Capítulo 10

538 76 23
                                    

Estos últimos días he tenido recaídas, muchas veces me pregunto qué es lo que debo hacer para sentirme mejor, pero aun no tengo una respuesta. Mi corazón trata de ser fuerte pero mi mente no me lo permite, se ha convertido en una batalla constante conmigo misma.

Volví a la universidad tratando de aparentar que todo estaba bien, pero tenía un nudo de emociones dentro de mí y no sabía dónde o con quien lo podía desheredar. Desde que papá falleció mi corazón siente demasiadas cosas.

— ¡Hola Emma!—dijo Eli al verme por el pasillo. — ¿Cómo estás?

— ¿Que sucede?—pregunto al no obtener respuesta de mí. —Ven conmigo. —dijo tomándome de la mano.

De esta forma me llevo a la pequeña bodega de la universidad, donde solía estar por las voces. Entramos al ver que no había nadie y nos sentamos en el suelo frente a frente.

— ¿Quieres contarme?—pregunto Eli. Ella me conocía, sabia mi historia. —Estoy aquí para ti, soy tu amiga.

La vi a los ojos y fue inevitable no dejar caer lágrimas. —No puedo con tanto. —dije bajando la mirada.

—Está bien si lloras... Las lágrimas son la forma en la que el corazón se desahoga. —dijo abrazándome por un momento. — ¿Puedo orar por ti?—pregunto.

En ese momento no quería oír de Dios, había estado enojada por meses, así que no quería sentir otra cosa, pero aun sintiendo eso, algo dentro de mi respondió. —Si, por favor.

Eli comenzó a orar y sentía que sus palabras no eran para mí, me sentía desalentada, sin ninguna salida aparente. Sus palabras no tenían sentido alguno, las consideraba vacías, pero el realidad no lo eran, la dureza de mi corazón hacia que las sintiera de esa forma.

Confieso que algunas veces me gustaría ser más receptiva a lo que Dios me dice, pero últimamente he sido más receptiva a lo que el mundo dice; es como si mi corazón tuviera murallas, que cuando Dios derriba una le quedan un sin fin por derribar, mientras yo pido a gritos que alguien me ayude.

—Emma... Dios te va a alcanzar, por mas barreras que tu pongas. —dijo Eli al finalizar la oración.

Cuando escuche esas palabras quede desconcertada, no podía creer lo que había dicho, me sentí totalmente identificada. —Haremos esto. Te voy a ayudar pero tienes que dejar que te ayude.

—Está bien. —respondí en voz baja.

—Vamos, vamos, sécate esas lágrimas. —dijo Eli levantándome del suelo. —Recuerda, Viviendo Positivo. —agrego con un tono bromista haciéndome sonreír.

—Sí, viviendo positivo. —respondí secando mis lágrimas.

—Todo va a estar bien Emma. —dijo Eli sonriendo.

Respire profundo, y por primera vez sentí una sensación diferente, que desde hace mucho no sentí. Mi cuerpo se llenó de energía positiva, haciendo que toda la tristeza y dolor se fueran lentamente. No sé cómo describirlo a la perfección, pero ya no sentía más esa carga que había cargado por varios días.

Fuimos a clase, y comenzamos con el pie izquierdo, estábamos comenzando una semana más de Universidad de teoría total. Las clases transcurrieron con mayor lentitud de lo habitual, finalizamos por la tarde, y al salir, el cansancio se hizo notar.

—Hola Chicas, ¿Vamos por un café? —preguntó Nico al vernos salir del aula.

Ambas estábamos cansadas, pero no tan cansadas para rechazar la propuesta, así que de inmediato coincidimos. — ¡Si, por favor! —exclamo Eli.

Fría espiritualmente ©Where stories live. Discover now