Capitulo 21

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—Bueno, esa es mi línea de salida —murmuró Cassidy dándome una mirada de disculpas y escabulléndose por mi lado.

Volteé hasta quedar frente a Caleb, estaba definitivamente cabreado.

—¿Quién te trajo, Jess? —volvió a preguntar tensando su mandíbula. Me gustaba verlo celoso, pero a veces lo encontraba demasiado posesivo.

—Un compañero de trabajo, no pasaba ningún taxi y se ofreció a darme un aventón —susurré sintiendo que me hacía cada vez más pequeña —. Tú dijiste que no querías que caminara...

—¿Te gustó? —inquirió acortando unos pasos en mi dirección. Podía sentir la tensión en el aire, pero no me asustaba. Por el contrario, quería abrazarlo y tranquilizarlo.

—¡Claro que no! Ni siquiera recordaba su nombre —comí los últimos centímetros que nos separaban y abracé su cintura —. Me has arruinado para otros hombres. Solo te quiero a ti, te quise por tanto tiempo que ahora no voy a dejarte.

—¿Ah, sí? ¿No te has cansado de mí? —murmuró envolviendo sus brazos sobre mí cuerpo.

—Nunca podría cansarme, aunque...

—¿Aunque?

—Tienes que dejar de ser tan posesivo, ¿no confías en mí?

—Confío en ti —resopló y dejó caer su frente contra la mía —. Pero no confío en la  población masculina. Quiero reclamarte y decirles a todos que eres solo mía.

—Caleb, pasé años estando sola y sin que nadie me notara. Créeme que ahora eso no va a cambiar. Ni siquiera entiendo como tú te has podido fijar en mí.

—Realmente estás loca. Además de ser hermosa, eres inteligente y divertida —alzó sus ojos y los cruzó con los míos, suspiró hondo y reclamó mi boca en un beso que decía más que mil palabras —. Eres perfecta para mí, así como espero serlo para ti.

—Lo eres —susurré conmovida por sus palabras.

—Bien —dejó otro suave beso y tomando mí mano nos guió dentro de la casa —. ¿Ahora vas a decirme por qué traías esa cara de alguien atropelló mi cachorrito, cuando salimos del instituto?

—No traía cara de que hubieran atropellado a mi cachorrito —resoplé pero él entornó sus ojos y suspiré —. Bien. No iba a decírtelo para que no enloquecieras, pero encontré unas notitas en mi casillero.

—¿Notitas? ¿Qué clase de notitas? —inquirió deteniéndose de golpe, provocando que chocara contra su cuerpo.

—De las que no son muy agradables —murmuré mordiéndome el labio —. Pero no me importa, me deshice de ellas...

—¡Mierda! ¿Por qué no me dijiste antes? ¿Qué decían? —solté su mano y me adelanté para subir las escaleras, no queriendo ver su rostro cuando le mencionara las palabras que había en ellas —. ¿Jess? —lo ignoré, tratando de evitar que mi padre oyera nuestra conversación —. ¡Jessica!

Alzó la voz y me detuve, porque de la manera en que estaba increpándome todos en la casa se enterarían de las benditas notas.

—Caleb, por el amor de Dios baja la voz —tercié y descendí los escalones que nos separaban para tirar de su mano, obligándolo a subir hacia mi habitación.

Una vez dentro, cerré la puerta y descansé sobre ella. Él se mantuvo impasible frente a mí, mientras se cruzaba de brazos. Enarcó una ceja, instándome hablar y resoplé por tercera vez.

—Decían zorra y marimacho. Pero no me molesta...

—¿Eso decían? —cerró los ojos y apretó sus puños al costado de su cuerpo.

Irresistiblemente ImposibleWhere stories live. Discover now