𝐼𝑉¦ 𝐴𝑟𝑑𝑜𝑟 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑒𝑗𝑖𝑙𝑙𝑎

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Luego de aquella pregunta, Sarah recordó su curiosidad por saber si su amigo era o no real.  Cómo se sentiría luego de hacerlo, si su mano no percibía nada o él se desvanecía ante el tacto estaría consciente de que estaba loca; pero si la yema de sus dedos rosaba la fría y áspera piel del ser... sabría que aquel horrible rostro nunca fue parte de su imaginación. ¿Le tendría miedo? ¿Se enojaría? ¿lo odiaría? ¿dejaría de confiar en él? 

Se acercó hasta quedar a menos de medio metro, pero como los nervios no le dejaron avanzar más, ante eso Pennywise la tomó de la cintura con firmeza obligandola a dejar de lado el espacio entre ellos, terminando pegada a su pecho. Sus ojos estaban fijos en los de él, quitó una mano de su pecho y tocó con delicadeza su mejilla.

El semblante de seriedad que tenía Sarah llamaba la atención de ESO. No tenía acceso a saber qué pensaba la bonita rubia, si estaba nerviosa, asustada, feliz o enojada. En cuanto Uris abrió la boca para hablar la puerta de la casa se abrió de forma brusca, Sarah se dio la vuelta con rapidez encontrando a su madre más que enfadada. Andrea cerró l puerta y volvió a mirar a su hija.

Sarah estaba impaciente, la ponían nerviosa los silencios de su madre.

—¿Qué pasa, ma...?

Antes de acabar de hablar su Andrea había llegado a ella y de un cachetazo Sarah se encontraba en el suelo con su mano en la enrojecida mejilla que su madre había golpeado. La rubia levantó la mirada para ver si su amigo seguía allí, pero no, Pennywise había desaparecido.

—¿Por qué hiciste eso?—susurró, dirigiéndole a la señora Uris una mirada de sorpresa e inquietud únicas. 

—¿Adivina qué? me encontré con Sonia Kaspbrak y me contó lo sucedido hace un rato con Greta Bowie—habló molesta.

Sarah se puso de pie al instante.

—Te lo puedo explicar, ella estaba molestando a Stan y...

—¡Mentira!—gritó—estaba molestando a Beverly Marsh, ¡No a tu hermano! ¡No mientas, Sarah! 

—¿Y qué tiene de malo que haya defendido a Beverly?—preguntó incrédula.

Andrea la tomó por las mejillas con ambas manos de forma nerviosa y loca que logró asustar a su hija. 

—No quiero...que vuelvas a defender a esa ramera—sus ojos castaños mostraban algo que Sarah jamás había notado, Andrea parecía salida de un manicomio—¡¿Entendiste?!

—Sí, mamá—susurró Sarah más que preocupada y asustada. 

Entonces, en un movimiento bastante nervioso y psicótico, Andrea abrazó a su hija. La rubia estaba más que aterrada, su madre encontraba fuera de sí. La verdad era que cuando la señora Uris escuchó a Sonia Kaspbrak decir "deberías ver lo que tu hija hace cuando no estás en casa" sintió que el futuro que esperaba para Sarah se le desmoronó; porque... ¿qué hombre querría una esposa mal vista por todos? Ya lo había hablado con Donald barias veces al tema y él también esperaba ver a su hija casada mucho antes de los veinticuatro. Sí, una temprana edad, pero... ¿qué esperaban para la decada de los '50?

La puerta se abrió dejando ver al señor Uris.

—Oh, llegaste cariño—Andrea sonrió y soltó a Sarah—, hija sube a tu cuarto a leer o lo que quieras—habló con dulzura— te avisaré cuando la cena esté lista.

Estaba sorprendida, no podía negarlo, el cambio de humor repentino de su madre parecía muy raro. Subió las escaleras casi corriendo y entró a su cuarto, cerró la puerta con llave y se dejó caer como peso muerto sobre esta soltando un pesado suspiro. 

—¿Qué sucede, muñeca? ¿acaso estás cansada de tu familia?—sin duda era el sarcasmo de su amigo imaginario, pero no era la misma voz.

Dudosa levantó la mirada, encontrándose a un hombre mirando por la ventana, su cabello era castaño y era demasiado alto, dejaba en ridículo el metro sesenta y tres de Sarah. Él se volteó, la rubia quedó asombrada por el color de sus ojos, iguales a los de...

—¿Honey Pie?

React; [Pennywise/Bill Skarsgård]Where stories live. Discover now