentirme mal, ella logra hacerme revivir lo que creía ya estaba olvidado y me hace sentir dolor conmigo mismo.

—Porque yo ya no te amo.—Le respondí y abrí la puerta, ella se tomó de mi cuello para evitar caerse cuando la puerta ya no estuvo para sostenerla. La tomé de los brazos y la aparté de mí, ella me veía fijamente y yo ahora no era capaz de dirigirle ni una sola mirada, entré a mi casa y ella entró detrás a la vez que cerraba la puerta, al menos si íbamos a discutir, prefería hacerlo dentro. Me quité mi chaqueta de cuero y la lancé a uno de los sillones.

La Suerte De Tenerte | CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora