Capítulo 16: Janette Hathaway.

689 112 9
                                    

En esta ciudad sucedían cosas extrañas. "Siempre había sido así, incluso años atrás", eso es lo que mamá nos repetía a Isaac y a mí constantemente cuando eramos niños. "No os acerquéis a gente sombría" "no hagáis esa estupidez de ir a cementerios o lugares tétricos". Isaac se había vuelto todo un cobarde y un miedoso por culpa de las obsesiones paranormales de mamá.

Nunca quise creer en las mismas cosas en las que ella creía, e ignoraba sus advertencias. La gente rara me atraía, los lugares extraños no me intimidaban. Los frecuentaba para demostrarle que todo aquello que decía era infundado.

Cuando me largué para estudiar, viví más tranquila. Sin las intrigas de mamá, sin sus secretos bien guardados con la tía Brenda, y sin posar sus ojos sobre la prima Evelyn con preocupación cada vez que la visitaba, que fueron pocas veces. Ella me atraía y tenía afecto por ella. Por otro lado, me aburría muy rápido de respirar el mismo oxígeno que ella.

No fue sino por culpa de mi madre que entré en esa tienda que parecía conectar con el infierno. Muy lejos de conseguir que me alejara de esas cosas, me acercó a ella, y es totalmente su culpa que tenga a ese payaso bajo mi sombra en todo momento.

En definitiva, esta ciudad parece estar maldita. No solo por lo que decía mamá. Por ellos, esos seres que Jack conoce a la perfección, por esos asesinos desgraciados y por mucha más escoria que se oculta por aquí.

Ella. Janette Hathaway. Su historia y su destino está en manos del otro lado. Aún no he sido capaz de averiguar porqué Laughing Jack va tras de ella. Todo lo que he conseguido encontrar sobre ella son reportes de búsqueda tras su escape del psiquiátrico. Denuncias en contra de Jeff The Killer, cuando allanó su propiedad y procuró intento de homicidio en su contra previamente a su ingreso en este lugar. Sin embargo, por lo que ponía en Internet, escapó del manicomio con ese mismo asesino. Estuvo desaparecida por meses hasta que fue dejada en un hospital, los agentes suponen que ha sido ese mismo asesino loco de atar quien la abandonó allí. Tras eso, ella volvió a huir, lejos de la ayuda policial y de las pocas personas que se preocupaban por ella. Ciertas personas crearon en Internet un muro de apoyo a Leia, su amiga. Miles de comentarios dándola apoyo y asegurando que Janette volvería fueron colgados día tras día.Finalmente, lo hizo. Regresó después de varios meses en paradero desconocido. Producto de su salud mental, sus interrogatorios fueron pospuestos y se reincorporó a su vida normal. Se negó a acudir a ayuda profesional, y por lo último que publicó su amiga en las redes sociales para tranquilizar a la gente que tan preocupada estaba por ella, Janette tendría su interrogatorio en dos días. Esos dos días, nos llevan a hoy. Después de eso, es muy probable que la dejen en paz.

Eso es todo lo que tengo. Laughing Jack no responde mis preguntas. De hecho, ya ni se manifiesta frente a mí, para no tener que hacerlo. Reaccionó de manera muy agresiva cuando mencioné el nombre de ese asesino, famoso por su sonrisa eterna. Me sacó hasta los dientes, y bufando con el ceño fruncido, lo único que me dijo fue "encuéntrala ya".

Me molesta tener que mover el culo para encontrar a una chica que no tiene nada que ver conmigo. Una chica que probablemente debe estar zumbada de la cabeza entre tanta movida que ha tenido en su vida. No obstante, sino hago lo que ese payaso malhumorado me pide, no me va a dejar en paz no importa cuando trate de librarme de él.

Demonios.

.

.

.

Me había costado un infierno el llegar hasta la comisaría. Con esto de llegar y encontrarme con un nuevo barrio, aún no me he adaptado como debería. Siempre se lo dije, y lo diré, mamá no debería haber vendido nuestra casa para comprar esta aquí. Bueno, este inmueble no está mal, pero no me gusta esta zona, la gente y lo que aquí sucede. Si mamá repetía veinte mil veces la cantidad de cosas sobrenaturales que sucedían donde solíamos vivir, no entiendo como no lo hace aquí, en Denver.

