Capítulo XXII

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Nadia:

Tiemblo... aunque trato de no hacerlo todo mi cuerpo tiembla bajo sus ojos escrutadores, enojados, asombrados y asustados. No puedo mirarlos, mantengo la mirada baja y agradezco que mi cabellera cubra parte de mi espalda ya que también tiene moretones.

Estoy con pantaloncillos cortos y un top deportivo frente a ellos. Alana, Ian y... Lucas me observan con horror, consternados, asombrados por lo que ven, mi jefa soltó un jadeo de horror cuando me quite la bata de baño que llevaba. ¿Qué está pasando? Pues... el pareció no soportarlo.

Lucas, al escuchar mi historia y ver todos los moretones en mi cuerpo me trajo a casa de su hermana y su esposo. Y ahora estoy aquí, frente a ellos, con ropa deportiva y una bata de baño que buscó de alguna parte de su casa. Espero con ansias que no sean de otra chica con la que haya estado. Alana tiene lágrimas en sus ojos y Ian solo aparto la vista, pude ver en sus ojos lo culpable que se siente.

— ¡Te dije que no creía que se hayan quedado tranquilos y no me prestaste atención! ¡Aquí tienes la respuesta de el por qué dejaron de amenazarte a ti! ¡Casi la matan! —Mi cuerpo brinco levemente al escucharlo. Lucas esta como loco, estaba dudando de si haberle dicho la verdad fue una buena idea. Odie ver a la señora Alana llorar.

Me sentía culpable, sentía que de alguna manera les había fallado. Yo me quede callada todo este tiempo, guarde silencio aun sabiendo que mis jefes podrían ayudarme, pero no, para ese momento no pensaba así. No quería asustarlos, en aquel momento pensé que era alguna chica jugándome una mala broma. Ahora sentía que les había fallado por no comentarles nada, me sentía sus cómplices. Cómplices de esas personas horribles.

— ¿Por qué callaste, Nadia? —Me pregunta la señora Alana aun con lágrimas en sus ojos. Negué, ni siquiera podía hablar. No sé porqué calle, tenía miedo, estaba tan ocupada pensando en cómo podría arreglar la situación que no pensé en nada más. Estoy acostumbrada a resolver mis propios problemas.

—Todo esto es mi culpa, el era mi amigo. —Habla el señor Ian, es la única vez que me atrevo a alzar la mirada. Me acomode de nuevo la bata de baño amarrándola en mi cintura, no quería que me siguieran viendo. Por otra parte, había visto los tatuajes de mi jefe, el cuerpo de Adán esta tan tatuado como el suyo, pero Ian no parece tan malvado como ese hombre, este chico es... diabólico.

—Haremos lo que sea necesario, Nadia. Cubriremos todos tus gastos y te pondremos seguridad. Si quieres, puedes quedarte aquí hasta que llegue tu madre de viaje. Lo que sea. No puedo creer que te hayan hecho esto por nuestra culpa. —Dice la señora Alana, pero no, no quiero importunar en su casa, ya me siento una intrusa entre toda la familia cuando están reunidos, ¿imagínense quedándome a dormir aquí?

— ¿Qué era lo que te pedían exactamente? —Pregunta Lucas. Alzo la vista hasta él nerviosa. Esta claramente molesto, pero me habla calmado, bajo. Como si quisiera evitar asustarme más.

—A Dallan... —Hablo bajo y mi voz sale muy ronca —. Siempre me pedían que le entregara a Dallan. Dijeron que... —Mi cuerpo tiembla de solo recordarlo —. Dijeron que a su novia la asesinaron por su culpa y que debían pagar... —Ian cierra los ojos con fuerza y pasa una de sus manos por su cabello halándolo con fuerza —. Me aseguraron que solo lo secuestrarían y pedirían dinero, pero no les creí... no se imaginan el odio que emanaba de sus ojos.

—Quise traerla ante ti para que veas que no estaba equivocado, Ian. Conozco este tipo de personas y sé que no se dan por vencidos así de fácil, maldita sea, ¿Cuántas veces te lo dije? ¡Termino pagando tus errores una chica que solo tuvo la mala suerte de trabajar con nosotros! —Lucas esta fuera de sí, jamás lo había visto tan enojado.

Después de tiWhere stories live. Discover now