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Conmigo nada es fácil ya debes saber, me conoces bien y sin ti todo es tan aburrido. — Sin que ella se diera cuenta la cámara del teléfono de Joaquín enfocaba a Luz. — El cielo está cansado ya de ver, la lluvia caer y cada día que pasa es uno más parecido a ayer no encuentro forma a alguna de olvidarte porque seguir amándote es inevitable. — Pero llego un momento en el que ella lo noto. — ¿Que estás haciendo?

Joaquín reía con maldad mientras seguía grabando. — Nada.

— ¿Nada? ¿Me estás grabando no hijo de puta? — Joaquín seguía riendo y negaba con la cabeza mientras Luz se acercaba a el con maldad. — ¡Más te vale que hayas terminado de lavar los platos para estar sentado ahí! — Le reprochó y el sin darse cuenta público el vídeo en su cuenta de Instagram.

— ¡No! — Exclamó llevándose la mano a la cabeza.

— ¿Lo publicaste? — Le pregunto Luz y el asintió mientras la tucumana comenzaba a reírse. — ¡Karma, Joaquín, KARMA!

Le gritaba mientras se reía en la alfombra, de repente un llanto comenzó a hacerse sentir por toda la casa.

— Se despertó. — Musitó Luz y suspiró.

— ¡Voy yo! — Le advirtió Joaquín y se levantó del sillón. — ¡Tengo que familiarizarme con el!

Luz aceptó y se quedó hipnotizada mirando la espalda de Joaquín, alejándose del living.

Minutos después Joaquín volvió sin Federico.

— ¿Lo tiraste por la ventana? — Le pregunto Luz graciosa y el negó con su ceño fruncido.

— ¡Se durmió Luz! — Le recriminó. — Le cante una canción y se durmió.

Luz se acercó a él y lo abrazo mientras la mirada de ambos se posaban en el ventanal que daba al patio de su casa.

— Extrañaba está comidas, está paz. — Emitió Luz sin mirar a Joaquín. — Extrañaba que solo seamos vos y yo.

— ¡Ya estamos en casa Luz! — Joaquín acariciaba su cabello con suavidad. — ¡Ya somos solo nosotros dos! Y bueno, ahora Fede, que es el rey de la casa.

Luz lo miro con una sonrisa de par en par en su rostro, se refería a su hijo como si fuera suyo, por más que el sabía que no era suyo. Desde que Federico salió del hospital, Joaquín no permitió que le faltará nada, ni a él ni a su madre.

— ¿Hablaste con Paulo? — Le pregunto sin soltarla. Ella negó sin mirarlo.

— No responde mis llamadas. — Musitó. — Le avise que nos dieron el alta hace una semana, me visteo y desde entonces no responde. — Miró a Joaquín a los ojos. — ¡Se comporta como un nene de cinco años!

— Dale tiempo para pensar. — Joaquín tomó sus manos y profundizó la mirada. — No sabes qué pasa por su cabeza.

— ¡No lo defiendas! — Se exaltó. — Lo que el haga de su vida a mí me importa poco, pero que se acuerde que ahora esta Federico, porque después se da el lujo de decir que es el mejor padre y no está nunca, pero se queja cuando vos consentis a Federico.

Joaquín no respondió, sabía que era preferible no hacerlo a que provocar una discusión con Luz.

El teléfono sonó rompiendo el momento tensó y para su mala suerte atendió Luz.

¿Hola? — Se escucho un suspiro pero nadie respondió.

— Veo que conseguiste lo que querías. — El acento español y la voz femenina llevo rápidamente a que Luz reconozca de quién se trataba. — ¿Además de hacerse cargo de vos también se hace cargo de tu hijo?

PERFECTA • Joaquín Correa • [Wattys 2018]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora