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Javed Roosevelt era sin duda un hombre extraordinario

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Javed Roosevelt era sin duda un hombre extraordinario. Se dio a conocer al mundo como el genio que era, lo idolatraron por años. Lo etiquetaron como uno de los hombres más brillantes de su generación y claramente no estaban equivocados. Javed entregó su vida y alma para ser el mejor y mientras daba clases a estudiantes igual de apasionados que él, Javed trabajó para sí mismo y retratar su sueño de hacer que las personas mejoren y superen sus traumas y miedos, los cuales como siempre mencionaba eran nada más que retrasos para la evolución de la especie.

Era tan apasionado que la mayor parte de su juventud se la pasó encerrado; escribiendo y pensando como ningún otro, todos los días tenía como meta poder superarse a sí mismo. Era el mejor a pesar de que siempre sintió que no era lo suficiente. 

A pesar de que su discurso y dialecto eran tan seguros e hipnotizantes, al igual que todos, Javed Roosevelt había tenido un pasado y siempre cargó encima de él miedos e inseguridades. Siempre trató de superarse, sin embargo, casi todo el tiempo Javed llevaba en sí un miedo irracional que lo consumía. Todo ese miedo no solo se basaba en sus problemas de abandono, narcisismo y egocentrismo, si no que era un conjunto común de cosas que habían quedado con él por la cantidad de cosas que había vivido en su niñez.

Un padre violento, pasivo agresivo la mayor parte del tiempo. Javed reflejó el miedo a su padre de todas las maneras posibles; pero trataba siempre de ser complaciente para no provocar más problemas en casa, y así, no causar en su padre ese enojo que solía verse reflejado como candela en sus ojos. Creció siempre comparándose con otros, principalmente con su hermano que no solo tenía la aprobación total de sus padres, si no que también abusaba mentalmente de él. Javed solía ser de aquellos niños que se encerraban en su armario o en un cajón de los estantes de la cocina para que no lo encontraran. Solía ser aquel niño que se escondía de sí mismo por miedo al rechazo y al dolor que se le pusieron en su camino. 

Cuando murió su madre, el único soporte en su vida, recayó en depresión y la mayor parte del tiempo se sentía ahogado en su tristeza, en su ansiedad. Desarrolló en sí mismo un enojo y resentimiento tan grande que cuando su padre lo amenazó por última vez, lo miró con la misma intensidad que lo había visto su padre durante toda su vida y abandonó su hogar para bien. Dejó los gritos y la violencia que pensó lo definía como persona.

Salió al mundo con su propio mérito, con todo el esfuerzo y olvidándose del mundo, sacó lo que más pudo de su potencial, sacó teorías, estudió y se presentó como el médico psiquiatra que todo conocían y amaban. Por mucho tiempo pensó que había dejado de lado su pasado pero nunca dormía. Siempre tenía en mente todo lo que le había pasado, sufría de una ansiedad crónica que los medicamentos no podían controlar y tanta era su desesperación que siempre se lastimaba el cuerpo con cuchillas o sus propias uñas. Tenía varias cicatrices en el cuerpo y el dolor emocional y físico eran tan fuertes que lo único que pudo ayudarlo fue la morfina, por lo menos al inicio. Generó en sí una adicción a lo único que le daba confort. 

Experimento FOBIA ©Where stories live. Discover now