Érase una vez...

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🍃Rey de los elfos en multimedia 🍃

Érase una vez un hermoso valle custodiado por los más peligrosos elfos del mundo. Distante de la afanada vida mundana, viven en constante paz con la naturaleza y familias.

Siendo tan viejos como el mundo, muchos habían muerto en las batallas libradas por otros seres sobrenaturales. Su entorno era paz pero la intolerancia entre otros seres siempre los alcanzaban a perturbar.

La conocida enemistad entre licántropos y vampiros arruinaron varios de sus territorios. Las sirenas no eran muy amigas de las arpías que surcaban los cielos pero conocieron sus batallas al arrasar con varias vidas de pequeños elfos que jugaban junto a los ríos y alimentaban veredas con magia. Súcubos, hadas, incluso seres híbridos como los magos, habían pedido su ayuda por el poder de sanación de los elfos al verse extinguirse al transcurrir de los siglos.

Muchos seres existieron en la creación del mundo, de a poco desaparecían entre batallas y olvido, sin embargo volvían gracias a la gracia de sus encantos. Sus vidas eran preciadas y necesitadas por aquellos llamados dioses. Siendo benevolentes con aquel universo,  ayudan a surgir razas perdidas. Sin embargo, las continuas guerras contribuían a disminuir la cantidad.

Los elfos habían trascendido a seres desconocidos para la raza de más corta vida, los humanos. Siendo los únicos que no poseen magia en su vida, desarrollaron algo que los elfos ya conocían y habían superado, la tecnología. Constituyendo el conocimiento su principal fuente, seguían dependiendo de sus necesidades básicas y los lujos desenfrenados, como fuente de inspiración. Eran la única raza que mantenían a raya de las demás para que no influenciara con sus maléficas ideas la vida del resto de razas. De por sí los licántropos, vampiros y magos se habían llenado de vanagloria y egoísmo, pero su destrucción no era segura como la de los humanos.

Me encantaría decir que algo perturbó la vida de cada raza, que afectaría la vida de forma extraordinaria, pero lo que estaba a punto de comenzar apenas podía comprenderse entre una pareja poco común, la más conocida pero poco apreciada.

El rey de los elfos mantiene en su territorio a una demonio desconocida, pues su origen era incierto como su pasado.

Su encuentro fue como cualquiera, algo fortuito. Algunos dicen que fue el destino o planeado por algún dios en su aburrimiento. Sin embargo, no hay duda que aquello se transformó en algo más fuerte que la amistad.

—¡Zu, deja de molestar a los guardias kubos* de una vez!— el rey sale de la gran sala de reuniones, seguido de los ancianos. Su enojo no se hizo esperar al ver como su preciado orden se desvanecía cada vez que aquella demonio aparecía en su reino.

Las facciones del rey no eran diferente de los miles de elfos que vivían en aquella región, mas aquellos ojos verdes resplandecían con gracia divina que conquistaba la atención de cualquiera que se atrevía a verlo de lejos o cerca, rareza que se manifestaba en el rey, independiente si este había muerto o no.

Su complexión era delgada, músculos se denotaban bajo la poca ropa que acostumbraba a vestir en la región. Apenas con finas telas fabricadas con magia y parte de la exuberante flora, crean colores esplendorosos que resaltan su piel tersa y suave. El tono de piel de los elfos no era solo blanca como la leche, cubrían desde los más pálidos colores hasta los más oscuros, diversidad que ninguna otra especie apreciaba como ellos.

Su majestad viste un pantalón de algodón que cae desde su cintura hasta cubrir sus pies, puesto que no suelen a usar calzado. Tela fina hace función de cinturón que adorna el borde de la prenda, ajustado para prevenir que la tela resbalara, pero abundante para agregar vida a su vestuario. Sin nada que cubriera su torso, una collar de piedra preciosa cuelga de su cuello, con un extraño color negro que parecía mostrar el universo si lo mirabas por mucho tiempo.

Mi pequeña ZuWhere stories live. Discover now