Capítulo 17.

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En el auto en realidad no hablamos de nada importante hasta que casi llegabamos a la escuela. Ella parecía no querer sacar tema de nada de lo que yo decía.

–Y...¿Te gusta el pan?.–Mía me miró.–¿Qué? Quiero sacar tema de conversación.

Suspiró y se recargó en el cristal de la ventana.

–Supongo.

–¡Dios! Cuanto desinterés hubo en esa frase.–Me toqué el pecho.–Se puede cortar la tensión con un cuchillo para mantequilla.–Ella sonrió levemente pero se mordió los labios para que no se notara.–¿Aun estás molesta?.

–Mira, trato de que esto mejore, ¿Si? No puedo hacerlo si me preguntas si estoy enojada, eso me hace enojar más.

–¿Y cómo mejorará si ni siquiera me diriges la palabra?.–La miré por un corto tiempo.–Ya te dije que lo siento.

–Lo sé. Perdón.–Se tapó la cara.–Necesito cambiar de actitud, ¿Verdad?.

–No, así me gustas.–Me di cuenta de lo que había dicho y me puse nervioso.–Dijo, me gusta tu actitud, bueno también me gustas tu...Digo, no me gustas pero no porque seas fea. En realidad creo que eres perfecta pero no me gustas porque tu no quieres que me gustes entonces no...

–Ely.–Me interrumpió sonriendo.–Ya entendí.

–De acuerdo.–Me acomodé los anteojos por hacer algo.–¿Lo vez? Nadie es perfecto.

–Supongo que ambos tenemos que cambiar un poco. Yo debo ser un poco más alegre.

–Y yo tengo que ser más sociable.–Alcancé la caja que me había dado Nina.–Comenzando por con seguir amigos para darles estas invitaciones.

Mía tomó la caja en sus manos y leyó la primera invitación que tocó dentro de ella.

–Esta fiesta será grande.–Dijo.–Ella definitivamente llegó a la nueva ciudad con nueva actitud. Si la historia que me contaste es cierta ella definitivamente cambió.

Mientras llegaba al estacionamiento de la escuela, las palabras de Mía resonaban en mi cabeza como una idea loca pero a fin de cuentas buena.

Cuando apagué el auto y ella quiso bajar le puse seguro a la puerta.

–¿Qué haces?.–Preguntó tranquila pero desconcertada.

–Hay que intentarlo.

–¿De qué hablas?.

–Lo de la actitud, Mía.–Sonreí con la imagen en la cabeza.–¿Cómo nos tratarían si nosotros nos comportáramos con toda la actitud de chicos populares?.

–¿Cómo idiotas?.

–¡No, tonta!.–Apunte la ventana.–Mira, los chicos llegaron.

Y efectivamente, Connor y Nina iban llegando en el auto de Connor.
Todos miraban el auto hasta que él bajó. Su cara reflejaba seguridad y derrochaba estilo, las chicas se volvían locas.
Después, del otro lado bajó mi hermana, sus geans ajustados y su cabello provocadoramente peinado robaron las miradas de muchos hasta que su chico rodeó el auto para abrazarla por los hombros.

No puedo creer que personas así vivan conmigo y que sean mi familia.

–No puedo ser como ella, Ely. Tu hermana es genial, es como tu...sólo que social y menos rara.

–Oh, gracias. ¿Y a mí que me toca? ¿Imitar a Connor? ¡Eso es más difícil! No puedo hacerme el galán sin ponerme nervioso.

La mirada de Mía bajó hasta el suelo y tomó sin ganas su mochila. La puso sobre su hombro y trató de quitar el seguro.

Que seas mi alegría.Where stories live. Discover now