004 | #PELIGROSO

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¿Cómo puede ser que una niña hable de esa manera?

—¿Bien?—insiste.

Asiento con temor.

Luego baja la tijera y se la mete nuevamente al bolsillo. A continuación se lleva mi mano a su rostro sin tocarlo, arrima su nariz y huele la sangre. Mis ojos la observan, desorbitados. ¿Qué se supone que está haciendo?

Entonces separa los labios y con ellos recorre el hilo de sangre que me cae desde la yema del dedo hasta la palma de la mano. Luego, abre apenas la herida y señala:

—No entiendo cómo puedes tener tanto miedo. Ha sido un rasguño nada más.

—Tú...hiciste...eso... Lamiste...la...

Ella me devuelve mi propia mano y la quito, petrificado del horror.

—Es para que te cures la herida. Presiónate y no te atrevas a mencionar esto a nadie.

—¿Cuántos...años...tienes?—le pregunto. No puede ser que sus padres le permitan hablar de esa manera.

—Eso no es asunto tuyo. ¿Acaso no te gusta la sangre?

—¡No! ¡Es asquerosa! Y puedes enfermarte, lo que acabas de hacer es...es...

—Tú me acabas de amenazar a mí con meterme en problemas y todo porque no me quisiste prestar estas—levanta la tijera y retrocedo con temor, como si me las pudiese clavar en cualquier momento.

—Estás...Estás...

—¿Loca? Lo sé. Mamá me lo dice a menudo. ¿Eres de este vecindario?

—Yo...Sí.

Señalo la casa pasando el parque.

—Justo en la esquina—añado.

Ella abre los ojos grandes.

—¡Tienes que estar bromeando! ¡¿Vives en esa enorme casa?! ¡¿Cuántos pisos tiene?! ¡¿Diez?!

—Son...Cuatro.

—¡¿Cuatro pisos?! ¿Tienen algo así como un hotel?

—N...no. Somos mi familia, dos guardias, Lila y Anabel.

—Te iré a visitar algún día.

Me altero y busco rápidamente una excusa para que ella no insista:

—¡Mamá...no me...deja recibir visitas!—me altero.

Ella frunce el entrecejo.

—Tu madre es una bruja.

—¡No hables así de ella!

—Si no te deja tener amigos, es una bruja.

—No dije que no me dejase tener amigos sino que no me deja que...entre gente de afuera.

—¿Afuera? Yo vivo lejos, pero me sé el camino de memoria.

—Pero no me...

—¡¿Nicholas?!

La voz de mamá interrumpe la conversación y ambos nos volvemos a ella. Me está buscando. Me ve cuando me arrimo al otro lado del árbol y camina hasta mí, gritando con preocupación:

—¡Vamos a casa cielo! ¡Se hace tarde! ¡Recoge tus revistas!

—¡Ya voy, mamá!

+18 Las Mentiras del JefeWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu