Capítulo XXXIII

15.3K 1K 69
                                    


Lucas Ferreyra:

Tome una respiración profunda y entre al área de la alfombra roja donde nos tomaran las fotografías. Hay más fotógrafos que en años anteriores y los flashes me encandilan, debo bajar la mirada de vez en cuando disimulando acomodarme en varios lugares, no estoy adaptado a esto. Como cada año, después de posar solo lo hago con mi familia. ¿Ya les comente que Alana está embarazada? ¿No? Lo siento. Su barriguita aun no se ve, al menos no tanto.

Verónica me guía en los siguientes movimientos que debo dar. Me coloco junto a Alana quien está dando una entrevista a los medios de comunicación acomodados a un costado de la alfombra.

—Lo seguiremos haciendo cada año, porque estos niños lo necesitan y lo merecen. —Termina Alana. Me coloco a su lado y embozo una sonrisa a la periodista frente a mí. Ella asiente sonriéndonos a ambos —. Debemos entrar. —Me pide Alana tomándome suavemente del antebrazo. Asentí, instándola a pasar a ella primero. No hemos dado el primer paso cuando escucho la voz de Verónica detrás de mí.

—Señor, debe dar una entrevista antes de entrar. Lo habíamos acordado así. —Dude un segundo, mirando a mi secretaria, Alana asintió hacia mirándome con cariño.

—Ve, recuerda que debes socializar. —La miro con el ceño fruncido y lleno de diversión. Ella suelta una carcajada. Verónica me guía entre tantas personas, hasta donde creo, es el área donde están los periodistas.

Hoy decidí usar un traje negro hecho a la medida, con zapatos, cortaba y camisa del mismo color. El cabello lo han acomodado a un lado, Alana lo ha acomodado porque yo no pude con los flequillos que escapan por mi frente.

Mientras bajo las escaleras para acercarme a la periodista, alzo la vista hasta la entrada del teatro y una figura conocida aparece en mi campo de visión y, aunque dude por un segundo, quede paralizado al reconocerla... Nadia acaba de bajar de un auto exageradamente grande, negro y trague, jodidamente con dificultad al ver que va acompañada, alguien la lleva de la mano.

—Señor, por acá. —Me insta Verónica, me había quedado como un idiota, parado observándola. La seguí, no sin volverme de vez en cuando para buscarla con la mirada. La periodista empieza con un montón de preguntas que de un momento a otro me parecen fastidiosas y sin sentido alguno. Por alguna razón estoy de muy mal humor y, ni los meses de terapia, ni los consejos de mi terapeuta pueden ayudarme ahora mismo. Me siento ahogado, el traje, que antes me quedaba a la perfección ahora molesta y causa una gran molestia en mi cuerpo. Hay muchísimo calor y mis manos sudan.

Trate, con todas mis fuerzas de calmarme y sonreírle a la chica frente a mí.

— ¿Cómo te está yendo con el tema del amor, Lucas? —Pregunta. Sus dientes perfectamente alineados se muestran cuando me sonríe, una vez más.

—Eso está a un lado, por ahora. —Aseguro. La chica asiente y me agradece por la entrevista, me vuelvo para salir del tumulto de gente y, para mi sorpresa, me los consigo a menos de un metro de mi, a un costado, preparados para dar una entrevista, al menos el.

La miro fijo, con ojos entornados y mis manos cerradas por inercia. Joder, va hermosísima. Lleva un traje completamente blanco, ajustado a su perfecta figura, que deja sus hombros al aire y una capa del mismo color cae por su espalda y se arrastra en la alfombra. Su cabello va suelto, peinado completamente hacia atrás con algunas ondulaciones y... parece no llevar maquillaje, ella es perfecta sin él, no lo necesita aunque sé que lo lleva.

El mundo parece haberse paralizado en este preciso momento. Nuestras miradas permanecieron cruzadas y, al menos para mí fue casi una tortura apartarla de su cuerpo. ¿Quién es ese imbécil que la lleva de la mano? Nunca en mi vida lo he visto.

Después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora