Resurrección VI: Tortura

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No sabía cuánto tiempo había pasado. Desde su perspectiva, habían pasado años. Quizá, en realidad, había transcurrido mucho, mucho más tiempo.


Su cuerpo estaba lleno de cicatrices. Algunas antiguas, otras recientes. Incluso algunas no habían cicatrizado del todo, por lo que la sangre de las heridas recorría la extremidad en la que estaba y caía al suelo, donde se formó un charco pequeño de color carmesí.


No solo eran esas marcas, la sangre seca también cubría parte de su cuerpo. Su poder de regeneración sobrenatural se vio afectado, por lo que solo podía sanar hasta cierto punto. Las armas que sus torturadores tenían dolían como el puto infierno, y no entendía por qué. Tal vez porque estaba en su forma humana todo el tiempo.


Azrathos había regresado sí, pero no todo su poder y habilidades. Para recuperarlo todo, una gran cantidad de tiempo y concentración era necesaria. Soledad era requerida, pero carecía del enfoque para completar esa recuperación.


¿Cómo pudo pasar esto?


¿Cómo fue que se encontraba encadenado como un animal?¿Siendo castigado, cuando era su deber impartir castigo a quien lo mereciera?


Bajó la guardia. Se enfrentaba a un reino sobrenatural, maldita sea. Era gobernado por su hermano, quien lo conocía desde que nació. Era obvio que no le iba a dejar el camino fácil.


Sin embargo, en su encuentro previo, Astaroth mismo le dijo que abandonaría su trono para que él ocupase el lugar que debe. ¿Porqué rendirse a un poder tan grande, solo para que otro ser reine sobre lo que solía gobernar?


¿Instrucciones?¿Obligación?¿O simplemente un acto de buena fe?


No. Las cosas habían cambiado. Él no iba a dejar de ser quién era, y su familia tampoco.


Ellos estaban encerrados en la grave creencia e ignorancia que, de obligarlo a hacerlo, tomaría el puesto de nuevo Dios.


Azrathos se mantendría fiel a sus ideales y moral.



No ocurriría.


No ocurriría.


No ocurriría...


No ocurriría...


No ocurriría...


Entre susurros, negó y repitió una y otra vez las mismas palabras, completamente derrotado.



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Tras un tiempo, llegó la hora de su tortura diaria. Esta vez, la encargada fue su sufrimiento fue Dikai.

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