3- Juguemos a ser papás

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Aquí Jane.

Recuerdo que Adonis y yo solíamos ser los mejores amigos. Hacíamos casi de todo juntos; reír, llorar, dormir, comer, pelear, ver películas, hacer tareas, leer... No voy a decir que era mi único consuelo cuando mi padre murió, pero era uno enorme.

Aún tengo pesadillas de esa noche; era una de las peleas de papá en Los Ángeles y me habían puesto a cantar el himno nacional en el ring antes de empezar. Papá había ganado la pelea y lo estaban entrevistando. Él me tenía tomada de la mano y ahí fue cuando empezó el tiroteo.

Mi madre estaba embarazada de Jacob, mi hermanito menor y yo estaba a mitad del cuarto grado.

Fueron tres las balas que se incrustaron en su pecho. Le perforaron un pulmón y rozaron una arteria y murió por hemorragia interna. A mí me rozó una al costado derecho del abdomen y por suerte a mi madre y a Jacob no les pasó nada.

Se me humedecen los ojos al recordarlo. Él era el mejor padre del mundo y un buen hombre y no se merecía lo que le pasó esa noche.

Pasé dos meses llorando sobre el hombro de Adonis, todas las noches.

En una noche de verano, las vacaciones habían empezado. Me sentía deprimida y nostálgica por todo lo que me pasaba; mis notas bajaron, me hacían bullying y mi madre ponía el ochenta por ciento de atención en Jacob. Mi mamá tuvo una emergencia que atender en el hospital, ella es ginecóloga y cirujana y no regresaría hasta el día siguiente. Entonces decidió contratar a Milena, la hermana mayor de Adonis como nuestra niñera por esa noche, pero ella no era muy buena en su trabajo, que digamos. Lo más que movió esa noche fue la lengua para metérsela en la garganta a su novio.

Como sea, en un momento de aflicción, a Adonis se le ocurrió una idea:

-Jane, juguemos a ser papás.

-¿A ser papás?

-Sí. Es decir, mira a mi hermana, se nota que no está haciendo un buen trabajo de niñera. Deberíamos de cuidar a Jake y no estaría mal hacerlo de una manera divertida -respondió.

-Ok, vamos, está tomando una siesta en su cuarto.

Tomé a mi hermanito lo más delicadamente que pude y lo llevé a mi habitación. Apagamos las luces y nos acomodamos bajo las sábanas con Jake en brazos. Casi se despierta, pero empecé a mecerlo y a cantarle una canción de cuna y se durmió de nuevo.

-Que lindo cantas -comentó Adonis.

Le sonreí, puse mi cabeza en su pecho y susurré <<gracias, igual tú>>

-¿Y eso cómo lo sabes?

Reí.

-Esposo, eso se escucha por toda la cuadra en las mañanas y en las tardes. Pero cantas muy bien.

-Jeje, gracias.

Como era algo tarde, me había quedado dormida ahí mismo, pero me despertó el llanto del bebé. No solo mis ojos se abrieron, también mi olfato.

-Esposa -murmuró Adonis-, creo que deberías de cambiarle los pañales a nuestro hijo.

-Claro. Solo hazme el favor de sostenerlo.

Acomodé sus brazos para que encajara Jake y cuando me aseguré de que lo estuviera sosteniendo bien, fui a traer sus pañales, el talco, una mantita, y las toallitas con aloe. Pero cuando iba pasando cerca del cuarto de mi madre, escuché sonidos extraños que venían de ahí, así que abrí la puerta.

-¿¡Qué haces, Jane!? -gritó Milena, quien estaba sobre su novio.

-Que-quería ver si estabas bien. Es que pensé que te pasaba algo malo y pues...

-¡Largo! -gritaron los dos al mismo tiempo.

-Uf, qué carácter -murmuré y cerré la puerta.

¿Que cómo soy una niña mentalmente saludable? Pues no lo sé.

De regreso a mi habitación, Adonis me había preguntado el porqué de mi tardanza y le conté lo que vi.

-Mmm, qué raro. Me pregunto que habrán estado haciendo -dijo.

-Presiento que algún día lo sabremos -respondí.

Y lastimosamente, así fue... Que trauma.




Le enseñé a mi mejor amigo/esposo de mentira a cambiar pañales y no creo que le haya agradado la tutoría, pero, hey, ahora no tiene excusas para no cambiar pañales.

-La próxima vez que llore, será probablemente por hambre y vas a tener que ir tú por el biberón -dije.

-Está bien, Jane -dijo entre bostezos.

Nos metimos entre las sábanas de nuevo y empecé a cantarle a Jake una canción de cuna, pero me detuve.

-Canta conmigo -le pedí a mi mejor amigo.

-¿Por qué? -dijo apenado.

-Porque la paternidad es un trabajo para dos, además, cantas bien y me gustaría saber cómo sonaría un dueto contigo.

-Está bien.

Cantamos Patience, claro, cambiando la parte del silbido por nuestras voces y cuando terminamos de cantar, dormimos... Hasta que Jake nos despertó a las tres de la mañana porque tenía hambre.

Y así pasamos hasta el amanecer: cuidando a Jacob. Fue la noche más cansada de mi infancia, pero de cierta forma me divertí mucho.

A pesar de que mamá llegó a casa en la mañana, estaba muy cansada, así que me quedé con el bebé con unas horas más para dejarla descansar. Gracias a Dios que tenía a Adonis para ayudarme, porque sino, no hubiera podido con la tarea.

Después del descanso de mi madre, le entregué a Jake.

Recuerdo que Adonis y yo dormimos hasta el medio día, solo nos levantamos para almorzar y luego regresamos a dormir hasta las tres de la tarde.






Hellooo otra vez ratoncitos de biblioteca :3

Aquí está el tercer capítulo, lo hice un poquitín más largo que los demás. Espero que les agrade, jaja.

Ya saben que están en su libre derecho a comentar y a votar... Además, ¡es gratis! :v v:

Aquí les dejo otra cancioncita.

Con cariño,

Lady Books.

Juguemos a ser papásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora