𝑉 ¦ 𝐶𝑎𝑟𝑖𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑣𝑒𝑛𝑒𝑛𝑜𝑠𝑎𝑠

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-¿Quién más podría ser?

Era él, ella lo sabía a la perfección. Se acercó lentamente, Pennywise seguía cada movimiento de Sarah con su mirada, sabía lo que pasaría así que decidió acelerar las cosas, la tomó por la cintura apegandola a su pecho... y ahí fue cuando el inicio de la desaparición de su cordura comenzó, cuando poco a poco Sarah abandonaría el papel de nenita perfecta que le obligaba a ser su madre y empezaría a ser ella misma. El primer beso de dos amantes insanos se estaba dando.
Al principio Sarah se había sorprendido y trató de separarse, pero algo no la dejó y la obligó a seguir el beso, tal vez fue su yo verdadera rogando salir; o el cansancio de ser llamada mojigata; o el ardor que sentía al ser besada por ese hombre al que llamó amigo imaginario desde hacía ya quince años.
Es que su próximo dilema no sería seguir siendo la chica perfecta que cumpliría el sueño frustrado de su madre; tampoco sería dejarse llevar por la pasión en la que Honey Pie la hacía perderse. Sino elegir entre estas dos... ¿seguir siendo un hermoso fraude? o ¿empezar a crear una hermosa perdición?
Claro que eso lo vería después, porque su mente estaba sentrada en aquel beso, aquel beso que no era como los que ella había soñado al estilo Ghost. Sino uno demencial, psicótico y pasional con ese particular sabor metálico que correspondía a la sangre pero que Sarah no identificaba. Uno que llenaba el corazón de libertad y la hacía sentir en las nubes, era como un placentero veneno que la mataría lentamente pero que la haría ser inmortalmente feliz.
Entonces Pennywise la tomó con más firmeza de la cintura y la levantó sin hacer ningún esfuerzo, instintivamente las piernas de Sarah se enredaron en su cintura y se sostuvo de los grandes hombros de él para no caerse.
Él la estrelló con la pared haciéndola romper el beso de un suspiro agusto y antes de proseguir quitó la liga que sujetaba el cabello rubio de Sarah en una perfecta coleta. Al instante los mechones dorados cayeron sobre los hombros de la chica, que lo miraba algo confundida y sorprendida, a lo que sonrió con malicia.

-Entiende, Sarah, no quiero a la copia mojigata de tu madre... quiero a la verdadera tú.

Sarah quedó perfleja ante sus palabras, pero antes de poder decir algo él comenzó un nuevo beso aún más voraz que el primero.
El calor subía y bajaba por su cuerpo, nunca se había sentido tan bien como ahora... lo que la llevaba a la conclusión de que sólo en los brazos de su amado Honey Pie podía sentirse de esa manera y de cierta forma era verdad y él pensaba lo mismo sobre ella.
Las caricias fueron tan estremecedoras que la obligaron a enredar sus dedos en el cabello castaño de su compañero. Entonces sintió como las manos de su amigo se deslizaban con delicadeza y lentitud por debajo de la blusa desde su espalda baja hasta el broche de su sostén desprendiendolo, haciendo que su piel se erizara.
Los besos de él bajaron al delicado cuello de Sarah Uris. En ese momento ella anhelaba que esas caricias que su amado Honey Pie le propocionaran se prolongaran por toda su anatomía, todo su ser estaba de acuerdo con eso. Pero antes de poder proseguir, dos golpes secos se escucharon en la puerta, justo cuando la mano de Pennywise se introducía en el sostén acariciándole el pecho izquierdo.

-¡¿Sarah, por qué tu puerta está cerrada con llave?!-exclamó su padre desde detrás de la puerta.

Al instante la mojigata Sarah volvió a aparecer y miró con horror lo miró con horror.

-¡Sueltame!-susurró alterada, a lo que él quitó su mano de abajo del sostén y la dejó en el piso, no sin antes soltar un bufido-¿mi padre puede verte?-preguntó mientras metía sus manos por debajo de la blusa y abrochaba su ropa interior.

-No si no quiero-contestó.

-Pues más vale que mo quieras-amenazó Sarah y se dirigió a la puerta, dio dos vueltas a la llave y la abrió, luego se asomó encontrando el semblante típico de seriedad de su padre-perdón, es que me estaba vistiendo, por eso cerré con llave.

-Está bien, ya está lista la cena, baja luego de vestirte-contestó Donald Uris.

-Sí, papi-dijo con dulzura, a lo que Pennywise soltó un bufido, odiaba esa falsa dulzura propia de la Sarah que mamá esperaba.

Cerró la puerta detrás de ella y sin pensar dijo...

-Eso fue intenso-no pensó sin duda, porque haciéndolo jamás lo hubiera dicho.

Al instante sus mejillas se tornaron rojas y buscó la mirada azul de él. Cuando vio la lujuria en aquellos ojos tan penetrantes de su amigo imaginario se dio cuenta que acababa de provocarlo y que no fue lo que dijo sino la inocencia con la que lo dijo. Desvió la mirada al suelo al ver su varonil caminar hacia ella, sintió sus grandes manos de nuevo en su cintura y su aliento en su oído...

-Si dices eso ahora...-su voz era grave, habla con una lentitud seductora que hacía que cada fibra de su cuerpo se pusiera alerta y que imágenes de ambos compartiendo una cama cruzaran por su mente-¿qué dirás cuando te haga mía, pastelito?

React; [Pennywise/Bill Skarsgård]Where stories live. Discover now