Capítulo 4

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Lauren

La sacudida del ascensor me hizo volver a la realidad, y me di cuenta de que estábamos a punto de ser liberadas.

—¡Oh, gracias a Dios! —solté mientras me ponía en pie, recogía mi bolsa y me acercaba a las puertas, preparada para salir de allí en el momento en que se abrieran.

Miré de nuevo a Camila, que seguía sentada en el suelo, inmóvil, contemplándome con una mueca en la cara—. ¡Eh! ¿No has pasado suficiente tiempo aquí? ¿Tienes pensado quedarte más? —Ladeé la cabeza y sonreí.

Suspiró, y comenzaba a levantarse justo cuando se abrieron las puertas del ascensor.

Las atravesé al tiempo que respiraba hondo.

—¡Aire fresco, por fin! —exclamé. Un hombre de traje azul marino se acercó a mí de inmediato.

—¿Se encuentra bien? Nos gustaría disculparnos por las molestias que ha podido causarle el mal funcionamiento del ascensor. Si me acompaña a recepción, le daremos otra habitación para el fin de semana como compensación.

—Ah... Mmm... Está bien. Pero ¿otra habitación como compensación? Está bien... —dije mientras me cogía del codo para guiarme. Miré hacia atrás y vi que otro hombre de traje estaba hablando con Camila. Seguramente disculpándose con ella y ofreciéndole otra habitación como compensación. La vería en recepción.

El hombre, que respondía al nombre de señor Savard, me condujo al mostrador de facturación y solo tardó dos minutos en encontrar mi reserva y cambiarme de habitación. También me entregó una invitación para Picasso, el restaurante del hotel. Se volvió a disculpar profusamente y me vi obligada a asegurarle que estábamos bien y que no había sido tan malo. En plural. Bien, ¿dónde se había metido la otra mitad de «estábamos»? Me detuve y miré a mí alrededor. No estaba en recepción. Eché un vistazo al vestíbulo, pero tampoco la vi por allí. ¿Habría rechazado la habitación de compensación? Si era así, ¿por qué había desaparecido sin despedirse siquiera? Se me aceleró el corazón. Me había pedido que pasara el fin de semana con ella, y yo no había llegado a responderle. No había sabido qué decir. De hecho, era una locura.

Por increíble que fuera, había terminado por gustarme bastante. Deseaba que estuviera conmigo, y debía considerar las dos últimas horas como una buena lección sobre por qué no se debe juzgar a nadie por su apariencia. Negué con la cabeza y me dirigí a los ascensores.

Me comí la uña del pulgar mientras se cerraban las puertas de la cabina y subía hasta mi planta. Cuando se abrieron, me bajé con rapidez y emití un gran suspiro.

Entré en mi habitación y me dejé caer en la cama, mirando el techo. Es decir, sería una locura considerar siquiera pasar el fin de semana con Camila, ¿verdad? Estaba tan alejada de mi vida ordenada y meticulosa que pensarlo era ridículo, ¿no? Me quedé mirando el techo sin verlo en realidad, mientras discutía conmigo misma. ¿Estaba pensando realmente en pasar el fin de semana con Camila? ¿Quería hacerlo? Pensé en ello durante unos segundos, imaginando su cara sonriente. Vale, sí, quería. Ya estaba dicho. Me gustaba, lo admitía. Me gustaba Camila. Era una locura. Una idiotez. Un riesgo. Sin embargo, que quisiera algo no significaba que debiera hacerlo. Me quedé allí con el ceño fruncido. Pero solo sería un fin de semana.

¿Cuántas chicas de veintitrés años pasaban un fin de semana con una chica guapa y luego si te he visto no me acuerdo? Que ella estuviera en el negocio que estaba la hacía todavía más perfecta, no era como si pudiéramos tener algo más que un fin de semana en Las Vegas. Ella lo sabía y yo también. Quizá Camila tenía razón y todo esto encajaba perfectamente en mi plan. ¿Por qué no podía ser el individuo número dos? ¿Por qué? ¿No podía comportarme de forma alocada y extravagante por una vez en mi vida? ¿Solo una vez?

Cariño,Te Amaré Por Siempre (Adaptación camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora