2- Es complicado, pero nos queremos

32 5 2
                                    

Cuando llegué a la ciudad, estaba triste. Solo quería volver con mis amigos y con la chica que me gustaba, se llamaba Annabeth, es linda.

Ah, por cierto, me llamo Adonis Melbourne.

Ahora que ya saben que no hablan con un extraño, continuaré con la historia.

Tenía unos ocho años cuando me mudé. Debía empezar otra vida y antes de irme, no me parecía tan malo, pero cuando estaba en el auto, siguiendo al camión de mudanzas, viendo a mis amigos de mi antiguo vecindario despidiéndose desde la ventana trasera del auto, me sentí muy triste. Pero cuando Jane me invitó a jugar con ella y sus amigos, sentí una agradable calidez en mi pecho. Sigo recordando con detalle el momento en que ella me tomó de la mano, fue la primera y luego me llevó a su casa porque tenía que cambiarse. Éramos niños, así que obviamente no era incómodo que lo hiciese en frente de mí.

Físicamente, parecía un angelito, con esos ojos grandes de un verde oscuro, pestañas largas y negras, cachetes grandes y rosados, piel bronceada y rizos rubios. Tiene una cicatriz en el lado derecho del vientre, pero ese día, no me atreví a preguntarle de qué era. 

 Al principio pensé que sería tranquila, pero no hice caso a los consejos de mi madre <<no juzgues el libro por su portada, Adonis>>.

La verdad, la odié por los primeros días. Era y es (a veces) insoportable. Pero tiene buen corazón, eso nadie lo puede discutir.

Recuerdo que cuando formaron los dos equipos para jugar soccer, nadie quería estar en el equipo contrario de ella. Yo, por mi desgraciada ignorancia, lo estaba y ese día me apalearon por primera vez en mi tercer deporte favorito.

Creo que fue por eso que me cayó mal al principio; ella es muy buena y yo odiaba perder.

Me da risa recordar mi primer grado con ella, porque al principio la ignoraba. Sentía envidia de ella. Los chicos solo con ella se reunían y eso me complicaba hacer amigos. Pero todo se solucionó cuando Jane empezó a agradarme.

Había una chica, Joana, quien parecía odiar a Jane... Y creo que yo le gustaba o algo. Al principio quise entablar amistad con ella, pero me incomodaba su pestañeo constante hacia mí y sus suspiros muy obvios. Pero mi amistad con Jane, solo empeoró el bullying que Joana le daba a Jane. 

Me sentía muy mal por mi amiga, pero era un gran miedoso, hasta un día en cuarto grado, cuando esa desgraciada hizo llorar a Jane. Recuerdo que los chicos con los que estábamos sentados comiendo se habían puesto a consolarla y a mirar con mirada asesina a Joana, pero por alguna razón, no decían nada. Entonces, muy molesto, me levanté de la mesa.

-¿Qué te pasa? Jane no te hace nada malo y tu la tratas muy mal.

-¿Qué te pasa a ti? Es una gran marimacha y por eso su padre prefirió morirse antes que vivir un segundo más con ella.

A mi espalda, pude escuchar cómo ella se removía en la mesa para ir a darle una paliza a esa tipa, pero nuestros amigos la sostenían para que no se metiera en problemas. Mientras eso pasaba, el séquito de la odiosa reía cruelmente.

-¿Hablas así de ella? Eres un monstruo.

Ofendida, me espetó:

-¿Por qué la defiendes? ¿Acaso te gusta?

-No -la verdad no estaba seguro de ello-. Pero preferiría pasar una vida entera con ella antes de pasar soportando tus estupideces y groserías de niña plástica un segundo más. Déjala en paz.

El patio quedó en pleno silencio y Joana, boquiabierta. Me senté al lado de quien en ese entonces era mi mejor amiga y la abracé fuerte, sin importar cuántas lágrimas y mucosidad dejara en mi camiseta y escuché un murmuro entrecortado por el dolor:

-Gracias.

Sí, Jane era mi mejor amiga desde segundo grado. Es más, todas las noches iba a su habitación a dormir a su lado. Eso me hacía sentir mejor, después de los gritos habituales entre mis padres de cada noche.

Recuerdo que antes de dormir, Jane siempre oraba por mí y por mi familia. Yo soy ateo y nunca he comprendido por qué ella tenía tanta fe en algo que no podía ver, sin embargo, lo respeto.

Las ventanas de nuestras habitaciones quedaban frente a frente y entre las dos, había un árbol que cortaron, pero eso no me detenía, pues habían enredaderas fuertes en las paredes externas de nuestras habitaciones.

Eran tiempos duros  para un par de niños, pero nos teníamos a nosotros y eso nos bastaba.






Hola de nuevo ratoncitos de biblioteca :v

Pues aquí les dejo el segundo capítulo de mi historia. Por favor comenten qué les gustó y lo que no. Todos los comentarios serán bienvenidos en tanto sean constructivos. Y trataré de hacer capítulos más largos también.

Graciaaaaasss :3

Por cierto, aquí les dejo una canción que he escuchado mientras escribía el capítulo.

Juguemos a ser papásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora