Capítulo 4: Fuera de la caja

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Me duele la cabeza un horror. Es que es como si tuviese dos enanitos retorciendo una tuerca en mi cerebro. Siento que va a a explotar.

Me incorporó y siento como si mi cerebro se hubiese congelado. No aguanto más esta jaqueca, necesito pastillas. Y aún tengo que hacer la maleta, el vuelo sale mañana. Está claro que no debo esperar hasta el último momento para hacer las cosas, así que me tomaré la pastilla y esperaré a que se me pase un poco el dolor. Después, me enfrascaré en la aventura que supone lograr que todo lo que necesito entre en la maldita maleta.

Tengo llamadas perdidas de Jake y cientos de mensajes. He tomado la determinación de no responderle a los mensajes ni devolverle las llamadas. Si quiere arreglar las cosas conmigo va a tener que ser en persona​.

Busco las pastillas que me recetó él médico de cabecera para mis repetidas jaquecas y me dirigió a la cocina, para tomarlas con un vaso de agua. A cada paso que doy siento como si mis sesos palpitaran, en realidad es un dolor muy molesto.

Me senté en la mesa y eché la cabeza hacia atrás. Pronto dejaría de doler, eso es todo. Argh, estaba acostumbrada a tomar las manzanillas que Jake me preparaba cuando la cabeza se me ponía como un bombo.

Mi teléfono comenzó a vibrar sobre la mesa de cristal. Ayer lo puse en vibración cuando no dejaba de sonar a causa de Jake. ¡Y hablando del rey de Roma! Pero no creas que cederé, tú mejor que nadie sabes lo soberbia que soy. Mi teléfono continuaba vibrando sin parar. A este paso cambiaría mi smartphone a silencio total, durante doce horas. Con suerte y así me deje en paz.

Si no tiene el valor de venir hasta aquí y afrontar la situación cara a cara significará que no es para el tan importante nuestra relación. Desde pequeña, cuando papá nos abandonó, aprendí esa pequeña lección. Aunque mamá fuera tan buena hasta el punto de ser estúpida, queriendo alejar ese sentimiento de rencor que le guardo a mi padre.

Por suerte, nunca he añorado esa figura paterna. Tú nos has llenado a Isaac y a mi de cariño y buenos momentos, de amor incondicional y de aromas indescriptibles. Eras tan parecida a la tía, que en paz descanse. Las dos os entregabais en cuerpo y alma a los demás sin exigir nada de vuelta, colmabais de amor nuestros corazones por el simple hecho de que nos amabais más que a vosotras mismas. Si el resto de los humanos compartiéramos esa característica, el sufrimiento colectivo estaría completamente extinguido.

Siempre que tomo estas pastillas divago en mis pensamientos sobre mamá y la tía. No creo que tenga nada que ver, pero me hace sentir nostálgica y arrepentida. Arrepentida por no haber podido ir al funeral de la mejor tía del mundo. Y nostálgica por querer volver a aquellos tiempos en los que era tan feliz. Tiempos que no podré volver a recuperar jamás.

Dirigí mi vista a la caja que tan curiosa me traía desde que la compré. Comencé a palpar con interés los grabados tan peculiares que llamaban mi atención. Pude reconocer símbolos que asocie a un lenguaje, probablemente, claro que no entendía de este. ¿Cuaños años ha de tener esta caja?

Me parecía un regalo apropiado y curioso a la vez. Pero ni siquiera había comprobado que lo fuera. Hablando desde el desconocimiento, y espero equivocarme, esos grabados podían ser un lenguaje muy antiguo. Quien sabe que pueda ocultar una caja con unos grabados tan extraños, ¿cómo puedo regalarle esto a un niño sin saber lo que contiene? ¿en que estaba pensando?

En el maldito de Jake.

Impulsivamente, diré la manivela que se encontraba en el lado derecho de la caja. Pude escuchar como un mecanismo se iba activando, hasta que no podría girarla más. Tras unos segundos de inquietante silencio, una música especialmente alegre comenzó a sonar, pero no ocurría nada. Sólo sonaba. Su melodía me producía una sensación de gran alegría, pero no sucedía nada más. ¿No se puede abrir, acaso? ¿He comprado una caja de musica con grabados raros? Que decepción, no puedo regalarle algo así a Jason. Hoy en día ya tienen otros medios para escuchar música.

