Resurrección XIII: Armagedón (1/2)

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A la mera mención del Cielo, los creyentes de la religión y aquellos que no comparten la misma fe lo imaginan de la misma forma: una ciudad plateada, sostenida por las gruesas y suaves nubes que forman el suelo. Construcciones avanzadas. Un ambiente de paz y tranquilidad. Un clima despejado y radiante. 


Una verdadera utopía. 


Ángeles, Arcángeles y Serafines deambulan por la ciudad, cumpliendo sus deberes, o simplemente disfrutando el paraíso que se les ofrecía. Niños, ancianos, adultos, soldados, políticos, todos viven en armonía. 


Sus puertas son custodiadas por dos de los más grandes soldados. Caballero angélicos élite, acompañando al guardián de las mismas; el encargado de revisar cada nombre y cada cara que se presente frente a sus ojos y solicite la entrada al Cielo. Los que cumplen con los requisitos, y/o han hecho acciones de gran karma positivo en su vida antes de fallecer, se le concede la entrada y el paraíso por el resto de su eternidad. Los que no, caen al Infierno, donde las almas sufren, el maldito reino de-


Mi reino.


La alegría, la positividad y pureza abunda en la Ciudad de Plata. Después de todo, la gente los considera seres divinos. Puros, inocen-


Culpables.


La educación brinda un objetivo claro; el proteger al Cielo y proteger y velar por las almas puras e inocentes. Con tal humilde objetivo, la gente mortal los considera sus guardianes, sus protectores.  Los mortales admiran y consideran a estos seres divi-


𝔸𝕤𝕖𝕤𝕚𝕟𝕠𝕤.


Oportunistas. Despreciables. Egoístas. Conservadores. Asesinos. Culpables. Los adjetivos perfectos para los ángeles.


El Cielo no se interesa más que por él mismo. Las almas que llegan a ellos no son más que  súbditos, piezas que pueden desechar en cualquier momento. Velan por sus propios intereses. Si un individuo amenaza su reinado, su longevidad en la trinidad de la divinidad, debe ser eliminado por el "bien del Cielo".


Son secuestradores. Se apropian de almas inocentes y las moldean a su placer. Seres que cargan con miles de muertes en sus espaldas, y ni siquiera les importa. Erradican toda amenaza potencial para ellos, incluso si eso causa una guerra, una masacre, o un genocidio.


Ellos eran cazadores en un bosque. Las almas, sus presas. 


Ellos causaron la muerte de miles para su beneficio.


Pero ahora, en este momento, ellos serán las víctimas. La muerte toca sus puertas.

Espíritu Vengador Where stories live. Discover now