Capítulo 9: Fin del trato(I).

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Por fin en Denver, qué agotamiento.

La verdad es que resulta que mi paciencia era ilimitada, porque es logrado aguantar todos y cada uno de los comentarios que claro, únicamente yo podía escuchar, por parte de ese payaso tétrico.

De hecho, me atrevería a decir que lo único bueno de todo el viaje ha sido el desmayo de la azafata, que a propósito, aún me pregunto cómo es que Laughing Jack ha conseguido provocarlo.

De cualquier forma estoy de mejor humor. Aunque exhausta, por fin he salido de toda esa muchedumbre que se acumula en los aeropuertos. Lo mejor que puedo hacer ahora es tomar un taxi y que me lleve a la dirección que la prima Ev me envió.

Sacudo mi brazo en el aire como señal al taxista. Este se para justo en frente de mí, esperando a que suba. Golpeo ligeramente la ventanilla con mis nudillos y esta se baja. Observó a la mujer estupefacta antes de proceder a preguntarle por la dirección en cuestión. Era muy joven para estar trabajando de taxista, o bueno, eso me parecía a mí. Le muestro mi teléfono con la dirección escrita en él. La chica asiente, sabe donde queda esa zona y accede a llevarme allí. Se da cuenta de que llevo una maleta y baja del coche. Que lenta. Por fin, la toma y la guarda en el maletero.

Suspiro. Estoy demasiado cansada y la verdad es que me traen sin cuidado las condiciones de la chica, por lo que está vez lo dejaré pasar. De cualquier forma, espero que alguien más perciba la incompetencia de la muchacha y tome cartas en el asunto.

Entro en el coche y me pongo el cinturón. Lo cierto es que no había dormido nada en el avión por culpa de ese payaso charlatán y ahora me caía de sueño. Menos mal que por fin, tengo que dejar de oírle.

—¿Señorita?— toca la ventanilla. ¿Ahora qué?— ¿Esta caja también es suya?— dice con el elemento en sus manos.

La ha tocado. ¡Maldición! Mis manos empiezan a sudar y mi pulso se acelera. Se forma un nudo en mi garganta que me está costando deshacer, y en adición mis pensamientos son tan confusos que no sabría que responder.

Inspiro una gran cantidad de aire, y trato de poner en orden mis pensamientos. Sea lo que sea que esté mal, no logró recordar que hay de malo acerca de tocar la caja. Me duele la cabeza.

—¿Señorita?

Asiento con la cabeza de manera involuntaria. Nada era coherente en el interior de mi mente y estaba verdaderamente cansada.

La chica no pierde entonces el tiempo y se apea en el coche con la caja en sus manos. La coloca en el asiento de copiloto y se pone el cinturón. Gira la llave que activa el mecanismo que enciende el motor y revisa el papel con la dirección que le había dado.

Apoyo mi cabeza contra el cristal del coche. No se cuanto tiempo tardaré en llegar allí o como de lejos estaba en primer lugar. Los párpados me pesan y siento un cosquilleo particular por todo mi cuerpo.

Justo cuando estaba a las puertas de caer dormida, el coche da un frenazo. La muchacha se disculpa y frena cuando el semáforo se torna rojo. Recoge la caja del payaso que se había caído del asiento cuando había dado ese frenazo.

—¡No la toques!— exclamo, sin ser verdaderamente consciente de porqué.

La chica se disculpa y la deja en su lugar, caída. Me llevo las manos a las sienes y las froto, mi cabeza es un caos.

«¿La has abierto, Carrie? No hay que tocar la caja»

—¿Has dicho algo?— le pregunto a ella. Niega con la cabeza.

Demonios. Esa voz no me deja pensar con claridad, ¿dónde narices la habré escuchado? No soy capaz de recordar nada acerca de ella.

Otro frenazo. Chasqueo la lengua en señal de molestia. Sabía que la chica era algo inútil, pero es que por lo que estaba viendo era un peligro para la seguridad vial.

Inútil pero no tonta, se percata de lo insatisfecha que estoy con su trabajo. Se disculpa y explica que es nueva y no se cuantas paparruchas más. Lo cierto es que me da igual, si una persona no sirve para ofrecer esta clase de servicios no tiene por qué hacerlo en primer lugar. Habrá algo que se le de mejor que esto.

—Le parecerá extraño, pero me ha parecido ver un payaso sentado a su lado. Me impactó tanto que frené instintivamente.

¿Ha podido ver al payaso? ¿Cuando? Se supone que no puede salir de la caja hasta que lleguemos a Denver. ¡Pero claro! Ese inepto hace lo que quiere y cuando quiere, la peor parte es que no puedo hacer nada si no quiero parecer trastornada discutiendo con la nada. Menos mal que todo se termina cuando alcancemos Denver.

A partir de ahí, nuestro trato quedaría disuelto. Adiós cosas extrañas que la ciencia no puede explicar.

Demonios, ¿porqué a mi? Siempre me he reído de los crédulos que creían en fantasmas y espíritus. En concreto, trataba de hacerle ver a la prima Evelyn que ese "fabricante", ese monstruo que solía ver sólo estaba en su mente. Y ahora me veo obligada a caminar con un payaso terrorífico de lado a lado.

—Falsas visiones. Falta de sueño. Date prisa, estoy cansada.

—Lo siento mucho, señorita. Tiene razón.

La chica parecía convencida de lo que decía pero no discute mis alegatos. Devuelve la vista al frente y cuando el semáforo se pone en verde, comienza de nuevo el recorrido. Se disculpa siguiendo la norma de "el cliente siempre lleva la razón" y en parte es la decisión más inteligente que podía tomar. A pesar de que a mi no me gusta que me den la razón como a los tontos, disfruto teniéndolo aunque sea de esa ridícula manera.

Continua conduciendo esta vez sin distraerse en absoluto. Para ser franca, su conducción mejoró desde el incidente en el semáforo. Quizá, y sólo quizá, la muchachita tenía razón y había sido culpa de Jack por tener esa cara tan terrorífica y aparecerse en lugares que no debería.

Ese payaso siempre encuentra la forma de arruinar las cosas. Ya sea con sus muecas, los sonidos extraños que emite o con su comportamiento extraño.

Según internet, y sin entrar en diferentes rutas, la media de tiempo que se tarda en llegar a Denver. Y sobrepasamos esa media, y lo que tarda uno de los recorridos más largos. Niego con la cabeza, será una de esas tácitas de taxistas para ganar más dinero, puesto que cobran por tiempo y dinero.

Solo estoy exagerando, pero es que necesito llegar a Denver cuanto antes. Tener a ese payaso revoloteando a mi alrededor me perturba. Por encima de  todo, soy yo la única desgraciada que tiene la mala suerte de sufrirle.

Además, estoy cansada. Quiero dormir. De lo contrario, estas ojeras que traigo se extenderán hasta el suelo. Por culpa de Jack no he logrado descansar ni una sola milésima de segundo, y de verdad que lo necesito. Al menos después de todo lo ocurrido. Para colmo no dejó de oír esa voz en ciertas ocasiones, la voz de un chico.

Estar cerca de ese payaso me está afectando de manera negativa. A este paso, terminaré volviéndome totalmente loca.

Let me in | Laughing Jack #CreepyAwards2019Where stories live. Discover now