Pensé que al ser tan peculiar desde fuera ocultaría algo más en su interior. Pero supongo que me equivoqué. Aunque si algo me parecía extraño, era que la melodía no se detuviese. La canción que tan alegre sonaba al principio fue cambiando a tonos más graves. Ahora era esta melodía la que me producía una sensación de gran ansiedad.

Tomé el vaso de cristal en mis manos para llevarlo a lavar, alejándome del sonido agravado de la caja de música. Para cuando dejé el vaso en el fregadero, oí como la musica paro para accionar la apertura de la caja. Me di la vuelta para observar la silueta de lo que parecía un payaso normal y corriente. Bueno, ese fue mi primer pensamiento. Porque al observarlo con detalle, tanto sus colores como su expresión me ponían los pelos de punta. ¿Es un buen regalo para un niño, un payaso con dientes afilados? De ningún modo.

Justo entonces sucedió que el timbre de mi apartamento sonó como loco. Acompañado de golpes en la puerta, y la voz de Jake algo agitada a través de esta.

Al fin se había dignado a venir.

Cerré la caja del muñeco terriblemente feo y la dejé sobre la otra mesa de madera.

Me apresuré a abrirle la puerta y este entró algo más que enfadado. Su frente sudaba y revisaba mi casa con sumo cuidado y meticulosidad. Yo, me crucé de brazos esperando dos cosas. Una era, claramente, su disculpa por lo que sucedió el día anterior. Y la otra eran explicaciones por su comportamiento actual. Llega de la nada y examina mi casa todo alterado como si tuviese una bomba bajo la tarima.

—¿Dónde está lo que has comprado?

Chasqueé la lengua en señal de molestia. ¿Acasi creía que le iba a dirigir la palabra sin unas disculpas apropiadas? Me dejó plantada en una tienda de mala muerte a mi suerte.

—Carrie, por favor.

No señor, las cosas no funcionan así. Aunque me empieza a preocupar que esté tan exaltado de la nada.

—Antes que nada dísculpate.

—¡Bien! Perdón Carrie, no fue mi intención.

—¿El qué?— cuestioné.

—¡Lo que sea que haya hecho! ¡Ahora dime donde está la caja!

¡Esto es el colmo! Ni siquiera está siendo serio cuando se disculpa. Lo único que quiere es esa maldita caja que vete tu a saber como es que descubrió que la compré, si me dejó tirada en ese lugar.

—Es un regalo para mi sobrino Jake, para con este extraño comportamiento.

—Carrie, ¡la caja!

Continuó avanzando en mi casa hasta que la visualizó sobre la mesa de madera. Entonces se escabulló de mis preguntas hasta que la tuvo en sus manos y de nuevo, mirándome a los ojos, me preguntó en un tono que nunca había escuchado en él.

—¿La has abierto?

No parecía vacilar cuando hablaba. Es más, esa expresión de seriedad con algo de temor en su rostro comenzaba a hacerme preocupar. ¿Qué había de extraño con esta caja que lo traía tan alterado?

—Carrie, necesito que me lo digas.

—¡Sí, Jake! ¡No sé que demonios te está pasando, pero si quieres saberlo pues sí! He abierto la caja.

Comenzó a negar notablemente, sudaba aún más y sentí que ahora sí entendía las cosas aún menos. Se supone que era el regalo perfecto, y aunque no lo fuese, ¿qué le traía tan preocupado? Solo es una caja de música con un payaso que salta al son de la canción.

Me arrepentí de haber pensado eso. Una sombra enormemente oscura se alzó tras la espalda de Jake.

—J-Jake...

—Tienes que deshacerte de ella, cuanto--

La caja se precipitaba al suelo al mismo tiempo que la respiración de Jake se detenía. Lo que sea que estuviese detrás de él acababa de penetrar en sus adentros a ritmo de esa música tan animada. Retorció su mano en su estómago, haciendo picadillo todos sus intestinos.
Mi tarima se estaba cubriendo de la sangre e órganos de Jake. Entonces, esas manos enormes atraparon la caja antes de que chocara contra el suelo ensangrentado. El cuerpo de Jake se desplomó sobre mí. Estaba bajo su cadáver. No podía mover ni un músculo ni articular palabra. Sólo inundarme en su sangre.

Un rojo carmesí y negro opcaco eran todo lo que mis sentidos alcanzaban a captar mientras que el miedo paralizaba mis reacciones sin que esa terrible melodía dejara de sonar.

Let me in | Laughing Jack #CreepyAwards2019Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