Resurrección X: Caos Absoluto

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Sin más dilación, la batalla comenzó.


Ambos hermanos se abalanzaron uno sobre el otro con una fuerza y velocidad sobrehumanas, chocando entre sí y generando una onda expansiva y destruyó gran parte del suelo que pisaban. Forcejearon para tomar el primer golpe, pero su fuerza era igual; en otras palabras, estaban en un punto muerto de fuerza.


Sabiendo esto, las púas y costillas de Astaroth se abrieron, actuando como cuchillas que apuñalaron a su hermano en brazos y torso. Sin embargo, Azrathos ignoró el dolor y continuó ejerciendo un agarre brutal a su oponente. Para demostrar su superioridad, exhaló por su boca un poco de vapor, que sorprendió a su hermano.


El Emperador optó por otro plan. Con las partes de su cuerpo arrancó los brazos del Vengador y tomó distancia con un salto; a continuación, lanzó llamaradas de color púrpura utilizando su magia. 


Azrathos regeneró instantáneamente sus brazos sin problema alguno y notó el fuego que se aproximaba. Sin inmutarse, dio un poderoso salto superando la ola flameante. En el aire, generó sus cadenas y cayó en picada hacia su hermano dando vueltas, formando un torbellino ígneo que se abrió paso hasta impactar con su objetivo.


Alejado por la ola de la explosión, Astaroth se levantó justo a tiempo para ver como el tornado de llamas se dirigía hacia él nuevamente. Con un rápido movimiento, golpeó el suelo con un brazo, levantando un pedazo de roca enorme que le sirvió de escudo. Azrathos impactó contra el escombro, pero lo atravesó sin dificultad. Cuando el fuego se disipó, su hermano ya no estaba ahí.


Enseguida sintió un puñetazo en su cráneo que lo envió volando, impactando contra los pilares del salón del trono. Apenas trató de levantarse, el resto de los pilares chocaron contra él, y el castillo entero cayó sobre el antes Ghost Rider.


Astaroth atravesó los escombros de su sala de trono con sus alas, observando el resto de su ahora destruido castillo. En sus manos, formó un par de círculos mágicos, y usó uno de sus muchos hechizos. De pronto, todo el lugar estalló en llamas púrpuras, carbonizando todo a su paso. Con esta vista, el Emperador soltó una risa malvada.


No obstante el siguiente evento la borró de su cara. En un abrir y cerrar de ojos, Azrathos surgió por debajo de las llamas. La única diferencia es que su tamaño se incrementó enormemente, y sin perder tiempo estrelló su puño en el cuerpo de su atónito oponente, aplastándolo contra las montañas que rodeaban el lugar de batalla.


Sin detenerse, continuó golpeando a una velocidad inusual para alguien de su tamaño, asegurándose de hacer el mayor daño posible. El suelo y las montañas rocosas temblaban y se derrumbaban por cada impacto del colosal espíritu, pero cesaron de un momento a otro.


¿La razón? El puño gigante de Azrathos fue detenido por unos tentáculos que lo habían rodeado. En un pestañeo se extendieron por todo su cuerpo, inmovilizándolo totalmente. Los tentáculos restantes se volvieron, para su sorpresa, mazos que lo golpearon por todo su rostro. Y no era solo eso. Mirando hacia sus pies momentáneamente, docenas de seres no vivientes escalaban sus piernas y torso, apuñalándolo y mordiéndolo lo más que podían. Esto era obra de los nuevos poderes de Astaroth: las habilidades de Asmodeus y Leviatán se combinaban de maravilla.

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