Crónica I:Trato del diablo

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Daniel tenía la mente en blanco, mirando el suelo gris del hospital. Lloró por la situación que estaba enfrentando: su madre estaba en coma por un accidente automovilístico que ocurrió en la noche anterior.


Muchos se acercaron, ofreciendo condolencias y hospitalidad al pequeño, pero él no quiso saber nada de nada. Solo quería irse, gritar y desahogar el dolor que estaba sintiendo en ese momento. El dolor y el miedo no son una buena combinación en estos casos; especialmente si se trata de un niño de 6 años, que no sabe nada del mundo.


Por eso se sintió impotente. Porque no podía hacer nada para salvarla y estaba asustado porque tampoco tenía el poder para ayudarla. Y ahí estaba él, llorando sin pausa. Sin embargo, su mirada esperanzada regresó cuando escuchó una voz adulta y autoritaria.


- Daniel... -llamó un médico acercándose- No me imagino cómo...


- ¿Mami está bien? - preguntó el chico desesperado, interrumpiéndolo - ¿Volverá conmigo?


No iba a suceder. Daniel lo notó en el momento en que el médico se detuvo y miró al suelo, con el peso de darle la mala noticia.


Antes de que el médico le respondiera, corrió, esquivando a los empleados del hospital, llorando. Ignoró los gritos del adulto y se sumergió en la noche oscura y fría, alejándose cada vez más de ese lugar. Se refugió bajo un árbol de fuertes ramas y volvió a llorar, acompañado del ruido de la lluvia y los truenos.


-Mami... vuelve conmigo, por favor... Por favor... Haré lo que sea...- suplicó el niño, entristecido.


- ¿Quieres salvar a tu madre?"- dijo una voz.


La voz repentina asustó al niño, lo que hizo que dejara de llorar por un momento.


- ¿Qu-quién está hablando? - balbuceó Daniel, sobresaltado.


-Si quieres salvarla, puedo hacerlo...- asegura la figura, iluminándose momentáneamente.


Llevaba un traje bordó, cubierto con una gabardina negra. Sin embargo, lo que llamó la atención del chico fue su cabello blanco y ojos rojos.


- ¿Tú... puedes salvar a mi mami? -Daniel se levantó con euforia- ¿Puedes salvarla? - preguntó de nuevo.


-Así es...- dijo el extraño- Tengo el poder para hacerlo. Solo tienes que firmar este contrato...


Sacó un papiro viejo de su impermeable, mientras lo extendía frente al niño.


-Firma y tu madre sobrevivirá. Pero recuerda una cosa: si lo haces, estarás endeudado conmigo... Regresaré en 10 años para reclamar mi parte. Cuando lo haga, trabajarás para mí.


Daniel vaciló un segundo, pero miró al hombre con determinación.


- Excelente. Pon tu dedo en el papel, Daniel Williams, y tu madre vivirá .


El chico puso su dedo sobre el papel, y sintió como le quemaba haciéndolo sangrar. Con suficiente cantidad... El trato se llevó a cabo.




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El día siguiente:



Daniel se despertó en la sala de espera del hospital. No sabía cómo había regresado al edificio, pero decidió ignorar el hecho y se apresuró a ir a buscar a su madre.


Allí le aguardaban las buenas noticias. Su madre logró salir del coma, dándole la bienvenida con un cálido y cariñoso abrazo. Los médicos no pudieron averiguar el motivo de su rápida recuperación, por lo que lo describieron como un milagro.


Sin saber que estaba relacionado con algo mucho más... Macabro.


 Luego de realizar los controles correspondientes, su madre pudo salir del hospital sin ningún inconveniente ni malestar, para continua sorpresa de los médicos.



Daniel desbordaba alegría y felicidad al recuperar la compañía de su madre. Como ella sentía lo mismo, decidieron pasar un tiempo madre-hijo, dirigiéndose a un parque de diversiones cercano. Una locura para alguien que acababa de salir de un coma, pero la madre del niño se sentía más viva que nunca, llena de fuerzas y ganas de vivir y disfrutar la vida.



Pero no todo es color de rosas. La vida es injusta y toma más felicidad de la que da.



Sucedió en la montaña rusa. La curva estaba a mitad de camino, cuando los rieles se soltaron y los autos se partieron.


Todos cayeron y la atracción se vino abajo.


Poco después del accidente, tanto los bomberos como la policía entraron al lugar. El único sobreviviente fue Daniel, quien estaba completamente ileso.


Pero el chico ignoraba todo. Las preguntas de los adultos, incluida su propia condición. Estaba absorto en una imagen que traumatizaría a cualquier ser humano: su vista estaba fija en su madre, atravesada por un trozo de metal en el abdomen, doblado como cartón. 


Más allá de eso, logró distinguir algo que lo dejaría aún más traumatizado, para siempre.



Reflejada en las llamas, una figura vestida con un impermeable color bordó abandonaba lentamente el lugar, con una sonrisa en el rostro.

Espíritu Vengador Where stories live. Discover now