Capítulo 29.

1.9K 175 16
                                    

—¿Qué tiene?— me pregunto Nina.

—Esta nerviosa. Es algo insegura cuando se trata de esos chicos— conteste sin dejar de mirar hacia la cocina. —Sonara extraño pero ya no sé como hacerla sentir segura.

Connor me puso una mano en el hombro.

—Claro que sabes, hermano. Corre, nosotros nos encargamos.

Le sonreí agradecido y fui detras de ella.
Cuando llegue a la cocina, Mía estaba en  la barra ayudandole a las muchachas de servicio.

—Señorita, disfrute de la fiesta, nosotros trabajamos aquí— le dijo Irene a Mía.

—Está bien, prefiero estar aquí con ustedes.

Le sonrió y le entregó un recipiente con chispas de chocolate.

—¿Por qué no les pones esto a los pastelitos?— ella asintió freneticamente. —Una muchachita tan linda no debería estar en la cocina durante una fiesta.

Entonces entré y me puse a un lado de ellas.

—No quiere creerme— la besé en la frente.

Mía comenzó a poner las chispas de chocolate sobre todos los panquesitos que había en las charolas de la barra y trató de no darme la cara. Por supuesto que lo noté.

Suspiré y me senté en uno de los bancos.
Estuvimos un rato en silencio. La casa se llenó de gente y comencé a preocuparme porque los vecinos llamaran a la policía para callar la fiesta. La mansion estaba a reventar y la música tan alta como el autoestima de Connor.

Todos bailaban alegres mientras la chica más bella de la fiesta estaba adornando los pasteles.

—Lo siento— dijo después de un rato.

La miré y recargue los codos sobre el marmol de la barra.

—¿Por qué?.

—No creas que no lo noto— dejó a un lado las chispas. —Es tu fiesta de cumpleaños y estabas emocionado porque estaría alegre pero...estoy encerrada en la cocina totalmente aterrada por integrarme a los demás chicos. Lo siento de verdad.

No podía negar que estaba algo desilusionado, pero no era su culpa.
Yo debía saber que ella no podría cambiar su estado de animo tan solo porque yo se lo pidiera.

—No— dije bajo. —Perdoname tú. Esto es difícil para ti, no debí traerte si tu no querías.

Dejo los ojos clavados sobre mi unos segundos hasta que suspiró como si estuviera molesta.

—¿Sabes qué?— tomó un trapo y se limpió las manos. —A la mierda el mundo.

—¿Qué haces?.

Caminó hasta donde las meseras preparaban los tragos y llenó tres chupitos.

—Uno para que recuperes el ánimo y dos para que yo pierda la vergüenza— puso uno frente a mi y se bebió rápidamente los dos que eran para ella.

—¿Crees que con eso bastará?— me reí. —Con calma, amor. Te vas a sentir mal...

—Mi padre está mas tiempo fuera de casa de lo que está dentro, ¿Crees que no sé beber?.

Y efectivamen bebía como si tuviera ya tiempo de experiencia.
Miré mi trago y por un momento me preocupé por el hecho de no haber ingerido alcohol en mucho tiempo, pero sólo era uno. No planeaba beber más que eso, así que simolemente me lo tomé.

El liquido me quemó la garganta y Mía esperó a que dejara de hacer gestos extraños para tomarme de la mano.

—Hagamos esto.

—¿Hacer qué?.

—Lo que sea, vamos a bailar.

—¿Sabes hacerlo?.

—No, me interesa menos que nada.

—Yo tampoco se hacerlo.

—¡Solo hagamoslo antes de que se me pase el efecto de esos chupitos!.

Y si. Me llevó al centro del lugar donde todos bailaban y trató de imitar a la primer chica que estaba cerca de nosotros.
Yo busqué a Connor entre la gente y, cuando lo encontre bailando con Nina, también traté de imitarlo.

Nuestros intentos de bailar lo mejor que pudimos edejaban mucho que decear. Las parejas que nos rodeaban estaban riendose de nosotros pero no los culpábamos, ambos también estallábamos en carcajadas cada vez que hacíamos un movimiento nuevo.

Pasamos mucho tiempo encerrados en nuestra burbuja bailando sin ningun sentido y divirtiendonos juntos, tanto que no nos dimos cuenta cuando solo quedamos nosotros bailando.

Todos estaban comiendo ya y nosotros no dejabamos de bailar.

Nina se acercó a nosotros y nos puso una mano en el hombro a cada uno.

—Chicos, creo que han tenido suficiente— dijo riendo.

Ambos asentimos soltando nuestras últimas risas fuertes de la noche y la seguimos hasta la mesa más grande de la fiesta donde solo había sillas para Connor, Nina, Mía y yo.
Era la mesa de honor.

Pasando unos minutos sentados y después de comer algo, la cabeza me comenzó a dar vueltas y el cansancio se apoderó de mi.

—¿Qué tienes?— me preguntó Mía.

—Estoy muerto— me froté la cara. —¿Tu no? Creo que bebí demasiado.

—Sólo tomaste el chupito que te di.

—Exacto— me dejé caer en la silla y los tres se rieron de mi.

—Ely no se lleva con el acohol— dijo mi hermana.

—Ni con estar despierto a esta hora— mi reloj marcaba las dos de la mañana.

Mía me puso una mano en la rodilla por debajo de la mesa. Ella no lo hacía para nada más que llamar mi atención, pero en cuanto la sentí me recorrió una fuerte descarga electrónica.

—Quizá es hora de que vayas a dormir— me sonrió.

—Eso creo— asentí pero Connor saltó a contradecirme.

—¡Nada de eso! Por lo menos no antes de bailar una última canción— se levantó y le hizo una seña al DJ para que cambiara el ritmo de la música. —Vamos a bailar, nena.

Nina tomó su mano y caminaron a la pista vacía.

La canción Can't Help Falling In Love With You de Elvis Presley llenó la mansión.

Mía miró sonriendo las luces y la pareja que bailaban tranquilos.
Me encantaba ver su rostro con ese brillo, ese brillo que solo la invadía de vez en cuando, cuando se olvidaba de todos y disfrutaba el momento en el que estaba.

—Esta canción para mí habla de ti, ¿Sabes?— dijo sin mirarme.

Le puse atención.

—¿Por qué?.

Los hombres sabios dicen: "Solo los tontos se enamoran sin pensarlo bien", pero yo no puedo evitar enamorarme de ti— citó la canción en español. —Me suena conocido.



Que seas mi alegría.Where stories live. Discover now