VIII. El beso cósmico🌙

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“Bendita sea la Luna, que fue testigo del beso que creó otras miles de galaxias”

El quinto día a la deriva, habían amanecido corriendo entre las gruesas gotas de la lluvia veraniega que vino como un alivio a la súplicas silenciosas de un sudoroso Yoongi y un ojeroso Jimin.

Reían a todo pulmón, mientras buscaban donde refugiarse en medio de un bosque denso y aterrador. ¡Corre Yoongi! soltó Jimin y fue el primero en encharse a correr entre los árboles, tan ligero como la ventisca que helaba el cuerpo. Yoongi se encontró persiguiéndolo, estirando la mano hacia ese pequeño y extraordinario ser que había bajado del espacio a encantarlo. Esperame le gritaba en cambio, con la voz ronca y pesada, teniendo nada que ver con la sonrisa preocupada en los labios. Reconocía los síntomas, el sudor de las manos que está vez, no se debía al calor húmedo del bosque en si.

Atrapame fue lo último que dijo, para luego reír y mirarlo sobre su hombro. Yoongi tragó saliva y por poco se cae ¿Qué te pasa esta mañana? Se encontró preguntándose mientras aceleraba su correr y estiraba las manos para atraparlo.

Pero Jimin era escurridizo, veloz como una estrella fugaz y tan mágico como tener el honor de verla.

No lo atrapó; el cansancio y las ropas húmedas fue lo que hizo que Jimin se detuviera al lado de un árbol gigantesco. Tuvo la ligera impresión de encontrarse en el corazón del bosque.

— ¿Estás bien? -le preguntó, con la respiración agitada. Jimin asintió, todavía esforzándose por recuperar el aire.

— Nos estamos mojando -dijo y miró a todos lados. No había donde refugiarse de a momento; la lluvia arrasaba con fiereza por cada segundo que pasaba y la situación había dejado de ser divertida.

Yoongi rodeó el árbol, sintiéndose uno de esos personajes que había leído en un libro de su madre, del que ahora, no recordaba el nombre. Trataba de un hombre que había sobrevivido a un accidente de avión, en medio de un selva y para preservar su vida de los tantos animales salvajes que había, se instaló dentro de un árbol. Se acostumbró tanto a vivir allí, que nunca notó que se volvía uno.

Yoongi, sonriente, encontró una pequeña abertura donde podía entrar si se ponía de costado. Examinó apegando su ojo al húmedo tronco, notando extasiado el espacio inmenso que había allí.

— Oye Jimin…

— Ni siquiera lo pienses.

Pero no presentó pelea. No mucha. Quedate empapandote tu solito si gustas. Dicho esto, Yoongi se puso de costado y gimiendo por el ligero dolor que le provocó entrar, se sentó en el suelo, notando que era mucho más cómodo de lo que parecía.

Le calculó solo un par de segundos hasta que Jimin se deslizó a través de la abertura, con las mejillas abochornadas y el ceño fruncido.

— No digas nada -le advirtió.

— No iba a hacerlo.

Jimin dejó su mochila al lado y miró con desaprobación el lugar. No podía sentarse en el suelo, la ropa que llevaba era la única que aún conservaba limpia porque el día anterior, había obligado a Yoongi a tomar un baño y usar la otra muda de ropa.

Se sentó sin más miramientos sobre las rodillas cruzadas de Yoongi, a quien dejó de sorprenderle ese tipo de actitudes de su parte. Jimin era tan imprevisto como inconstante. A veces era demasiado cercano, otra veces decía en voz alta que no podía encariñarse con el extraterrestre al que entregaría.

— ¿Sabes contar cuentos? -le preguntó, apegando su espalda a su pecho. Recostó la cabeza sobre el hombro de Yoongi y miró la lluvia lamentándose que por la noche, no habría ni Luna ni estrellas.

A cosmic child. «Yoonmin» [EDITANDO]Where stories live. Discover now