1. Prólogo

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Wattpad ha decidido descolocarme los capítulos, así que fijaos en el número, no en el orden que aparecen. Perdón. 🤦🏻‍♀️

Alex

Allí estaba yo, amoratada, con el labio partido y un par de dedos rotos. Tenía quemaduras en mi cuerpo y con una afilada cuchilla me habían hecho un montón de cortes, no muy profundos, sólo para torturarme con el dolor fino que me producían. Los ojos estaban tan hinchados que apenas podía ver nada por más que intentaba abrirlos. ¿Estaban ahí? ¿Volverían a por más? ¿Iban a matarme en la siguiente ronda?

Escuché el sonido de unos pasos acercarse hacia mí y me estremecí. Mi final estaba cerca, lo presentía. Pero tan pronto como vinieron, se fueron. Y yo grité. Tenía miedo, pero no soportaba más aquello. La angustia del no saber qué ocurriría, el dolor... ¿No era preferible que la muerte viniera por mí ya?

Pero entonces recordé a Maggie y no quise morir. No quería morir porque la quería. La quería pero jamás se lo había dicho. Desde que la conocí me di cuenta de que algo no iba bien. Me di cuenta de por qué ninguna de las relaciones que había tenido habían sido satisfactorias. Me di cuenta de por qué el sexo no me atraía en absoluto. Y era simplemente porque había escogido las parejas del sexo equivocado. Tenía 29 años, y no había tenido pareja en los últimos... Ni lo recordaba...

Pasó un tiempo hasta que lo admití ante mí misma. Me gustaban las mujeres, siempre me habían gustado, pero no sé por qué negué esa parte de mí. Quizás porque siempre había sido una chica recta, una chica modelo, y quizás ¿eso no entraba en lo que yo definía como ideal? Pero Maggie me hizo comprender que la integridad de una persona poco tiene que ver con las personas que ama. Ella era íntegra, recta, profesional... y lesbiana. ¿Qué tenía que ver? Y fue entonces cuando se lo confesé a mi hermana y a mi madre. Y a J'onn. Pero primero a Maggie.

Aunque no le confesé todo. No le confesé que me había enamorado de ella completamente. Que ya no podía verla como ella me veía a mí. No podíamos ser amigas, porque daba igual lo que sus labios me contaran, porque yo sólo quería besarlos. ¡Me moría por probarlos! Y ahora iba a morir allí.

Grité su nombre, llorando desesperada.

-¡Maggie!- repetía una y otra vez-.

Y una voz me contestó. Una dulce y tierna voz que conocía bien. Una voz que me devolvió a la vida.

-Alex, soy yo- me dijo tiernamente Maggie-.

¿Dónde estaba? Oía su voz claramente pero no la ubicaba. ¿A mi derecha? ¿A mi izquierda? ¿Dónde? ¿Por qué no me tocaba?

-Maggie, ¿dónde estás?- le pregunté-.

-Eso no importa- me dijo con prisas- Dime dónde estás tú.

-¿Cómo que dónde estoy? Aquí... Aquí contigo...

-Alex, céntrate, por favor- me pidió- Yo no estoy ahí. Estás sola y necesito encontrarte. Por favor, céntrate y dime dónde buscarte.

Enmudecí. No estaba conmigo. La pesadilla aún no había terminado. Y volví a llorar.

-¿Dónde, Alex, dónde?

-Estamos en un almacén abandonado,- me concentré- en el último polígono al oeste de National City. Desde que entramos en él, giramos un par de veces a la derecha y luego cinco a la izquierda. Y tardamos unos diez minutos en llegar desde el comienzo del polígono. Es verde botella, creo.

-Esa es mi chica- y noté cómo me sonreía, aunque no la podía ver- Iremos por ti. Aguanta.

-¿Maggie?- pregunté apresuradamente cuando pensé que me dejaría sola-.

-¿Sí?

-Te quiero, Maggie- le dije simplemente-.

-Por favor, vuelve a repetírmelo cuando me veas en persona, ¿vale? Esto no sirve...- me pidió dejándome confusa-.

-¿Eso significa que tú también...?

-En persona, Alex- volvió a decir antes de no responderme más-.

Maggie

Estaba atacada de los nervios junto a mis compañeros del DEO. Yo era una chica con los nervios de acero, pero Alex había sido secuestrada y nos habían mandado un vídeo de cómo la torturaban. Esa chica era tan importante para mí... Desde que me habían trasladado allí, a trabajar en una organización gubernamental creada para monitorear la presencia extraterrestre en el planeta, Alex me había tratado como si fuera de la familia. Me encantaba trabajar con ella. Con todos en realidad, pero ella era especial. Era la hermana de Supergirl (casi se cae del susto cuando se lo comenté, pero, ¡vamos! ¿Unas gafas? La relación entre ellas era igual con gafas que sin ellas, y podía verlo), y era fuerte y decidida. Le gustaban las chicas, me había confesado una vez en una de nuestras salidas a tomar unas cervezas y a jugar al billar. Sabía de mi homosexualidad y supongo que quiso hacerme ver que no le importaba. Ella era como yo. No es que esperara que ella me rechazara. Apenas nadie me había hecho sentir mal por aquello en los dieciséis años que llevaba mostrándolo abiertamente, pero el primer rechazo fue brutal. Mi padre me echó de casa con catorce años, así que supongo que siempre sentiré miedo de confesarlo a las personas que me importen de verdad. Pero, como esperaba, Alex me dio su apoyo y además me confesó lo mismo. Y ella no se lo había contado a nadie hasta ese momento. Fui la primera persona con la que se abrió y me enternecía hasta tal punto que mi Alex...

¡Mierda!

No soportaba que mi subconsciente la nombrara como MI Alex. Ella se había confesado para que yo no me sintiera sola. Los sentimientos que tenía por ella eran solo míos y debía tragármelos. No pensaba joder esa amistad por haberme enamorado de ella. De su entereza, de su bondad, de la forma protectora en que trataba a su hermana pequeña aun siendo quien era, de su valentía, de su pelo rojizo con ese corte tan atrevido, de sus labios. De toda ella.

Pero ahí estaba, siendo golpeada, siendo quemada y herida. Las lágrimas me resbalaban por las mejillas pero ni siquiera solté un gemido. Mi odio se acumulaba en cada poro de mi piel y quería matarlos. A todos y cada uno de ellos.

-¡Maggie! ¡Maggie Sawyer!- gritó una voz femenina- ¡Maggie Sawyer!

En ese momento, unos cuantos agentes apuntaron a la procedencia de la voz. Una mujer preciosa, de avispados ojos verdes y pelo negro completamente liso descendiendo por sus hombros. Un vestido negro y ajustado que dejaba ver perfectamente su silueta con todas sus pronunciadas curvas, pero que no dejaba apenas nada de piel a la vista. Era de manga larga y bajaba por debajo de las rodillas. Además, unos guantes negros envolvían sus delicadas manos por lo que sólo podía ver la piel de su cara y la que asomaba por encima de unos zapatos a juego con todo el conjunto. Y era una piel inmaculada, blanca, perfecta, que contrastaba con aquellos labios tan rojos, aunque igual de perfectos.

Yo la miré un segundo, alerta. ¿Cómo diablos había entrado ahí?

-No tengo tiempo ahora- le dije aún con los ojos llorosos-.

-Alex Danvers- dijo captando toda mi atención- Sé dónde está.

No escaparé nunca más (Supercorp, Sanvers) TERMINADAWhere stories live. Discover now