𝐼𝐼¦ 𝑁𝑜 𝑡𝑎𝑛 𝑖𝑚𝑎𝑔𝑖𝑛𝑎𝑟𝑖𝑜

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Andrea Uris subió las escaleras para dirigirse al cuarto de su hija. Ya frente a la puerta rosa tomó el picaporte y abrió encontrándose a su hija recostada en la cama leyendo un libro. En barias reuniones de la iglesia las mujeres de familia se quejaban de la televisión, tocadiscos, teléfonos, etcétera, porque sus hijos vivían sometidos ante estos; pero el caso de Andrea era diferente, Sarah no era fanática de esas cosas y eso a su madre le encantaba. Era un placer para la señora Uris decir ante todas las "víboras" de la iglesia que su linda nenita era mejor que todas las zorras a las que ellas les llamaban bendiciones.

Es que Sarah era la perfección en persona. Bonita, dulce, femenina, bien portada, excelentes calificaciones y apegada a su religión, sin duda del tipo que tendría un esposo ejemplar, hijos tan perfectos como ella, una casa gigante en uno de los mejores barrios de Portland y llegaría virgen hasta el matrimonio. O al menos eso le gustaba soñar a Andrea Uris, porque eso era lo único que le quedaba, soñar que su hija tenga lo que ella no pudo.

-Mi amor, voy a salir, vuelvo en un rato-sonrió complacida de la actitud de su hija-Stan está jugado con Bill y Beverly en la vereda, vigilalos de vez en cuando.

Sarah asintió y su madre se marchó, fue entonces cuando Pennywise volvió a hablar.

-Tu madre me cae mal-él estuvo sentado el cama en todo momento, pero Andrea no podía verlo.

Sarah lo miró desconcertada. Según ella no había motivo para pensar eso, su madre era buena persona. Entonces dijo...

-¿Por qué?

Pennywise la miró con seriedad, pero sus ojos aún tenían esa pizca de maldad y cinismo que sólo ESO podía tener.

-Pastelito, ¿acaso no te has dado cuenta de que vives reprimiendo lo que sientes?-sonrió-eres perfecta, jamás has hecho nada mal... te gustaría hacerlo-rió-, pero mami se enojaría y tu no quieres eso. ¿Verdad?

Sarah no contestó, simplemente lo miró fijamente a sus ojos azules, luego soltó un suspiro y se dejó caer en la cama como peso muerto.

-No sé por qué te presto atención, eres parte de mi imaginación, sólo eres un reproche tonto que me hago a mí misma.

Se puso de pie y luego de caminar un metro, se vio acorralada contra el clóset por aquel payaso al que llamaba imaginario. Bajó un poco su mirada y una de las grandes manos de Pennywise se encontraba en su cuello.
Estaba asustada, más que con Belch, pero ese miedo se fue ni bien ESO pasó su brusco movimiento a acariciarle la mejilla izquierda.
Sus ojos estaban rojos cuando Sarah los vio, pero al instante se tornaron azules nuevamente.

-¿Te sigo pareciendo imaginario, pequeña?

La verdad era que su imaginario Honey Pie y ella jamás habían tenido contacto físico, o al menos no estando Sarah consciente. Casi temblando ella dirigió su mano a la de Pennywise pero antes de poder tocarla gritos se escucharon provenientes de la calle.

React; [Pennywise/Bill Skarsgård]Where stories live. Discover now