Y ahora tenía que esperar a que a la condenada se le dieran las ganas de salir de la estación policial. Bueno, por lo menos, no tenía a Jack susurrando en mi oído estupideces e insensateces. En resumen, todo lo que acostumbra a soltar por la boca.

Diez minutos aquí parada. Comenzaba a cansarme, cuando de la nada, apareció. Cuando salió de la comisaría, comencé con el plan. Choco con Janette que iba de camino a casa. Más baja que yo, pelo castaño y liso, por debajo de los hombros, bastante blanquita de piel y con una mirada exhausta.

—Lo siento— le susurro. Me tomaba algo más de tiempo para analizarla completamente.

Las comisuras de mis labios se curvan sin poder hacer algo para remediarlo. Interesante, me mira dudosa y algo angustiada. Pasó de largo, tratando de ignorar su extraño encuentro conmigo, pero por algún motivo no es capaz de apartar de mí esa mirada asustada. Hasta que la perdí entre la multitud.

—Debes de estar aguantándote la risa, ¿cierto?

Y entonces me dejó oír esas carcajadas suyas.

—Deja de esconderte en mi sombra.

Y apareció justo a mi lado. Ojala hiciese siempre lo que le pido. Desafortunadamente, esto no sucede casi nunca.

—Estás haciendo un buen trabajo.

No tendría que hacer ninguna clase de trabajo si no fueras mi puta maldición.

—Que te den.

¿Por qué demonios le había pedido que saliese de mi sombra? Era más cómodo tenerle ahí y en silencio que tenerle caminando a mi lado y balbuceando cosas sin sentido, como hace usualmente.

—No puedo esperar más. Los músculos de mis manos se tensan.

No preguntaría porque no me iba a responder. En cualquier caso, los asuntos que tenga con esa chica han pasado a valer lo mismo que la basura para mí. Terminaré de hacer lo que me pide y me libraré de su presencia para siempre, eso es todo lo que me preocupa por el momento.

Demonios, ¿es que no piensa callarse ni un maldito segundo? Estaba harta de sus comentarios. No me importaba lo que pudiese esperar o no, tampoco lo que le ocurran a sus manos o al resto de su cuerpo. Prácticamente continuo a su lado por  obligación, y lo detesto.

—Lo estás haciendo increíblemente bien, Carrie. Me gusta trabajar contigo.

¿A qué le llamaba trabajar, eh? ¿A obligarme a perseguir el trasero de esa chica, verdad? Porque no había otra acción que estuviese realizando. Solo seguirla aunque no quiera hacerlo, y todo porque el payaso tiene cuentas pendientes con ella. Cuentas que, por si fuera poco, no ha tenido la delicadeza de confiarme para facilitarme el trabajo. Esos detalles podían haber sido cruciales, y no hubiese malgastado tanto tiempo reuniendo información por mi cuenta. Eso es todo lo que consigue con sus secretismos, retrasar esa encuentro que tanto desea, y que por propias palabras suyas, no puede esperar ni un segundo de su tiempo más. Payaso inepto.

De cualquier forma, me conviene que esté de buen humor. Es más fácil lidiar con él cuando se comportaba como un mocoso de cinco años que cuando actuaba frío y calculador, eso estaba claro.

—Recuerdo que había una tienda de helados en esa calle hace por lo menos treinta años, ¿sigue ahí?

Pestañeé un par de veces para borrar su sonrisa infantil de mi rostro y comprobar que sus palabras habían sido una invención mía, pero no era así. Eso es lo que había dicho y esperaba atentamente mi respuesta. Pero, ¿cuantos años tenía este payaso?

—Sí.

—Pues vamos, ¡siempre fueron los mejores!

¿Pero este payaso se cree que yo estoy deambulando por la calle porque me aburro o algo?

—Conociéndote, será lo más parecido a una cita que tengas.

Cretino. Payaso engreído y estúpido.

Let me in | Laughing Jack #CreepyAwards2019Where stories live. Discover now