IX. Como la Luna y el Sol🌙

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Frío, frío Yoongi…

Giró la cabeza rápidamente, pero Jimin fue más rápido; más silencioso. Quizás me gusta como suena mi nombre en sus labios, pensó mientras confiaba en sus instintos y caminaba de donde creía haber oído su voz.

De repente, fue tomado del cuello de su remera y estampado contra el árbol. Jimin le sonreía tan encantadoramente que ahí estaba su corazón, latiendo y rezonando como un tambor en su pecho.

— Que mal buscador eres -le dijo intentando alejarse, para perderse otra vez como una criatura mágica de los relatos griegos que una vez leyó en la escuela.

Pero fue más rápido; impulsado por una nueva necesidad de no dejarlo ir. Le sonrió y lo acercó a su boca para besarlo, tomándolo del cuello de su camisa, porque el sentimiento le ganaba; le bullía en lo más profundo del pecho y explotaba como abejas en su interior.

Presionó sus labios suavemente, para no asustarlo y luego los movió, con la misma coordinación que tenía Jimin cuando tocaba el ukelele; torpe y desafinado. Jimin le siguió el beso, con tanta timidez que Yoongi sonrió sin poder evitarlo.

Somos demasiado distintos para estar enamorados, pensó. O quizás eran más parecidos de lo que creía. No le importaba, siendo honestos.

Jimin le devolvía el beso y eso era todo en lo que Yoongi podía pensar.

— 🌟 —

— No deberíamos besarnos.

Yoongi le miró curiosamente. Estaban dentro del árbol otra vez, y sospechaba que la lluvia había puesto de mal humor a Jimin. Dos noches sin estrellas es mucho para mí, había soltado con un descontento tan extraño en él, que Yoongi creyó ver a otra persona y no al Jimin que había conocido una madrugada, en un bosque Interminable.

— ¿De que hablas? -le preguntó. Estaba acostado a su lado, guardando distancias. La manta estrellada de Jimin los salvaba de la ventisca fresca que les estremecía el cuerpo.

— Que no deberíamos besarnos -repitió más enojado. A Yoongi le causó ternura, porque Jimin miraba el cielo nocturno y más se acentuaba sus rasgos que se volvían tan extraños cuando se enojaba.

— Vale. No lo haremos otra vez -dijo y volvió a acostarse. La ausencia de dolor le indicó que quizás, no estaba enamorado de Jimin, que quizás se encontraba entre la delgada línea que dividía la atracción con el enamoramiento.

Y a eso le siguió el silencio. Sólo la brisa y el sonido de la lluvia chocando contra el suelo. Yoongi cerró los ojos y disfrutó del silencio y de los destellos blanco que iluminaban el cielo y trataba de inspirarse. Pensaba en piratas navegando en un mar salvaje, furioso, o en una inundación caótica.

O en un astronauta, con un ukelele en manos tocándole canciones a la Luna, jugando con los anillos de Saturno, saltando de planeta en planeta.

Yoongi abrió los ojos de repente. Quizás… estaba más jodido de lo que pensaba.

— Yoongi -le llamó Jimin, justo cuando Yoongi pensaba que él se encontraría durmiendo.

— ¿Qué sucede? -le preguntó en un murmullo, que se mezclaba con la lluvia y la brisa.

— Que no nos besemos no significa que no debes abrazarme -soltó molesto — ¿Es que los de tu raza no tienen una escuela de modales o algo que te enseñe a tratar con los humanos?

Yoongi rió, descubriendo al mismo tiempo una afinidad por escucharlo hablar sobre el espacio, o él sencillamente escuchar sus argumentos que según él, acreditaban que era un extraterrestre. Vive en las estrellas pensó irónicamente, jactándose de que así era.

Se acercó a él. Pasó un brazo por su vientre y pegó el pecho contra su espalda. Enterró discretamente la nariz en su nuca, porque encontraba sencillamente atrapante el olor a tierra y lluvia que tenía Jimin esa noche.

— Es raro encontrar a alguien con una mente tan provocativa como la tuya -mencionó jugando otra vez con el ultimo botón de la camisa que llevaba Jimin.

Lo sintió sonreír. Era extraño; era la primera vez que sentía en la piel la sensación de saberse conocedor de alguien. Y se sintió tan orgulloso de si mismo cuando Jimin se dió la vuelta, para enfrentarlo, en el momento que otro destello blanco iluminaba el cielo y le permitía ver las comisuras de sus labios curvadas para arriba.

— Pienso lo mismo -dijo y no notó como la distancia tan peligrosamente corta que los separaba, ponía a Yoongi entre la espada y la pared —. Eres… extraño. Te sumes muy bien en el papel de humano.

Yoongi rió, con las intenciones de hacerse más atrás, porque ese era terreno peligroso. De cerca, los labios de Jimin parecían más rosas; provocaba sin tener la intención de ello. Jimin no parecía interesado en el romanticismo. Alguien ya tenía su corazón, y Yoongi encontraba tonto disputar ese lugar con la Luna.

Sabía que perdería.

Así que en su afán por dejar de ver a ese extraño como no debería hacerlo, Jimin le sostuvo del cuello de la remera y le sonrió, haciendo que todo su auto control se deshiciera en un segundo. Maldito tramposo que me pone a prueba, pensó mirándole en la oscuridad los labios.

— Jimin…

— Lo sé.

¿Qué sabía? ¿Acaso era muy obvio el estado patético en el que se encontraba? Un extraño le había arrebatado los suspiros como quien se sabe rey y hace uso y abuso de su poder. Yoongi descubrió que era débil, o que al menos, Jimin tenía algo en el que lo volvía uno.

Así que esa noche le dió infinidades de besos, esta vez, no solo imaginando a Jimin sentado en la Luna con un ukelele en manos, cantando para ella, canciones de infinito amor y devoción.

Esta vez, Yoongi le miraba desde el Sol, deseando que Jimin le mirara como él miraba a Luna.

A cosmic child. «Yoonmin» [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora