6- Mi primera cita

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Raymond es un par de años mayor que yo, así que él ya conduce... Solo que se supone que es ilegal sin supervisión de un adulto. Aunque honestamente, no me importa, porque nadie es tan idiota como para arruinar su primera cita, conduciendo a toda velocidad o cometiendo infracciones y como ya saben, él es un amigo de la infancia.

Mientras está conduciendo, veo que pone una playlist con mi nombre en el reproductor del auto. El playlist es de canciones románticas de grupos y cantantes que me gustan. Lo miro y sonrío.

Mierda, que hermoso.

-Que lindo, gracias -digo.

Raymond sonríe algo tímido.

-Te conozco desde hace años, ¿cómo desaprovechar mis conocimientos que tengo sobre ti?

-Jaja, a ver, ¿cuál es mi color favorito?

-Verde.

-¿Mi deporte favorito?

-El boxeo, aunque no estoy seguro de si lo sigues practicando.

-¿Hétero o bisexual?

El chico me mira extrañado por un par de segundos, luego dirige la vista al frente y sonríe.

-Eeeemm, hétero.

Río.

-Rayos, me conoces bien, Ray.

-Siempre me gustaste, Jane. Pero cuando llegó Adonis, pues... Se hicieron muy unidos, ¿sabes?

Asiento con la cabeza.

-Y me parece que le gustas mucho.

Dice para luego posar sus ojos color miel en los míos. Mi sonrisa tiembla al pensar en que le gusto a Adonis y bajo la cabeza.

-No me había dado cuenta, jaja -dije nerviosa.

-Tampoco te habías dado cuenta de que me gustas y henos aquí.

-La verdad, siempre me atrajiste. Eres muy guapo y agradable.

Me muerdo el labio y me siento culpable por mi honestidad, más bien, por Adonis.

-No lo sé... Es que, lo adoro y todo, pero a veces siento que algo en nosotros está mal y supongo que es difícil verlo como algo más que mi mejor amigo -comento.

-Entiendo...

Llegamos a un parque a las afueras de la ciudad. Raymond aparcó su auto y caminamos un rato. Habían pocas personas.

El cielo estaba despejado.

Caminamos unos minutos hasta llegar a un pequeño cerro desde el cual se admiraba la ciudad. Sonreí al ver que había un mantel en el suelo con comida deliciosa, unas velas y un violinista.

-Sé que es algo simple para una primera cita, pero no quería llevarte a un restaurante caro o llevarte al cine a ver una simple película de terror como lo hacen todos. ¿Qué te parece?

Sonreí de oreja a oreja y no pude evitar sonrojarme.

Mierda, que tierno.

-Ésto es... Realmente tierno -dije.

Raymond puso su mirada en mí y no pude evitar sonreír y apartarme un mechón de pelo del rostro.

Conversamos por mucho tiempo sobre nuestra infancia juntos, sobre la escuela, lo que había cambiado en nosotros, lo que seguía siendo igual... Fue muy agradable estar con él.

Cuando estábamos terminando el postre, mi cita miró la hora.

-Jane, tengo otra sorpresa. ¿Vamos?

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