𝑋𝐼𝑉¦ 𝑃𝑒𝑠𝑎𝑑𝑖𝑙𝑙𝑎𝑠

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Su mirada verde estaba clavada en la pared a la que su cama estaba pegada. Podía sentir aquella mirada azul sobre ella, mirándola con ferocidad y, por más de que Sarah dormía de su lado izquierdo, tenía algo de miedo de voltear.
No quería verlo, no quería caer de nuevo. «Piensa en Oliver, él sí es real, él no es parte de tu imaginación» se decía a sí misma.
Sintió la cama hundirse a su lado y como alguien acariciaba levemente su pierna por debajo del camisón lila.

-¿Sigues pensando que soy irreal?

Su voz grave y masculina inundó la habitación, pudo sentir su olor extraño, un olor que era demasiado confuso o tal vez ella jamás había olido, pero que, por alguna razón, le parecía agradable.
Cerró los ojos y decidió ignorarlo por completo, luego de decir...

-No tengo sueño y por eso mi cerebro te manifiesta-continuó-, no eres más que una fantasía mía por leer tantos libros-explicó. Le dolió bastante decir eso, la hacía sentirse sola, sin nadie en que confiar, la hacía sentirse demencial y tan desesperada por ser aceptada que creaba personajes en su cabeza para poder conversar con alguien que no fuera su familia.

No escuchó respuesta, pero sintió como se movía hasta dejar su pecho pegado a la espalda de Sarah. El nerviosismo y calor corporal subió en ella. Le gustaba esa sensación de estar acompañada y más por él.

-Lo dijiste demasiado segura... -susurró en su oído, mientras deslizaba su mano desde la cintura de Sarah hasta colocarla entre sus piernas, por debajo de la falda, provocándole leves descargas eléctricas al sentir sus dedos acariciarla sobre las bragas-ahora dilo con duda.

Interiormente ella admitía que le estaba costando muchísimo recistirse. Su tacto sobre su piel, lo que le hacía sentir, parecía demasiado real y eso le preocupaba. ¿Acaso estaba perdiendo la cabeza? ¿Se estaba volviendo loca?
Mientras las caricias se volvían más frecuentes, Sarah soltaba suspiros más densos y comenzaba a recordar cosas del día anterior. Sus ojos, se habían vuelto amarillos al verla con Oliver, eso era imposible. Todo en él era irreal e imposible. «Honey Pie es parte de mi imaginación, él no existe, jamás existió. Estoy enferma» pensó.

-No existes-dijo con la voz algo quebrada-, es mi locura la que te crea, estoy enferma-rompió a llorar.

Al instante dejó de sentir ese tacto suave y provocador, Honey Pie la tomó con brusquedad de la muñeca izquierda y la volteó dejándola debajo de él sobre la cama. A centímetros de su rostro, con los ojos rojos y temblando de la ira... dijo...

-¿Quieres que te muestre que soy real? Entonces mañana lo verás.

Su voz era monstruosa y ella giró levemente la cabeza para ver como la mano izquierda le apretaba la muñeca, eso dejaría una marca sin lugar a duda, pero no le importó, lo que ella pensó fue... «¿Por qué me duele si no es real?».

[...]

Stan se despertó de un susto al escuchar a su hermana gritar. Su mirada se cruzó con el reloj, las 03:30 de la mañana, se deciso de las sábanas y salió del cuarto, al estar en el pasillo pudo ver la puerta de sus padres abrirse y a ellos salir tan preocupados como él.

-Ve a tu cuarto, Stan, nosotros nos encargamos-dijo Donald.

Stan dio un paso atrás, pero no se marchó, se quedó allí, expectante de lo que pasaba.
Sus padres abrieron la puerta y encontraron a Sarah sentada en el suelo, con las rodillas pegadas en el pecho y temblando de miedo.

-¿Pesadillas otra vez?-preguntó Andrea y Sarah asintió.

React; [Pennywise/Bill Skarsgård]Where stories live. Discover now