IV

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»En un acto desesperado tratas de salir

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»En un acto desesperado tratas de salir. Con algo de éxito te mueves a rastras por el ducto de ventilación, el sonido de los ventiladores se escuchan a la distancia. Estás entrando a un estado de shock por el cambio tan radical que has sentido, así pues empiezas a sentir desesperación por estar en un lugar tan reducido...

»Has avanzado por lo menos cinco metros, y sientes un cansancio casi extremo, y con desesperación que sobrepasa los límites, quieres salir, y tratas de gritar, pero de ti, tan solo sale un pequeño quejido que se apaga ni apenas sale de tus labios por el sonido de los ventiladores. Ya no quieres seguir. Pero en aquel punto en el cual te ibas a rendir, escuchas estruendos bulliciosos y sientes el movimiento de los ductos bajo tu cuerpo. Algo se está acercando. Es veloz, y no sabes que será de ti si te encuentras, así que empiezas a moverte de nuevo, pero ahora es más difícil, aunque no lo sientas por la adrenalina, estás más que asustado, y eso hace que sientas como los ductos reducen de tamaño, sientes como se encogen y eso dificulta tu movimiento.

»Te mueves cada vez más. Los estruendos son cada vez más altos y el movimiento es cada vez más fuerte y tu desesperación cada vez mayor. Sea lo que sea que se acerca, está a punto de encontrarte. Te mueves más, arrastrándote por lo ductos.

»Llegas a un intercambiador, cuatro ductos están unidos, tú te encuentras bloqueando uno de ellos, sientes el viento chocar y el movimiento de los ventiladores.

»Los pasos se acercan más, buscas la forma de salir, no quieres que te encuentre, estás entrando en pánico, sin embargo, no lo sientes por la adrenalina que estás sintiendo. Te mueves hasta tu frente, y tratas de detener el ventilador, pero te has acercado mucho, te quedas sin tu dedo índice, gritas de dolor, la sangre sale por la herida, el olor a sangre es intensa. Lo que te está buscando está más cerca y ahora está más ansioso por aquel olor que emanas.

»El piso metálico empieza a tomar un color carmesí, lo absorbe. Y sin siquiera notarlo, estás rodeado de un metal color rojo, con un olor tan intenso a hierro que te daña la nariz. Te duele donde antes estaba tu dedo, estás llorando.

»El piso se mueve de nuevo, escuchas un chirrido que hace que tu cabeza duela y tus oídos se sientan afectados. Está corriendo, se choca contra las paredes, los ventiladores empiezan a moverse más rápido. Luego, nada.

»Nada, absolutamente, nada. Dejas de escuchar, de ver, de llorar, dejas todo, porque no hay nada, no estás en nada, no eres nada; y como vino, se va. Los ventiladores regresan a sus movimientos, pero ahora es más suave, puedes detenerlos con la mano, y así lo haces, tratas de quitar las hélices. Y justo cuando estás a punto de seguir en tu escape, sientes que algo te coge de los tobillos. Son uñas largas, se clavan un poco en tu piel, sientes como la sangre empieza a recorrer tu piel, al igual que tus lágrimas. No sabes que es y el miedo es cada vez más intenso. Sus uñas entran más y sientes el dolor desgarrador, oyes como se relame los labios, como si disfrutara ver tu sangre correr y ver como sufres. Tiene hambre y lo sabes.

Experimento FOBIA ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt