Tus amigos parecen ser divertidos. Los míos también lo son, me gustaría que los conocieras algún día
Por cierto, tú risa es hermosa
—J.
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Hyunjin dejó la nota pegada en la pasta del libro de artes de Seungmin, dejando que una linda sonrisa adornara su rostro.
—Hwang, apresúrate, estos niños no tardan en salir de su clase de educación física.
—Ya voy, hyung, no me presione. ¿Acaso no quiere ver a su pequitas? —movió sus cejas de arriba hacia abajo repetidas veces, mirando a su amigo.
—¡Cállate! No lo llames así. —el de menor estatura le gruñó, dándole un golpe en la espalda.
—Oh, cierto, solo usted puede llamarlo por ese meloso apodo. —se burló.
—¿Qué hacen aquí? —una voz femenina los asustó, logrando hacer que ambos se abrazaran.
—Ah... na-nada, ya nos íbamos.
—Pero-
—¡Adiós! —ambos chicos salieron huyendo, dejando a la rubia confundida.
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—¿Escucharon que Seo y Hwang estuvieron aquí? —preguntó casualmente Jisung, captando la atención de sus dos amigos.
—¿Quién te dijo eso?
—Chaeyoung. Dijo que cuando llegó del gimnasio se los encontró aquí a ambos abrazados. Dahyun dice que seguramente estaban escondiéndose de los profesores para... ya saben qué. —la mirada que Han les dedicó a los menores los dejó confundidos.
—¿Hacer qué? No entendemos tu doble sentido, ardilla babosa. —el extranjero lo miró molesto.
—Besarse, duh. —los otros dos hicieron una "O" con sus bocas— No me sorprendería, hay muchos rumores de que están saliendo. Espero que no sea verdad, ya sabes, por ti, Lix.
—¿Por mí?
—Te gusta Seo, no te hagas. —apenas terminó de decir eso, el menor por un día se puso completamente rojo.
—¡No!
—¡Sí!
—¡No! —Seungmin solo rodó los ojos, ahí iban de nuevo.
—¡No!
—¡Sí!
—¡Ja! Gané, te gusta Seo. —Han aplaudió y elevó sus manos en forma de victoria.
—Cállate, todos pueden escucharte... —el rubio cubrió su rostro con un libro, totalmente avergonzando.
—¡Oh! ¿Qué es eso? —estiró su brazo para tomar un pequeño papel pegado en el libro— Hey... Chico bonito... tus amigos pare- —la hojita fue arrebatada de las manos de Jisung de un segundo a otro— ¡Oye! ¡Déjame terminar de leer!
—No leas eso, no es para ti.
—¿Y para ti sí? —alzó una ceja.
—¿Tienes una admiradora secreta Seung? —Félix bajó el libro y lo dejó en la mesa. Seungmin sentía que le faltaba el aire por tener aquel par de ojos mirándole con curiosidad.
—No lo sé... yo...
—¡Ya viene la profesora! —grito uno de sus compañeros, y todos corrieron a sus lugares.
Se había salvado.
Por ahora.
O eso creía.
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