Capítulo XVIII

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Me siento en las nubes, cada día, al levantarme una sonrisa aparece sin yo quererlo en mi rostro. Los días, las semanas y unos meses han pasado desde la primera vez que entre a la casa de los Vernacci y lo volví a encontrar. Mis encuentros clandestinos con Lucas no han acabado, al contrario, nos frecuentamos mas, las cosas parecen ser mas... intensas.

Estoy en el final de mi carrera Universitaria, presentando algunos informes y trabajos en los que casualmente he tocado en todos con Ángel McGwire, Lucas se puso como loco cuando se lo he comentado. Su actitud me aturdió, me confundió, se supone que eso no debe pasar; al final de todo no tenemos nada. Sería muy hipócrita de mi parte negar que no me gusto verlo disgustado, por un momento pensé que hasta celoso pero lo descarte de inmediato.

—Todos en casa están muy raros —Dallan me mira de reojo y enojado con ambas manos metidas en sus bolsillos mientras paseamos a Nallan por un parque cercano a su casa —. Hasta tú. Escuche a mis padres discutiendo hace unos días... —Fruncí el ceño, eso es muy raro, el amor que fluye entre ellos es... envidiable.

—He estado ocupada con algunos trabajos de la Universidad, pero lo siento, voy a estar más atenta. En cuanto a lo de tus padres... sabes, no deberías espiar sus conversaciones. —El niega y golpea una piedrita que se atraviesa en su camino con su pie.

—No los espiaba, fui por un vaso de agua y los murmullos salían de su habitación. Decidí volver rápidamente a la mía porque odio escuchar ese tipo de cosas. —Dallan es un niño con una educación muy buena y el amor lo rodea a donde quiera que va, verlo así me preocupa, me entristece —. ¿Notaste que nos redoblaron la seguridad? —Nos volvimos hacia Bruce y otro hombre que vienen detrás de nosotros. Asentí. —. Algo pasa... pero todos creen que soy muy chico para notarlo.

—A mi me pareces muy maduro, inteligente. Es decir, ¿Qué niño habla de las finanzas del país a sus ocho años? ¿Sabes que creo? —Me detuve frente a él haciendo que me mirase fijo —. Creo que a veces olvidas que eres un niño, ¿Y adivina? Hoy voy hacer que lo recuerdes. Deja de preocuparte por los problemas de los adultos y concéntrate en disfrutar tu niñez, es la mejor etapa... eso te lo puedo jurar. —Sus ojitos mostraron un pequeño brillo que no había visto en un par de días. —. ¡Vamos hacer que este día sea diferente!

Volvimos a su casa y lo hice tomar un baño y colocarse algo cómodo, termino colocándose una bermuda y una camisa polo con zapatillas de la misma marca. Al bajar saludamos al señor Ian que hablaba con un hombre de traje en la sala principal.

—Iremos en mi auto, ¿De acuerdo? Bruce y el otro hombre nos seguirán en su camioneta. —El asiente sin reprochar y con esa sonrisa que tanto me gusta, terminamos por abordar.

—Tu auto es bastante pequeñito, ¿Qué diría mi tío Lucas de el? le gustan los autos espaciosos. — Reí por su comentario y la imagen de Lucas voló de inmediato a mi cabeza. Por supuesto no le gusta mi auto, lo mira desconfiado cada vez que subo a este.

—De seguro no le gustara. —Hablo mirándolo por el retrovisor, el ríe acomodando su cinturón. Antes de arrancar Alba abre la puerta principal y Nallan sale disparado hacia mi auto, —Oh, por Dios.

— ¡Déjalo entrar, quiere ir con nosotros! —Pide Dallan, bajo y le abro la puerta trasera y nuestro perro se embarca sin ninguna dificultad, ha crecido bastante. Termino arrancando bastante rápido, lo primero fue un parque de diversiones...

Adquirimos el brazalete mayor, con este podíamos subir a todas las atracciones. Bruce se quedo con Nallan mientras subimos a los carros chocones, sillas voladoras, a una pequeña montaña rusa, un aparato llamado "Un viaje al cielo" literalmente te subía al cielo, es tan alto que parecía podías tocar las nubes. Comimos perros calientes con Bruce y el otro hombre, Nallan también ingirió el suyo.

Después de tiWhere stories live. Discover now