Mariposas de fuego

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🍃Vestido de Zu en multimedia 🍃

Hasta ese momento no se había escuchado en el palacio el cantar de las aves Amantei, para la última generación de elfos. Melodía tan suave, retumba en las raíces del árbol y activa las runas del lugar.

Las hermanas estaban acostumbradss aquel canto desde pequeñas, pues el ave fue rescatado por la familia desde que era un polluelo. Incluso había una pequeña cantidad de ellas viviendo en los árboles de fruta del patio de su casa.

El rey mira enternecido, casi hipnotizado por las notas, suben y bajan desde la copa del árbol hasta lo más profundo de la tierra elfica. Los ancianos cerraron sus ojos, ellos si habían escuchado la melodía hace muchos siglos atrás, cuando la especie habitaba en el árbol sagrado, antes de movilizarse a las fronteras donde no había tantos elfos y su tecnología había invadido gran parte del centro del territorio.

Las aves se habían alejado al ver que los elfos no apreciaban la magia como ahora que sí respetan las normas básicas para mantener la fauna y flora, donde las profundidades del origen volvieron a ser parte de sus vidas.

En medio de la tonada, una mente curiosa baja de la copa del árbol, siguiendo la melodía sin poder transportarse al lugar, las runas protegen el área del trono. La demonio observa desde lejos las personas frente al rey. Golpea la barrera con resignación. Tan cerca de su lugar favorito y aún hay barreras para ella.

Kurt advierte la presencia de Zu desde la distancia, dando su consentimiento a la barrera de dejarla pasar. 

Zu avanza al ver que el rey la mira, solo a ella. Siempre que ve sus ojos no puede evitar avanzar hacia el. Esos ojos la atraen como polilla a la luz. Levita una vez que llega al comienzo de la escalera, ignorando la presencia de los presentes.

Las dos hermanas abren paso a la demonio, ésta no da indicios de rodearlas. Contemplan la desnudez, el largo cabello que cae lacio en la delicada espalda, acentuando la curva de los glúteos, las caderas curvilíneas que denotan sensualidad con solo mirar. Si bien sus ojos totalmente negros y la piel color ceniza son extraños para las damas, el entrar como si nada a la cercanía del rey las deja pasmadas.

Una vez llega frente al trono, el rey baja su vista a la pequeña que sostiene al pájaro. La demonio mira primero aquel pájaro de curiosa apariencia, luego a la niña sentada en el regazo de su majestad.

—Pequeña, ella es Zu— continua mirando a la demonio a los ojos.

Despertando del ensueño de aquel verdor brillante de la mirada del rey, retrocede al ver el pájaro. En su rostro no se muestra el temor de contaminar a hermoso ejemplar.

—¡Hoda!— la niña alza sus manitas con entusiasmo.

Antes de poder hacer de las suyas, el rey le explica que son hijas de la pareja que salvaron aquella tarde. Más vale prevenir que lamentar con traviesa diablilla.

La niña la detalla maravillada de aquellos ojos.

Si bien se siente traicionada por tratar con tanta dulzura a la niña, los celos no iban ayudar a que el rey fuese suyo.

—Pajalo canta ti— retuerce la tela de su falda con timidez.

El canto comienza a disminuir al darse cuenta el pájaro de la presencia tóxica.

-Pequeña- enfoca su atención en el rostro de la niña. Le sonríe con tal confianza que la chiquilla le sonríe en respuesta. -Que hermoso cabello, ¿Te gustaría que lo cepille?- es consciente que su poder no funcionará con ella pero tiene que intentarlo.

Mi pequeña ZuOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz