Capítulo XXX

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Nadia Rossi:

Alemania es más fría de lo que imagine. La señora Carter me regalo algunos de sus abrigos los cuales ya no usaba. Supongo que son de temporadas pasadas, pero a mí me encantaron. Nos instalamos en una de las mejores urbanizaciones de Alemania –como ya lo había imaginado- el esposo de la señora Carter ya lo tenía todo arreglado para ella, el es muy atento con su familia.

El primer mes todo salió genial. Junto a la familia, cuando tenían algún tiempo libre salíamos a visitar lugares hermosos, no podía creer todo lo que veía, más aun, no podía creer que estuviese allí. Me sentí un poco triste cuando mi madre me informo que quería regresarse a Canadá, que no se sentía muy cómoda allí y la entendía, ella es una mujer que no le gustaba estar sin hacer algo, o sin su máquina de coser y en esa casa no hacíamos absolutamente nada. Todos la acompañamos al aeropuerto y trate de no llorar cuando la vi partir.

Me entraron ganas de regresar con ella, pero sabía lo que pasaría cuando aquel chico de ojos grises que estoy tratando de sacar de mi vida con todas mis fuerzas haría cuando se enterara que regrese. Me he propuesto sacar a Lucas de mi cabeza y de mi vida como sea. He salido a cenar con varios chicos que conocí en algunas tiendas o heladerías mientras paseaba con Dilan, pero no, nada. No siento ninguna conexión con ellos, mis labios no sienten ese cosquilleo de anticipación que siento con Lucas cuando lo besaba, mi estomago no se encoge al punto de querer vomitar. Nada, se que con ninguno funcionaria algo.

— ¡Hola! —Una carcajada brota de mi garganta. Es Dallan. Dilan y yo hablamos con él una vez por semana por video llamadas, ambos lo extrañamos mucho.

—Que saludo tan efusivo. —Digo, aun riendo.

—Es que los extraño mucho. He hecho unos amigos en el equipo de futbol, pero nada como ustedes. —Asegura orgulloso. Ambos reímos.

—Nunca encontraras un amigo como yo —asegura Dilan —. Pero no te preocupes, pronto regresaremos, escuche a papá decir que lograra abrir esta empresa en un año o poco más.

—Pues entonces que pase rápido porque sí que los extraño. Y mamá contrato una niñera que... uff —rueda los ojos —. Solo debo decir que ex alérgica a los perros, ya con eso se imaginaran. —Puse los ojos en blanco.

— ¿No me digas que Nallan...?

— ¡No! ¿Estás loca? Primera se va ella que mi perro.

Y como esa, hablamos muchas veces. Hubo una, donde colgué de golpe ya que su tío había llegado a su casa. Escuchar su voz removió todo dentro de mí, me desestabilizo de una manera que no sabía que podía hacer. Cerré la laptop con manos temblorosas y la respiración agitada. Debí inventarle una gran mentira a Dilan de el por qué había hecho eso.

Después de estar seis meses aquí, la señora Helen me dio la oportunidad de hacer un pos grado que podía cursar desde casa y solo ir a la Universidad dos veces por semana. Iba miércoles y sábados, mi jefa decidió darme esos dos días libre para que no me preocupara por nada mientras estuviese en clases.

Allí conocí a muchísimas personas maravillosas, ¿lo bueno? Casi todos mis compañeros hablaban perfectamente mi idioma. También conocí a Max Baker, un alemán de padre Estado Unidense. Al principio, sabía que lo descartaría como a los demás, pero con su insistencia, desgarbo y buen sentido del humor sin darme cuenta lo fui dejando acercarse.

(...)

Ocho meses tenía en Alemania cuando tuve mi primera cita con él. Me coloque unos vaqueros altos, una camiseta blanca, botas y por supuesto, el abrigo. No podía faltar con tanto frio. Lo espere frente a la mansión de los Carter con el permiso de mi jefa, por supuesto. Ella, más que una jefa se había convertido en una buena amiga. Le contaba todo sobre mí.

Después de tiWhere stories live. Discover now