Cápitulo 10: "Fin del trato".

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Le pago a la taxista por sus pésimos servicios y bajo del coche. Por lo menos agradezco que me haya dejado en una zona de tránsito donde podré informarme sobre como llegar a casa de la prima Evelyn.

Pero más importante, tengo mis pies sobre las calles de Denver. Oficialmente nuestro trato ha llegado a su fin, por lo que no tendré que volver a ver la cara de ese extraño payaso nunca más. Con un poco de suerte.

¿Dónde podía dejar la caja? En realidad no me importa la suerte que corra, hablando tanto por la caja, como por él. Tampoco me importa el próximo desgraciado que se interese por ella y termine cargando con Laughing Jack hasta que consiga librarse de él. Aún as, necesito encontrar un lugar donde dejar la caja sin que nadie lo vea. Hay gente muy toca narices últimamente.

He tenido algo de fortuna esta vez. A estas horas, no hay tantas personas por las calles y las pocas que hay van a lo suyo. Eso se traduce básicamente en la ausencia de toca narices que mencioné anteriormente. Fantástico.

Me detengo frente a unos cubos de basura y coloco la horrenda caja oscura sobre uno de estos. Como supuse, nadie presta demasiada atención a alguien que se acerca a los cubos donde solo se dejan desperdicios.

—Ni se te ocurra.

Desvió mi mirada hacia mi izquierda y alzo la vista para encontrarme al payaso enfurecido.

—Estamos en Denver. Técnicamente hace diez minutos que nuestro trato finalizó.

Levanto el asa de mi maleta y trato de alejarme de los cubos de basura antes de que al payaso se le ocurra decir algún bobada. Estaba ciertamente cansada de tener que aguantarle durante todo el trayecto.

Sin embargo, no consigo abandonar la zona. Ni siquiera logro alejarme lo suficiente de él, porque me retiene con su fuerte agarre. Sus zarpas se clavan en mi brazo, punzantes.

Todo este tiempo he podido verle y escucharle. Pero no había sido capaz de tocarle. Aunque si somos consecuentes, es él quien ha establecido contacto físico conmigo en primer lugar. Parecía mentira, su tacto parecía irreal.

Pero era totalmente real. Donde los demás sólo veían una figura actuando extraño, en lugar había otra enorme figura terrorificamente real.

—Te propongo otro trato.

—Primero sueltame.

Duda al principio en si liberarme de su agarre o no. Finalmente, opta por hacerme caso y libera mi brazo. Aprovecho para tomar mi maleta y continuar mi camino tan pronto como le digo que no me interesa.

—Cuidado donde pisas.

No era capaz de comprender como la pesada tapa de la alcantarilla se había esfumado justo cuando iba a pisar por ahí.

El golpe que me di acto seguido fue el más doloroso de toda mi vida. Una de mis piernas se coló por el agujero, haciéndome caer hacia abajo y golpeándome en la entrepierna contra los bordes de la alcantarilla.

Maldito payaso del demonio.

—Perderás tu suerte si no estas de mi lado, ¿ves?

—Vete al infierno.

Camina con bastante tranquilidad y con un aire burlesco hasta colocarse justo en frente de mí. Toda la gente me mira como si estuviese loca, y algunos se ríen. Natural, me veo ridícula medio dentro de la alcantarilla.

—Te necesito, no te voy a mentir— sonríe el desgraciado— Pero tu me necesitas a mi.

Trato de salir de la alcantarilla por mis propios medios, ignorando en todo momento a Laughing Jack, pero nada da resultado. Y para colmo en dolor del golpe me está matando.

—Puedo hacer que dejes de sentir dolor.

No quería atender ni por un segundo a las ofertas del payaso. Él es quien me había tendido una trampa, no necesito ni su ayuda ni sus ofrecimientos de quitarme el dolor. No es que él sea mi suerte, es que se encarga de proporcionarme una mala con solo alejarme de él.

La gente no deja de mirarme pero nada acude a ayudarme. Escoria. Algunos están sacando sus móviles con ánimos de grabarme. No lo permitiré.

—Está bien — digo entre dientes— Hazlo.

Coloca sus enormes brazos en mis costados y me alza hacia arriba, sacándome de la alcantarilla. Tras su tacto, dejo de sentir ese dolor en ciertos lugares que me hacía querer desaparecer.

Pero no había aceptado para dejar de sentir dolor o salir de aquí. Había aceptado para hacerle otra petición muy distinta.

—Hazlos desaparecer, a los de los móviles.

No quería tener que depender de él. Pero de cierta manera, usar su poder a mi conveniencia era una idea que no abandonaba mi mente, no importarse cuanto tratara de sacarla de mi cabeza.

—Supongo que eso es que tenemos un nuevo trato, ¿cierto?

—Solo hazlo.

Detestaba tener que recurrir a él, pero no había nada que pudiera hacer en ese momento para evitar que se burlaran de mi y me grabaran con sus teléfonos móviles. Basura. Yo no soy como ellos, merezco estar en lo más alto y es donde estaré. ¡Estúpidos! Nadie se molestó en ayudarme a salir de ese agujero, sin embargo no tardaron ni medio segundo en tomar sus móviles para comenzar a grabar toda la escena. Probablemente con la intención de colgar el vídeo en alguna plataforma y hacerlo viral, sacarse un dinerillo a costa de ridiculizar a otra persona. Reitero, escoria, nada más que masa poblacional.

Me doy la vuelta para tomar de nuevo la caja de donde la había dejado y me encuentro con un niño tratando de alcanzarla.

¡Maldito mocoso!

Me acercó con velocidad y tomo la caja antes de que pueda llegar a tocarla.

—¡Esto es mío!

Cuando me volteo observo que Laughing Jack ha hecho de esa magia extraña suya. Provocó una explosión de los teléfonos de aquellos que trataban de grabarme.

Eso les pasa por meterse conmigo.

—¿Nos vamos?

—No te soporto.

Laughing Jack, sonriente, anda a mi lado y continuamos juntos nuestro camino hacia la casa de mi prima. Le odio, es demasiado insoportable, porque lo hace todo a propósito para molestarme. Odio tanto tener que compartir el mismo oxígeno que él.

Bueno, a saber si necesita oxígeno. Es un payaso tan extraño. Con esa nariz en forma de cono tran extravagante.

Sabía que tener a Jack sería beneficioso en muchos sentidos. Por el momento, él haría lo que yo le pidiese sin duda algún. Por otro lado, estaba realmente molesta por tener que aguantar su actitud de niño, sus bromas y sus burlas. Nunca me gustaron los niños y tener continuamente cerca a un extraño ser que se comporta como uno era un dolor de cabeza. Solo una pregunta rondaba mi mente. Yo puedo pedir lo que quiera y cuando quiera que por el momento no se niega a complacerme, pero supuestamente tenemos un pacto, y por ello, tengo un papel que cumplir, algo que ofrecerle. Sin embargo, no me ha pedido nada. ¿Qué es lo que se supone que me toca hacer?

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Carrie cree tener el control. ¿Qué pensáis?

Let me in | Laughing Jack #CreepyAwards2019Место, где живут истории. Откройте их для себя