Capítulo 16: un idiota con buenas intenciones.

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—Has estado muy callada hoy.—Volteé hacia Rosa.—¿Pasa algo?

—Debo buscar un empleo.—Suspiré.—Mi madre llamó para decirme que vendrían por mí porque no quieren seguir pagando extra por mí, la convencí de dejarme mantenerme sola con tal de quedarme aquí.

Tomé una de las papas fritas frente a mi, mis dos mejores amigos me veían con atención y con mirada de preocupación, yo levanté la vista y los miré a ambos, sonreí.

—No se preocupen, no me iré, buscaré la manera de solucionarlo.—Tomé otra papita y volví a suspirar.—Solo estoy pensando, me asustan también los exámenes de fin de semestre.

—Podría decirle a Leigh que te de un empleo con nosotros.—Me dijo Rosa.—Puedes ayudar en al tienda o servirnos como modelo.

—Es verdad.—Me dijo Alexy también.—Recuerda que estamos nosotros y te ayudaremos en todo lo que necesites.—Ambos pasaron las manos por encima de la mesa y tomaron las mías.

—Te queremos pequeña Su.—Miré a mi amiga y le sonreí.

—También los quiero.—Ellos soltaron mis manos y escuchamos el timbre sonar.—Debo irme, en la tarde iré a hablar con Leigh pero por favor no le digas nada, tengo que pensarlo aún.

—Está bien, piénsalo.—Yo asentí con la cabeza y me levanté.

—Los veo luego.—Me despedí de ellos y empecé a alejarme de vuelta al edificio, mi mente aún daba vueltas una y otra vez pensando en todo lo que me preocupaba y me llenaba de estrés, estaba llegando a un punto en el que me sentía físicamente mal, los nervios y el estrés que me producía toda mi situación me hicieron tener ganas de vomitar.

Me cago en...—Pensé antes de empezar a caminar un poco rápido hacia los baños más cercanos, salí del edificio hacia el patio y la zona de cafetería, cuando encontré los baños entré al de mujeres, me detuve frente al lavamanos y me apoyé en el con ambas manos tratando de tranquilizarme, las náuseas se me fueron después de unos minutos, me di cuenta que debía tranquilizarme y dejar de estresarme tanto si no quería enfermarme o tener algún tipo de ataque de ansiedad.

Suspiré viéndome al espejo, el viento había desordenado un poco mi cabello, me pasé las manos por él tratando de acomodarlo un poco me aparté los mechones que tenía en el rostro, abrí la llave del lavabo y mojé mis manos para luego pasarlas por mi rostro, el agua fresca me relajaba un poco y empezaba a sentirme mejor, respiré profundo y luego exhalé, en pocos minutos mi respiración estaba normal por completo y ya no me sentía mal.

Sequé mi rostro con una toalla de papel y salí del baño, sentir el aire fresco dando en mi rostro recién mojado se sentía genial, miré a mis alrededores y me di cuenta que todo estaba vacío, mis ojos se abrieron con sorpresa y me di cuenta que de nuevo, la había cagado.

Iba a llegar tarde a mi clase de lingüística y la profesora seguramente ni siquiera me dejaría entrar. Empecé a correr de regreso al edificio y como lo pensé estaba vacío y las puertas de los salones estaban cerradas, me detuve en el inicio de las gradas para tomar aire y seguir corriendo, pero la puerta de al lado se abrió, volteé a ver temiendo lo peor y pensé que definitivamente estaba acabada.

—¿Tabla?—El pelirrojo imbécil me miró confundido y aunque no era una sorpresa grata encontrármelo a él, al menos no era Nathaniel o algún maestro.

—¿Qué hacías ahí metido?—Pregunté confundida aún tratando de recuperar el aire. La puerta es azul oscura y claramente tiene un letrero de no pasar, pero conociendo a Castiel un letrero de no pasar para él significa pase y moleste.

—¿Qué haces tú acá afuera?—Me respondió con otra pregunta, antes de que pudiera responder escuchamos el ruido de una puerta abriéndose, ambos volteamos a ver hacia atrás y era la puerta de la sala de delegados, a penas pudimos ver a Nathaniel de espaldas cuando Castiel me tomó del brazo y me metió con él al lugar prohibido de donde había salido, cerró la puerta sin hacer ruido y le puso llave.

La Suerte De Tenerte | CastielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora